Sergio Sacristán Cantalapiedra ha matado, a píe, a “Volante”, luego de una agonía de media hora, en que el astado, un toro de 622 kilos y cinco años de edad, ha sido perseguido, arrinconado y lanzado hasta la muerte por los participantes de la celebración del “Toro de la Vega” en Tordesillas, España.
La tradición se remonta a la edad media, los habitantes de la comunidad liberan a un astado, lo acometen con lanzas por riguroso turno, de frente, citando al astado y dejándose ver.
Este año la celebración, a la que han asistido más de 40,000 personas, ha sido declarada “nula y fraudulenta” por los habitantes del pueblo. Un grupo de caballistas se ha formado al frente de la procesión provocando una nube de polvo que impidió que lo demás participantes lograran clavar al astado libremente y, luego, dos caballistas pincharon a Volante al mismo tiempo, lo que es ilegal según el reglamento de la celebración.
Antes de empezar el torneo la Guardia Civil ha desalojado por la fuerza a un grupo de antitaurinos que han intentado impedir la suelta del toro. “Tordesillas, asesina” y “Tordesillas, vergüenza nacional”, los antitaurinos han sido desalojados poco antes de las 11.00 del día tras registrarse enfrentamientos entre los habitantes del pueblo y los manifestantes, casi todos, convocados a tráves de las redes sociales y residentes en localidades vecinas.
El turismo es la principal fuente de ingresos en Tordesillas, y nunca como en estas fechas los visitantes se dejan ver por las calles terrosas del pueblo. “No podemos negarnos a lo qque somos… esto es lo que somos”, dice una de las poquísimas habitantes que aún quiere dar entrevistas.
¿Tradición o barbarie?