Hasta hace unos días, Falciano del Massico solamente era conocido como un bonito poblado del sur italiano, ubicado a unos 50 kilómetros de Nápoles. Con 3 mil 700 habitantes, este apacible lugar pocas veces era noticia, hasta que a su alcalde se le ocurrió la grandiosa idea de prohibirle morir a sus pobladores.
Esta norma es tan idiota que hasta tuvimos que revisar que no fuera obra de algún político mexicano.
Como Falciano del Massico carece de cementerio propio y está enemistado con el pueblo más cercano que sí tiene uno, cualquier muerte generaría un problema de logística. Por eso Giulio Cesare Fava, alcalde del lugar, decidió que en lugar de buscar resolver los conflictos con el poblado vecino o construir un panteón, lo más conveniente era prohibirle a los habitantes que mueran.
Este dectero que convirtió la muerte en algo ilegal entró en vigor desde febrero pasado.
El alcalde dijo que los habitantes quedaron satisfechos con esta disposición. “La orden ha traído felicidad (…) desafortunadamente dos ancianos desobedecieron”, comentó.
¡Ah, pero que chistoso!
Para como está la situación en México, cumplir una resolución así sería prácticamente imposible.