Es que ya ven que cuando no es contagioso, se imita…
Además de rezarse el padre nuestro cada hora, el obispo de Veracruz, Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, dedica gran parte de su tiempo a reflexionar de dónde provienen grandes males de la humanidad y, aunque no sigue un método científico, alcanza conclusiones que dejan entrever una posible cura…
Ejemplo de lo anterior son sus más recientes declaraciones respecto a la homosexualidad, “enfermedad” que últimamente se propaga con jacarandosa velocidad y cuyo génesis es en gran parte responsabilidad de tanto “gay” que hay en los medios, en el gobierno y entre los artistas… situación que “imita” la borregada… o sea la sociedad.
“Empezando por los medios, porque hay mucha gente gay en los medios, los gobernantes… hay mucha gente gay entre los artistas y entonces toda esta vida pública les interesa a ellos (los jóvenes) que no nacieron así”.
Es decir, los posters de Juanga, Fabiruchis, Ian Mckellen y demás “ídolos” de la chaviza es directamente proporcional al número de gays que hay en las calles… o algo así. Recordemos que este mismo padrecito es el mismo que hace poco nos iluminó respecto a otro mal que sin duda debe tomarse como señal del apocalipsis: la “epidemia” de las madres solteras.
Pero bueno, con todo y que a todas luces no le agrada eso de la onda gay, el prelado aseguró que en la iglesia siempre le harán canchita a los homosexuales… ojo: a la persona, no a su ideología… ya que en la Iglesia y en la sociedad el matrimonio es únicamente para “procrear”… “Si no es para eso, ¿para qué es?, díganme”, preguntó retóricamente en una no muy liberal entrevista colectiva ofrecida en el aeropuerto jarocho.
“Lo de la Suprema Corte es una aberración, cualquiera lo entiende (la concepción de matrimonio) es para procrear, si no ¿para qué es?, claro que la queremos echar atrás, el pueblo es el que manda. Basta que los estados no ratifiquen eso. La postura es defender a los niños de tener una mamá y a un papá”.
Lo anterior fue como parte del anuncio de la próxima marcha nacional para la preservación de la familia y los derechos de los sensuales niños, organizada por la Iglesia católica, institución que aunque a veces parece que le gustaría mandar de una buena vez al infierno a todo aquel que no comulgue con sus ideas, en realidad es buena onda… porque si Cristo vino “a perdonar, no a condenar” –parafraseo el obispo- pues ellos también pueden hacer lo mismo.