En BARDO, la última película de Alejandro González Iñárritu que ya se encuentra disponible en Netflix (AQUÍ nuestra reseña), el personaje principal llamado Silverio, se sienta en la cama de su hijo. El niño se despertó por un extraño sueño, y su padre habla con él para que vuelva a conciliar el sueño.

Detrás de él, hay un póster del disco Demon Days de Gorillaz, el cual salió en 2005. Ese detalle, que podría pasar desapercibido entre la decoración de un departamento en el que se desarrolla gran parte de la película, nos revela que en la historia hubo un salto en el tiempo, que estamos en el pasado, en una de las memorias de Silverio.

Foto: Cortesía Netflix

BARDO se construye a partir de estos momentos, pues se trata de una inmersión en retrospectiva de un personaje que interpreta constantemente una realidad que le parece alterada. O mejor dicho, una realidad a la que no pertenece en un debate de identidad relacionado, principalmente, con su país (México) y su ciudad (Ciudad de México).

Es así como la película, entre metáforas que percibimos en una escala enorme e inmensa, realiza un viaje onírico y sumamente interpretativo que conecta con la audiencia gracias a un elemento clave: el diseño de producción, el cual corrió a cargo de Eugenio Caballero, ganador del Oscar y una de las figuras más relevantes en la industria del cine.

Tuvimos oportunidad de platicar con Caballero sobre su trabajo en BARDO, que sin duda, como mencionamos, es uno de los aspectos más destacados no sólo a un nivel técnico entre escenarios impresionantes que navegan entre un sueño y una acción real, sino por ser el ancla entre el espectador y la historia.

Eugenio Caballero / Foto: Getty Images

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¿Cómo se concretaron las ideas de BARDO?

Sopitas.com: Alejandro González Iñárritu habló (en una conferencia) de la existencia en BARDO. Pero no necesariamente de la fisicalidad de la misma, lo cual se convierte en un aspecto muy metafísico para la esencia del filme. Pero al mismo tiempo, es así como tu trabajo cobra más relevancia porque es justo lo que hace a esa historia onírica y surrealista, algo tangible y terrenal. BARDO se alimenta de sueños, memorias, imaginación…

Eugenio: Tienes razón. En general, con la dirección de arte, con mi trabajo, en esta película particularmente, el primero se tiene que dotar de algo concreto a una idea escrita (que puede seguir siendo muy abstracto). Cuando se tiene una idea abstracta, debe haber un proceso para poder escribirlo, de reordenamiento; pero todavía la literatura te permite tener un nivel de abstracción muy grande.

El primero que tiene que concretarlas es la dirección de arte. Es decir, hay que ver dónde se rueda esto, incluso antes del trabajo de los actores. Hasta que no está el set, en donde el actor esté presente, hasta ese momento se concreta una serie de sensaciones, conceptos e ideas. 

Ya en el set, llega un momento en el que se tiene que decir, ¿Cuánto mide este set?”, “¿Cómo es?”, “¿Qué queremos contar?”, “¿Cuál es el tono?“. Esta fue una de las primeras conversaciones que tuvimos con Alejandro. No se trataba solamente de la reproducción o de la interpretación visual de la memoria de Alejandro, sino también de la memoria colectiva mexicana, pues hay muchos temas que juegan ahí.

BARDO / Imagen: La Biennale Di Venezia

Entonces, lo primero era entender cuál era el tono, el cual a mí me ayudó muchísimo para poder concretizar estos sets que tienen tantas capas: estar vista a través de los ojos de Silverio, que de alguna manera tiene una realidad alterada; contar de dónde viene Silverio como tal, de dónde viene él como personaje y su familia; hablar de este México tan tremendamente complejo; y hablar de la escala de la película.

Al hablar de México, de pronto la escala es importante. Nosotros que vivimos en esta ciudad, sabemos de qué se trata cuando uno habla de escalas, pues todo es gigante, masivo, imponente, todo huele, todo sabe, todo suena. Y eso es parte de lo que tratamos de transmitir en la película. 

Después de hablar de eso, nos dimos cuenta muy pronto que para poder tener esta fluidez que está en la película, que te lleva casi a una experiencia de realidad virtual, teníamos que ser súper precisos. Si ya de por sí el trabajo de arte es un trabajo de concreción, en este caso fue mucho mayor porque tenía que ser de concreción con una precisión que debía incorporar todos estos conceptos que acabo de mencionar más la coreografía, timing, y todo lo que acabó en la película.

Daniel Giménez Cacho como Silverio Gama. Foto: Netflix

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México, un país sin tiempo

Sopitas.com: Ya mencionaste a México, una de las partes más importantes. En BARDO, México es un lugar donde no hay una temporalidad o no hay una época. Mucho se ha hablado de cómo la cinta es una interpretación del México de Iñárritu, cómo lo percibe. Y hay cosas con las que quizá yo no puedo relacionarme o no puedo entender de la misma manera, pero habrá otras que sí tenemos en común. ¿Hay chance de ver en BARDO el México que has vivido?

Eugenio: Sí, absolutamente. Aunque en realidad, no creo que nada más sea el México de Alejandro, sino el México que Alejandro y nosotros, de alguna manera, interpretamos del país de Silverio; es decir, hay un punto de sueño y realidad. Por ejemplo con los coches. Sabemos que no es en México por los colores ni los modelos, porque nosotros usamos coches de los 70, 80, 90.

Fue lo mismo con el vestuario y con ciertos props. La cimiente de eso son las memorias de Silverio mezcladas en este especie de mashup de una reinterpretación de lo que es la ciudad. La paleta de colores está súper controlada y muy saturada, muy vivaz, elegante también y sofisticada como lo es Silverio. México es mucho más estridente que eso. En este caso fue un tamiz o un filtro que tiene que ver con Silverio.

A mí particularmente me toca, porque yo caminaba en el departamento que hicimos para Silverio, en el foro, y decía,Este podría ser mi departamento. Me encantaría que fuera mi departamento”. Tenía arte en la pared y objetos que me eran muy familiares. Había dos temas que me importaban en ese departamento. Primero, reflejar al personaje y su familia. Y segunda, mostrar que había cosas que se quedaron en el tiempo. Las plantas están secas, todavía hay revistas de papel, la tecnología es de iPod. Ese tipo de cosas porque son doce años donde ha cambiado muchísimo nuestra cotidianidad más inminente. 

Alejandro González Iñárritu y Eugenio Caballero / Foto: Getty Images

Pero por otro lado, también las cosas están fuera de lugar. Esa fue una de las cosas que más me atrajeron. Para ese momento yo ya había leído el guion y había platicado con Alejandro. Entendí que era básicamente un salto al vacío y que tenía que confiar en él, tenía que confiar en el resto del equipo.

Era la idea de la no pertenencia. Silverio nunca está cómodo en el lugar donde está. En México no está cómodo aunque lo añora, en Estados Unidos no es gringo y hay cosas muy literales en la película que hablan de eso. Le hacen un homenaje en el California Dancing Club, pero al mismo tiempo es envidiado, y hay mucho cinismo alrededor de esto. AQUÍ les contamos la historia de este lugar.

Él con su familia también está fuera de lugar, y eso también está interpretado físicamente en la película. Por ejemplo, el agua, la arena el departamento en el desierto, el agua en el tren. Distintos objetos que están puestos en el departamento, siempre tienen algo fuera de lo natural y a mi eso me prendió mucho desde el principio. 

Daniel Giménez Cacho y Ximena Lamadrid en ‘BARDO’ / Cortesía: Netflix

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La fotografía y el diseño de vestuario

Sopitas.com: En una charla que diste en la UNAM, mencionaste que tú como experto, tenías que saber más que el director en cuanto a reconocer espacios, tamaños y texturas. Es interesante porque BARDO es una autoficción bastante personal, y por ende, muy interpretativa de quien cuenta la historia (Iñárritu). Dices que entrarle a este proyecto fue como un salto al vacío, pero por parte de los dos: Alejandro al confiar en ti en la creación de los espacios, y tú en responder a esta historia. 

Eugenio: Sí, sí. Es una especie de red que se hace… ¿Ves cómo cuando la gente se avienta en paracaídas empieza a hacer una red gigante? Así fue. Digamos que es clave tener un buen equipo de producción en el cual confiar. Stacy (Perskie) hizo un trabajo estupendo, Carla y los productores. Por otro lado, incluyendo la supervisión, también es idispensable tener a un buen equipo de arte.

En mi equipo yo tenía a dos personas claves y fundamentales, que fueron Darius Khondji en la fotografía y Anna Terrazas en el vestuario, que son dos personajes con los que yo me voy a donde me lleven. Es gente que sé que tiene los recursos, tiene la pasión y el amor, el amor en general no sólo al oficio sino… el cual es la única manera de aventarse en este tipo de proyectos. 

Iker Solano en ‘BARDO’ / Foto: Cortesía Netflix

La construcción de Silverio Gama

Sopitas.com: También alguna vez mencionaste que el tono de las escenas dictaban el resto de los detalles como el vestuario. Y también creo que esos puntos ayudan a la construcción del personaje. Entonces, me parece sensacional que justo todo se construye y se cuenta a través de la mirada de Silverio, pero al mismo tiempo, la construcción de Silverio se hizo a través de esos detalles que tú pusiste o que Anna Terrazas, por ejemplo, hizo en el vestuario. 

Eugenio: Ahí hay una simbiosis interesantísima, es un círculo virtuoso que además nace de Alejandro. Alejandro está detrás de todo esto, aporta la visión y la visión es esencial mientras nosotros vamos sumando. A mí, una de las cosas que me gusta mucho, es que Alejandro siempre dijo que esta película era una especie de nado tranquilo en la superficie del agua con un snorkel, en donde tú vas ahí mientras vas viendo desde la luz todas las profundidades hasta la más densa.

Muchas veces las películas del mismo Alejandro se han hecho en la profundidad más densa donde la luz está allá atrás, y eso fue clave para poder hacer los sets. Los sets tienen humor también y esa es un poco la idea. Tienen colores, no es la densidad aunque se está hablando de eso, y cuando se toca la densidad, dentro de la misma escena hay algo que lo sacude, que le quita solemnidad como la escena del Zócalo. 

Alejandro González Iñárritu dirigiendo una escena en el Zócalo de la CDMX para ‘Bardo’. Foto: Cortesía Netflix.

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¿Una película contradictoria?

Sopitas.com: Que es esta parte, considero, que tiene la película que es muy contradictoria en el buen sentido. Es absurda y sublime, muy hermosa pero al mismo tiempo tiene que ser desagradable. Todo eso se proyecta en todos los elementos que construyen la historia. 

Eugenio: Yo creo que hacer una buena película es muy difícil porque debes lograr que toda la gente que trabaja en la producción, que llegan a ser cientos, de alguna manera estén conectados siguiendo una sola visión. Lo más común es que las visiones se disparen y entonces se le empieza a restar fuerza a una buena idea, si es que la hubiera, y acaba siendo una cuestión blanda en todos los sentidos.

Y siento que BARDO, básicamente, era como una punta de flecha. La gente estaba ahí y la fuerza se iba hacia un solo lugar, el cual era arriesgado. Estoy de acuerdo en que es una película incómoda a veces, pero tiene la otra parte en la que la cinta está muy bien pensada, muy controlada en ese sentido. Eso es lo que se quería proyectar junto a la parte de escala grande compuesta por imágenes bellísimas. 

Daniel Giménez Cacho como Silverio Gama en ‘BARDO’ / Foto: Cortesía Netflix

Todo esto también estaba muy controlado. Para mí, esa fue una de las cosas más interesantes. Nosotros hicimos en esta película mucho más que en cualquier otra como previsualización; modelos digitales; mockups que se llaman escala 1:1 que básicamente es que con paneles de tela, haces más o menos el tamaño del set y los elementos básicos para entender cuál es el ritmo de la secuencia.

Esta es una película que además de todo, tiene un ritmo muy específico. Eso había que cronometrarlo y entender toda la coreografía de extras, personajes principales, y de cámara para poder lograr lo que tú ves en la película. Ese trabajo de los grandes plano secuencias o de digamos estos paseos por realidades como la recreación de la batalla del Castillo de Chapultepec o la visita de Silverio al estudio de televisión.  

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