Este 24 de septiembre, el escritor estadounidense, Francis Scott Fitzgerald cumpliría 124 años. En efecto, un día como hoy, pero de 1896, nacía el creador de A este lado del paraíso, y por esa razón, queremos recordarlo no sólo con su literatura, también con una de sus más polémicas relaciones. No, no nos referimos a Zelda Fitzgerald, hablamos de su amistad con Ernest Hemingway.

Su encuentro y amistad en Francia

Según Culture Trip, estos gigantes de la literatura universal se conocieron durante la década de 1920 en París, Francia, exactamente en el bar Dingo, en momentos muy diferentes de sus carreras. Sí, mientras a Fitzgerald ya se le consideraba un escritor exitoso con su libro El Gran Gatsby, Hemingway era un periodista que apenas daba sus primeros pasos en la ficción. Aunque luego la carrera de Francis se iría en picada y la de Ernest subiría rápidamente.

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Después, cuando el autor de Hermosos y malditos se mudó al sur de Francia, a Juan-les-Pins, él alquilaba una villa y organizaba enormes fiestas invitando a los más grandes músicos de jazz de ese tiempo, así como a artistas y escritores populares de la época como el propio Ernest Hemingway. Sería por estos tiempos que comenzaría a escribir su novela Suave es la noche.

Así fue como, entre fiestas y críticas mutuas a sus trabajos, en Francia nació una de las amistades, quizá, más extrañas de la literatura, ya que estos personajes eran totalmente diferentes y tenían una visión diferente de la vida.

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Por una parte Hemingway ya había tenido varias relaciones y era un apasionado de su profesión, llevándolo a participar en la Primera Guerra Mundial, en la Segunda y también en la Guerra Civil Española; además adoraba la cacería y las corridas de toros. Mientras tanto, Fitzgerald estaba profundamente enamorado en esos días de su esposa Zelda, le gustaban las fiestas y amaba el jazz. Tal vez los únicos gustos que los unían, y quizá los más importantes, eran la literatura y la bebida.

Zelda entre Francis y Ernest

A pesar de que eran personas totalmente diferentes, ambos se convirtieron en buenos amigos. Incluso contra la animadversión que Ernest y Zelda tenían mutuamente. De hecho, de acuerdo a Scott Donaldson, autor de Hemingway contra Fitzgerald. Auge y caída de una amistad literaria, a la esposa de Francis le irritaban sus “exhibiciones de masculinidad”.

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Mientras que Hemingway creía que ella sólo distraía a su amigo cuando éste intentaba ponerse a escribir. Así lo señaló en su libro París era una fiesta: “Zelda estaba celosa del trabajo de Scott (…) Scott tomaba la resolución de no embarcarse para las juergas de borrachera que iban a durar toda la noche, y de hacer cada día un poco de ejercicio y trabajar con regularidad. Se ponía a trabajar, y en cuanto se había calentado y el trabajo marchaba bien, allí estaba Zelda quejándose de lo mucho que se aburría, y arrastrándolo a otra borrachera.

Pero la esposa de Fitzgerald no sólo estaba en contra de Ernest, también creía que entre él y su marido existía algo más. O al menos eso cuenta Donaldson en su libro, donde asegura que Zelda en una ocasión le dijo a Scott que, tras volver ebrio y de ver a Hemingway, él comenzó a decirle “ya no más, baby”, lo que ella interpretó como un comentario de amante hacia el escritor de El viejo y el mar.

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No obstante, tal vez estos comentarios sólo buscaban que él se alejara de Ernest, pues según el propio autor de Hemingway contra Fitzgerald, Francis siempre temió que lo creyeran homosexual, e incluso una vez le dijo lo siguiente a Zelda: “Cuando más cerca estuve de dejarte fue cuando me dijiste en la Rue Palatine que pensabas que yo era marica”.

Hemingway sobre la literatura de Fitzgerald

Después de su amistad en Francia, durante la década de 1930, mantuvieron su amistad por cartas. De hecho, es gracias a una de ellas que nos podemos dar una idea de lo que pensaba Hemingway sobre la literatura de Fitzgerald.

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Era 1934 cuando Francis le pidió  que le diera su opinión sobre su novela recién publicada, Suave es la noche; a lo que, sin tapujos, Ernest le envió una extensa carta con consejos sobre sus personajes, de la trama, e incluso, de cómo debía utilizar sus sentimientos al escribir.

En la misiva, que se encuentra en la recopilación The Letters of Ernest Hemingway, se puede leer: “Me gustó y no me gustó. Comenzó con esa maravillosa descripción de Sara y Gerald. Luego empezaste a jugar con ellos, haciéndolos regresar de cosas de las que no venían, transformándolos en otras personas y no puedes hacer eso, Scott (…) La invención es lo mejor, pero tú no puedes inventar cualquier cosa que no suceda realmente.

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Luego le señaló: “Tú, que puedes escribir mejor que nadie, eres tan pésimo con el talento que tienes que… al diablo con eso. Scott, por el amor de Dios, escribe y escribe de verdad sin importar a quién o qué duela, pero no hagas estos tontos compromisos”. Cabe resaltar que se considera que este libro de Fitzgerald, está basado en su relación con Zelda.

Ante esto, Ernest le aconseja finalmente: “Olvida tu tragedia personal. Debes estar herido como en el infierno antes de poder escribir en serio. Pero cuando tengas ese maldito dolor, úsalo, no hagas trampa con él. Sé tan fiel como un científico, pero no pienses que nada es importante porque te sucede a ti o a alguien que te pertenece.

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Aunque, donde quizá podemos encontrar la mejor descripción de Hemingway sobre Fitzgerald, es en su libro ya mencionado, París era un fiesta:

“Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo.

*Con información de Culture Trip, Hemingway contra Fitzgerald. Auge y caída de una amistad literaria, París era una fiesta, y The Letters of Ernest Hemingway

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