Por Daniel Montes de Oca / @montesdeoca11
Cristiano Ronaldo juega a ser Dios… Y hay noches como la de hoy en el Bernabéu en las que es imposible negarle dicha condición.
Dice Jorge Valdano que a CR7 se le nota el gimnasio, pero también el egoísmo Narciso que cuando juega en función del equipo, no hay queja que valga.
Cuando no anota está triste y pocas veces celebra los goles de sus compañeros, pero cuando él es la figura, nada como su sonrisa para representar de forma genuina la felicidad…
Todo en el ‘7’ del Madrid remite a una actuación perfecta, se sabe observado por el mundo y hasta el pase más intrascendente lleva un adorno que lo aleja de lo rutinario.
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Hace un par de días, Xavi Hernández, legendario ex mediocampista del Barcelona dijo que el problema de Cristiano se llama Messi… Pero el luso no parece competir con Leo; en cada partido su mayor desafío es superarse.
Tiene tantos admiradores como detractores, y a la distancia parece que lo disfruta. Suele gritarle al mundo que un atleta portentoso no tiene por qué ser modesto. A él no le va.
Cuando juega el Madrid la novedad es que Cristiano no marque, porque el Real se ha vuelto cómodo con el ‘7’ en el campo.
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Dicen que superados los 30 ya no es la ‘bestia’ que desborda y deja en el camino a rivales como si se se tratara de conos, pero sin esto sigue siendo quien dicta el destino de los compromisos decisivos.
Máximo goleador en la historia de la Champions League, noche redonda ante uno de sus oponentes que más lo inspiran, y Cardiff a la vista…
Cristiano Ronaldo juega a ser Dios… Y se volvió tan común que lo consiga, que amarlo u odiarlo ya parece una elección complicada.
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