Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11

Paco Jémez es un tipo pasional, bravo. El técnico vive su segundo torneo en el futbol mexicano al frente de Cruz Azul, y en honor a la verdad, más allá de predicar e intentar plasmar una idea de juego ofensiva, los resultados no le han acompañado.

El español ha dirigido 21 partidos de Liga a La Máquina con saldo de seis triunfos, nueve empates y seis derrotas, números que la campaña anterior no le alcanzaron para meterse a la Liguilla, y que en la actual lo tienen en el octavo lugar, en apenas cuatro jornadas disputadas.

No son los números los que definen a Jémez y eso queda claro, pero sí una filosofía que pondera jugar bien como el camino más eficaz hacia la victoria.

“La credibilidad se gana sobre todo en los malos momentos, en los buenos es fácil escoger caminos, pero en los malos decidir no cambiar es difícil. Si algún día me echan me tendrán que echar pero habré hecho las cosas como yo quiero. O incluso como quiere el público.

“Necesitamos valientes, con carácter, gente sin miedo a fallar, gente convencida y con ganas de disfrutar. Yo siempre huyo a la mediocridad”, dijo en una extensa entrevista con la Revista Líbero en 2014, la cual deja al descubierto las convicciones del español.

Foto: Mexsport

En México no se le percibe del todo cómodo, pues son constantes sus enfrentamientos con la prensa, rechaza las críticas y el fin de semana pasado perdió las formas mostrando el ‘dedo medio’ a la tribuna, gesto que después justificó argumentando que iba dirigido “solo a un aficionado” que amenazó a sus hijas.

El originario de Las Palmas es un tipo pensante y en el fondo debe saber que nada justifica un acto carente de educación y alejado del ejemplo que debe predicar como guía de una agrupación.

Es cierto que los medios sin filtros y mucho menos escrúpulos se han dedicado a realizar galerías de fotos y ponderar la belleza de la hija de Jémez, menor de edad, por cierto; sin embargo, ante tal pobreza resulta también inaceptable que el entrenador se rebaje a esos niveles.

La silla celeste es un sitio incómodo desde hace casi 20 años, pero eso lo sabía Jémez antes de asumir el reto, mismo que hoy parece rebasarlo.

El español no entiende la vida sin arrojo, por lo que sigue siendo bienvenida su valentía, la claridad de sus conceptos (estemos o no de acuerdo), pero no debe perder de vista un aspecto fundamental: el aficionado de Cruz Azul ya no quiere discursos huecos ni que su equipo juegue bonito y esto no lo refleje con triunfos. A la maltratada parcialidad celeste le urgen motivos para celebrar. Incluso pequeños.

“Si no vives la vida de manera valiente, es difícil… Se juega como se vive, se respira y como se entrena”… Que así sea, señor Jémez.

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