El Ángel de la Independencia es uno de los puntos más destacados de la Ciudad de México y el país en general. Representa un destino turístico indiscutible y un emblema de la capital que nos lleva a un viaje al pasado cuando Porfirio Díaz lo mandó a construir. ¿Y quién fue el responsable? El arquitecto nayarita Antonio Rivas Mercado, quien pasó a la historia como uno de los más destacados gracias a esta obra.

Mismo destino viviría una de sus hijas, la escritora Antonieta Rivas Mercado, tanto con su obra transgresora, egoísta y un tanto narcisista (que resumimos como rebelde) y el final fatal de su vida: un suicidio en Notre Dame de París con la pistola de José Vasconcelos.

Antonieta fue una mujer de letras y de pasiones, dos elementos que se conjuntaron el 11 de febrero de 1931 cuando entró a la icónica catedral de la capital francesa, se puso de rodillas frente al altar y se quitó la vida con un disparo directo al corazón.

Antonio Rivas Mercado con Antonieta, Amelia, Alicia y Mario en 1920. / Revista de la Universidad

Muchas son las teorías que intentan develar el misterio de su muerte. Y es ahí donde radica el error. No hay misterio, sino una vida melancólica marcada por el abandono de su madre, la muerte de su padre y protector a finales de los años 20, los corazones rotos marcados por la figura del inglés Albert Blair, con quien tuvo un hijo, y el artista Miguel Rodríguez Lozano, homosexual que no correspondió al amor de Antonieta.

Antonieta Rivas Mercado todavía no cumplía los 31 cuando decidió morir, sí, de una forma dramática, pero cuya decisión fue propia. Algunos dicen que el último que la vio con vida en París, fue José Vasconcelos por una relación cercana conocida por su trabajo. Antonieta fue parte de la campaña de Vasconcelos a la presidencia, como opositor, después del asesinato de Álvaro Obregón en 1928.

Antonieta Rivas Mercado y José Vasconcelos.

“¿Y no hay más belleza en ceder al instante violento y vivir el resto del tiempo en austero apartamiento, a convivir sin pasión?”, escribía en su Diario mientras estaba en Burdeos antes de moverse a París para su cita con Vasconcelos. Y para cerrar, la escritora se decantó por las palabras: “He decidido acabar…”. Su suicido, sorpresivo, llegó a pesar de haber manifestado sus ganas de terminar una novela. 

Cuando Antonieta se quitó la vida en 1931, a dos años de las elecciones, el gobierno quiso callar la historia por motivos meramente políticos. Es decir, para evitar el surgimiento de un mártir íntimamente relacionado con los ideales de Vasconcelos, quien había ganado popularidad cuando se desempeñó como secretario de Educación Pública y representó de forma directa los ideales educativos de la Revolución.

Antonieta en 1921 / Revista de la Universidad

Sin embargo, como contraparte, Antonieta Rivas Mercado también fue una gran escritora y cuentista que llegó a publicar en las revista Ulises. Su vida literaria ha sido eclipsada por el dramatismo de su muerte y el hecho de que era una mujer intelectual cuando se supone no debían serlo.

Antonieta ahora ha pasado a la historia por ser responsable del alto perfil de la cultura mexicana a partir de la década de los 20 con la fundación del Teatro de Ulises, el apoyo a la Orquesta Sinfónica de México presidida por Carlos Chávez y el surgimiento de grandes figuras literarias como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. 

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