Después de que hace un par de meses la OMS señaló al tocino como alimento cancerigeno, y de que muchos caímos en la depresión, una de las cosas que más frecuentemente escuchábamos era:

En lugar de tocino, mejor come una ensaladita fresca.

Y bueno, uno de los componentes esenciales de una ensalada es la lechuga… y resulta que la lechuga es peor que el tocino.

¡Quihubo! esa no se la esperaban ¿verdad?

lechugon

Pero no se alarmen, no es que sea dañina para quien la come, sino más bien para el medio ambiente, pues su producción requiere el triple de emisiones de gases de efecto invernadero que el tocino. Aunque bueno, esto a la larga también nos termina perjudicando.

Y ya ven que a todo se acostumbra uno, menos a la larga.

A pesar de que estrellas como el Sir Paul McCartney nos digan que no comer animales y consumir vegetales como la lechuga es de lo más saludable, la realidad es que nel: Al comer más frutas y verduras estamos contribuyendo al calentamiento global.

Pus ya, si de todas formas nos va a cargar el demonio, ¡tráiganme una orden de tocino frito para el desayuno!

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Lo anterior fue determinado por un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad Carnegie Mellon, en Pennsilvania, quienes compararon las emisiones de gases de efecto invernadero que se desprenden en la producción -por caloría- de diversos alimentos, en términos del uso de agua, emisiones resultantes y costo energético.

Tras estas pruebas, el profesor Paul Fischbeck, uno de los autores de este informe que fue publicado en el Environment Systems and Decisions, señala que:

“La lechuga es tan baja en calorías que alguien tendría que comerse por lo menos dos lechugas Iceberg enteras para acercarse a la ingesta de calorías de dos rebanadas de tocino ahumado. Como resultado, las emisiones de transporte de lechugas voluminosos son mucho más altos por caloría que los de carne de cerdo.

Un montón de verduras comunes requieren más recursos por caloría de lo que se imaginan. La berenjena, apios y pepinos son peores que el cerdo y el pollo”.

En otras palabras, la lechuga y otras verduras aporta tan pocas calorías, que su transportación y comercialización termina generando más contaminación, en contraparte con la poca carga calórica que aporta a nuestro organismo. Además, la lechuga es mucho más propensa a echarse a perder o morir antes de llegar a la mesa del consumidor final, por lo que este desperdicio también impacta en la contaminación.

Ni hablar, una dieta saludable aumenta la emisión de gases de efecto invernadero hasta tres veces más que otro tipo de alimentación.

Eso sí, no vaya a pensarse que ocurre igual con todas las verduras. Por ejemplo, la producción de col genera una quinta parte de las emisiones que provoca la obtención de cada caloría de carne de cerdo, y el brócoli se produce con menos del 50% de las emisiones ocasionadas por el tocino.

Pero bueno, en defensa de los vegetales podemos citar a Antony Froggatt, miembro de la Chatham House, quien no hace mucho afirmó que:

“En conjunto, las emisiones que provocan la carne, las aves y los huevos son más altas que las de los vegetales, los cereales, las legumbres y el azúcar”.

lechugamurio

En conclusión, si bien hay algunos vegetales cuya cifras de emisión de gases de efecto invernadero son muy altas durante su producción, lo es aún más en algunas carnes.

(Por si se lo preguntaban, la producción de carne de cordero hace que se desprendan más emisiones que con la de pollo, cerdo o res).

Ahora, si lo que de plano quieren es fregarse al medio ambiente, pues ahí está una ensalada de lechuga con tocino:

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*** Vía Telegraph

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