Pues damos continuidad a este nuevo apartado que busca recordar a los compositores mexicanos que gracias a su legado han marcado nuestra identidad cultural. Porque la música es un lenguaje y a través de ella podemos entender mucho más de lo que a simple escucha oímos, es un registro temporal donde podemos percibir aspectos económicos, políticos, sociales y culturales de una época en específico.

La importancia de la historia es tener un registro que nos permita entender y analizar nuestro presente y nuestras aspiraciones a futuro. Lo mismo pasa con la música, conocer su paso por el tiempo nos ayuda a entender y conformar nuestra identidad cultural, algo sumamente valioso teniendo en cuenta la riqueza de nuestro país, misma que puede estar un tanto amenazada por la monstruosa industria musical pero que podemos mediar al menos siendo conscientes de su existencia, además de que puede incentivar a que los actuales compositores tomen en cuenta los diversos lenguajes musicales que México ha dado.

Esta ocasión hablaré de Julián Carrillo, uno de los compositores mexicanos más importantes, vanguardistas, y considerado como un importante pionero en el microtonalismo, mérito que logró darle un reconocimiento internacional increíble.

Julián Carrillo nació en el pueblo de Ahualulco, el cual pertenece al estado de San Luis Potosí. Fue el último de 19 hijos de Nabor Carrillo y Antonia Trujillo, pareja de ascendencia indígena. Su primer acercamiento a la música fue en el coro del templo local, donde al ver su talento lo incitaron en ir a la ciudad de San Luis Potosí a estudiar formalmente, allí estudio con el profesor Flavio F. Carlos de 1885 a 1895, con él trabajo como timbalero y más tarde pasó a ser violinista. Durante esta época trabajo por las mañanas ejecutando responsos fúnebres y por las noches tocaba para fiestas particulares.

 

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A temprana edad Julián Carrillo hizo sus primeras composiciones e incluso una misa, lo cual le otorgó reconocimiento dentro del gremio y gracias una carta de recomendación por parte del gobierno estatal en 1895 se traslado a la Ciudad de México para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música.

Fue allí donde Julián Carrillo vislumbró una idea que cambiaría totalmente su perspectiva de la música. Durante su clase de acústica con Francisco Ortega, se le mostró la supuesta “Ley de Divisiones de Cuerdas” la cual sostiene que si se divide en dos segmentos una cuerda cada uno sonará como la octava; si en tres, cada uno será la quinta, etc. Es una ley que explica la producción de intervalos fundamentales (la distancia tonal entre una nota y otra). Carrillo se sorprendió mucho y comenzó a experimentar por su propia cuenta, ese mismo día realizó en su departamento un experimento donde utilizó el filo de una navaja para presionar la cuerda en el punto exacto entre las notas sol y la de su cuerda de violín, obteniendo así dieciséis tonos nítidamente diferentes. Desde entonces Carrillo comenzó a dedicar gran parte de sus obras a un estudio cada vez más profundo con base en la física y matemáticas en la música.

 

 

Julián Carrillo fue un alumno y músico destacable, gracias a su entrega y diversos premios de nivel superior el, en ese entonces, presidente Porfirio Díaz lo escuchó y le dio una beca para estudiar en el Real Conservatorio de Leipzig, en Alemania, teniendo a profesores como Hans Becker, Joachim Nikolas Eggert, Johan Merkel y Salomon Jadassohn. En esa época compuso su primer Sinfonía la cual fue estrenada por la Real Orquesta del Conservatorio de Leipzig bajo su misma dirección.

En 1900 participó en el Congreso Internacional de Música que se celebró en París, allí Julián Carrillo propuso nombrar todas las notas nuevas con monosílabos para así facilitar su estudio en solfeo, la propuesta posteriormente se aceptó y se publicó. Terminando sus estudios en Leipzig se trasladó a Bélgica para ingresar al Real Conservatorio de Gante donde ganó en primer lugar el Concurso Internacional de Violín de 1904.

 

 

Cuando regresó a México su nombre ya era reconocido, los méritos y reconocimientos que logró fuera de México ensalzaron la identidad nacional y hasta Porfirio Díaz le regaló un violín Amati en nombre de la nación. Fue nombrado profesor de composición, contrapunto, fuga e instrumentación en el Conservatorio Nacional y en 1913 fue promovido como director, en donde reformó los programas de estudio, haciendo énfasis no sólo en la rigurosa preparación técnica, sino también en materias como literatura, o español.

En todo este lapso Carrillo continuaba con aquella joven inquietud de la música atonal y microtonal. En 1914 cuando cayó el gobierno de Victoriano Huerta se exilió en la ciudad de Nueva York, donde organizó y dirigió la Orquesta Sinfónica América. Allí presento su primer sinfonía y publicó la Teoría del Sonido 13 y Pre-Sonido 13: Rectificación básica al sistema musical clásico. El 15 de febrero de 1925 presentó por primera vez una obra microtonal en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono, logrando un auge en la divulgación de la teoría del Sonido 13 que lo llevó a presentarse en Cuba, y le dio la oportunidad de conocer a Leoppold Stokowski, quien se convertiría en su fiel amigo.

 

 

Cuando regresó de Nueva York a México en 1918 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica Nacional y del Conservatorio Nacional. Bajo su batuta la Orquesta Sinfónica Nacional logró una increíble excelencia que de hecho fue considerada mejor que la Orquesta Filarmónica de Nueva York. El éxito le permitió a Carrillo sostener a la orquesta bajo sus propios recursos, lo que le permitió una total libertad en las ejecuciones, pasando por todas las épocas musicales, desde el barroco hasta el atonalismo y el serialismo, también hizo hincapié en promocionar la música de compositores mexicanos como Manuel M. Ponce, Antonio Gomezanada y Juan León Mariscal.

Posteriormente Carrillo organizó la Sinfónica del Sonido 13, el primer conjunto en que todos los instrumentos estaban afinados microtonalmente. Lo que le hizo entender que era necesario construir instrumentos especiales para interpretar sus composiciones. Fue así que en 1940, gracias a sus conocimientos de física y matemáticas, patentó 15 piano metamorfoseados para cada intervalo de tono, pero fue hasta 1949 que construyó el primer piano de tercios de tono en la Casa Saute de Alemania. En 1958 logró construir los 15 pianos y los presentó en la Exposición Mundial de Bruselas, donde es galardonado con una medalla de oro. Esto lo motivo y posteriormente construyó más pianos, arpas, flautas, guitarras y cellos capaces de generar cuartos, octavos y hasta dieciseisavos de tono.

 

 

Este es quizá el momento de esplendor de Carrillo, donde todos quedaron maravillados al observar cómo su obsesión juvenil terminó por germinar en instrumentos y obras sumamente complejas que mostraban su madurez y la acumulación de conocimiento a lo largo de tantos años, tantas escuelas, tantos profesores y tantos contemporáneos.

Si siguiéramos con la lista de reconocimientos no terminaríamos, en Francia fue nombrado como Caballero de la Legión de Honor, en Alemania con la Gran Cruz de la Orden del Mérito; Stokowski le pidió por encargo grabar sus diversas facetas de escritura musical, pasando por la clásica, atonal y microtonal; recibió el Gran Premio de la Música de América Latina; y hasta Times lo describió como:

“Julián Carrillo, el venerable de la música mexicana, ha consagrado su vida a escudriñar un insospechado mundo microtonal. Ha deshecho y vuelto a construir nuestra escala cromática, tanto que nos sentimos tentados a llamarlo el desintegrador del átomo musical, sólo que este nombre no basta por sí solo para dar idea del maravilloso mundo emocional que ha dscubierto. Esta es la más grande y sorprendente revolución musical desde que Terpandro hace veintiséis siglos aumentó en Grecia dos notas a la escala pentafónica de los chinos.”

Su reconocimiento se hizo internacional y las puertas de diferentes sedes se le abrían, hasta el gobierno del, en ese entonces, URSS, lo invitó a realizar una gira de conciertos del Sonido 13, pero jamás se pudo realizar debido a su muerte. Julián Carrillo murió el 9 de septiembre de 1965, sus restos están depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón Civil de Dolores. Y sin duda es un compositor mexicano del cual debemos sentirnos muy orgullosos, y que recordarlo hará que prevalezca nuestra identidad cultural. 

 

 

T: @hreveh

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