He’s the one who likes all our pretty songs
And he likes to sing along
And he likes to shoot his gun
But he dont know what it means

Hoy es el día que los medios de comunicación nos recuerdan con puntualidad que han transcurrido veinte años de la muerte de Kurt Cobain, un dato que -si no fuera por ellos- sólo sería recordado por los más fieles seguidores de la banda que formó. La gente no suele ser muy buena para quedarse con fechas en su memoria y no creo que haya mucha gente que quiera ser recordada por el día o la forma en que haya muerto, a menos que haya sido un acto heroico (nada heroico en un suicidio).

La muerte del líder de Nirvana en un día como este pero de 1994 fue un acontecimiento difícil de superar para los fans de la banda y no fueron pocos los que siguieron su trágico ejemplo. A causa del aniversario luctuoso, el tema vuelve a surgir en las primeras planas, como aquel morboso caso de las fotografías nunca antes vistas de la locación donde se mató el músico, reveladas hace unos pocos días por la policía de Seattle. Pero muchos preferirán rendirle tributo de una manera más humilde y honesta, ya sea escuchando o interpretando su música. Revivir a alguien a través de su obra es uno de los más grandes atributos que tiene el arte.

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Sin duda habrá alguien que sentirá curiosidad por buscar pistas en sus canciones para averiguar las razones que llevaron a Cobain a quitarse la vida. Una búsqueda que no me parece inapropiada, pero sí una pérdida de tiempo. En Nevermind, un disco que salió tres años antes de su muerte, casi todas las canciones contienen referencias a armas de fuego, aversión a la popularidad, indiferencia… son temas en primera persona que no reflejan ningún interés por el mundo exterior; más bien le dan voz a sentimientos de inseguridad, apatía y reclusión. Kurt Cobain era una persona que se aferraba a la congruencia de sus ideas, pero lo que la industria esperaba de él chocaba con su forma de pensar. El único refugio que tenía era su música, aunque paradójicamente, su música era lo que lo exponía a la fama. Su principal problema era su propio talento, era demasiado bueno en su oficio, tan bueno que terminó por salvar a la industria que tanto despreciaba.

A finales de los 80, el rock volvía a pasar por otro momento de crisis. La era del hard rock que había tenido sus mejores momentos con Van Halen y AC/DC, se había comercializado al grado de llegar a la auto-parodia. Gracias a bandas como Guns N’ Roses y Poison, el rock era más popular que nunca al momento de entrar en la década noventera, pero en el trayecto había perdido su honestidad y rebeldía. ¡Ah! Pero había algo de esperanza. Así como el punk llegó en los 70 para salvar a la música de los excesos del rock progresivo, un puñado de bandas de Seattle giraron el timón para corregir el curso de la nave.

Fue en ese punto cuando llegó Nevermind y una nueva generación de fans por fin descubrió la honestidad del rock, ese estilo de música sin pretensiones que tanto había emocionado a sus padres y a sus abuelos en su momento. El rock pierde gran parte de su esencia al convertirse en mercancía, y ese era el destino que le esperaba a la nueva ola denominada por los medios como grunge, con Nirvana en la cabeza. Sin embargo, esos primeros años en los 90 fueron ORO PURO.

Por supuesto, Nirvana no inventó la rueda con su segundo álbum de estudio. Otras bandas como Pixies, Hüsker Dü y Dinosaur Jr ya habían encontrado la fórmula al combinar la estética punk, las guitarras metaleras, y un gusto por las melodías del pop/rock. Estas bandas independientes nos dieron una alternativa al rock que saturaba la radio, cuando todavía no se acuñaban etiquetas como indie rock o alternative rock. Lo que hizo Nirvana mejor que sus pares (quizás sin querer) fue aprovechar ese momento cuando los astros se alinearon.

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Hace más de veinte años, el video musical competía con la radio FM como el formato ideal para promover un material discográfico. Las disqueras sabían que era necesario que sus artistas gozaran de una alta frecuencia en la rotación de contenido para tener algún impacto en el espectador. En este caso en particular, no creo que David Geffen haya tenido que intervenir del todo. Del Nevermind salieron cuatro videos/sencillos: “In Bloom”, “Lithium”, “Come As You Are” y “Smells Like Teen Spirit”.

Mucho se ha escrito sobre el video de “Smells Like Teen Spirit”, ahora reconocido por MTV como el mejor video musical en la historia de su programación. Lo que busca cualquier video es capturar la esencia de un tema y transformarlo en una obra visual. Tal vez hoy nos parezca una ejecución relativamente sencilla: banda toca en un pep rally, estudiantes enloquecen, hay unas porristas anarquistas, tonos sombríos y un conserje. Evidentemente es música para chavos. La grandeza de Nevermind es que sigue siendo música para chavos. Haz un experimento con alguien que nunca en su vida ha visto el video de “Smells Like Teen Spirit” y checa como se le pone la piel de gallina. Incluso alguien como yo, que ya tiene este tema muy quemado en su cabeza, puede sentir un poco de escalofríos el escuchar los acordes más famosos de los 90.

El resto de las canciones en este disco son caminos que hemos recorrido tantas veces como los pasos de la recámara al baño. Pero es cosa segura que todos los días hay, por lo menos, un nuevo fan que en la primera oída se enamora de cualquiera de sus doce temas (ok, doce mas una rola escondida). Probablemente no se fijen mucho en las letras, pero ESAS melodías simplemente no muestran su edad. Para mi, es increíble como es que todavía puedo escuchar el disco después de tanto tiempo y descubrir un gancho que del que no me había percatado antes y salir con una nueva favorita como “Lounge Act” o “Drain You”, la única canción más o menos romántica en el disco.

Hoy podemos decir que Nevermind, con su portada del bebé en la piscina a punto de ser pescado por un dólar, es un símbolo cultural del siglo pasado. No podría escribir un análisis de cada pista porque los temas han trascendido ese lugar para formar parte de la historia. Cuando Kurt Cobain estaba escribiendo estas canciones, seguro no tenía idea de que algún día serían recordadas como grandes clásicos de la música moderna y que veintitantos años después estaría ingresando al Salón de la Fama. Lo suyo era escribir canciones para sacar todo lo que tenía dentro. Todo lo demás -adoración del público, críticas, popularidad, dinero, los medios- le eran ajeno. O lo que sea, no importa.

T: @ShyTurista

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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