Faltaban más de cinco horas para que Roger Waters apareciera en el Zócalo capitalino y la plancha ya lucía llena.
Los lugares de la primera fila estaban apartados desde una noche antes por algunos de los seguidores más apasionados del músico, que pasaron la noche cerca sólo para tener una mejor vista del escenario.
Roger Waters había hecho el llamado y miles respondieron. Los alrededores del primer cuadro de la ciudad se fueron llenando desde la noche del viernes.
Entre vendedores y el folclor cotidiano del Centro Histórico de la Ciudad de México, la gente seguía buscando el mejor espacio disponible para no perderse ningún detalle del espectáculo que algunos consideraban el más grande que se haya presentado en el Zócalo.
Con un escenario de 90 metros de ancho y más de 26 metros de altura, Roger Waters complació a sus seguidores, mexicanos y extranjeros, que viajaron a la capital sólo para ver su espectáculo, especialmente a aquellos que no pudieron verlo en el Foro Sol.
En punto de las seis de la tarde, los altavoces anunciaban que la Plaza de la Constitución había alcanzado su máxima capacidad.
Quienes no habían cruzado los filtros, veían cada vez más lejana la posibilidad de unirse tan siquiera a la celebración. Sin embargo, hubo aquellos que, como un acto de rebeldía o de desesperación, saltaron las vallas para pasar entre los elementos de seguridad.
La tarde se desvaneció y abrió paso a la noche. Con ella, comenzó la cuenta regresiva para que Roger Waters saliera. El músico no le falló a los miles de seguidores que ya se encontraban con los brazos abiertos para recibirlo y a la hora indicada apareció en el escenario.
Speak to Me fue la canción que anunció que el show había comenzado y que tantas horas de espera y empujones habían valido la pena. Durante la primera hora de concierto el fundador de Pink Floyd soltó temas como ‘Money’, ‘Use & Them’ y ‘Shine on You Crazy Diamond’, con los que cautivó al público que seguía en pie a pesar del reducido espacio y las condiciones climáticas.
Uno de los momentos más esperados llegó: el escenario se iluminó simulando la Battersea Power Station, frente a la Catedral Metropolitana. Instantes después, el escenario se iluminó con gráficos de la cara de Donald Trump, quien se convirtió -por instantes- en la burla de 200 mil mexicanos, mientras el cerdito Algie sobresalía del escenario.
‘Another Brick in the Wall‘ empezó a sonar para desatar uno de los momentos de mayor euforia. Luego, un grupo de niños salió al escenario vistiendo playeras con la leyenda “derriba el muro”, uniendo a los asistentes en un grito contra el extravagante candidato republicano.
Los ánimos ya estaban encendidos y las voces de miles de mexicanos se unieron al grito de “Fuera Peña“. Con Waters tocando ‘Mother’ de fondo, miles de habitantes expresaban su inconformidad contra el gobierno.
Cuando el gráfico de fondo que decía “RENUNCIA YA” asomó, gigantesco, las rechiflas contra EPN no se hicieron esperar.
El grito de descontento se escuchó como pocas veces; los mexicanos vieron reflejado su sentir y la frase que acompaña sus quejas en el escenario.
Ente los gritos, cayeron las notas de ‘Brain Damage’ y luego las de ‘Eclipse’, número en el que Waters regaló uno de los momentos más mágicos y visualmente ganador de la noche: con la pirámide de láser y la catedral de fondo.
La voz de los asistentes se volvió a unir en una sola cuando Roger Waters leyó de nuevo el mensaje que le mandó a Enrique Peña Nieto en sus presentaciones del Foro Sol:
“La última vez que toqué en México conocí a unas familias de los jóvenes desaparecidos.Sus lágrimas se hicieron mías, pero las lágrimas no traerán de vuelta a sus hijos. Señor Presidente, más de 28 mil hombres, mujeres, niñas y niños han desaparecido. Muchos de ellos durante su mandato, desde el 2012. ¿Dónde están? ¿Qué les pasó? El no saber es el castigo más cruel.
Recuerde que toda vida humana es sagrada, no sólo la de sus amigos. Señor Presidente, la gente está lista para un nuevo comienzo. Es hora de derribar el muro de privilegios que divide a los ricos de los pobres. Sus políticas han fallado. La guerra no es la solución. Escuche a su gente, Señor Presidente. Los ojos del mundo lo están observando.”
Después del discurso, Waters, totalmente agradecido se despidió del público mexicano con ‘Comfortably Numb‘, canción que dejó a la voz del público y por un largo rato, Roger disfrutó del canto de sus seguidores. Finalmente, con una bandera de México en mano, el músico británico cerró el concierto con un “¡Viva México, cabrones!” dando fin a una de las mejores noches que ha tenido el Zócalo Capitalino.
El concierto de Roger Waters es uno de los más grandes que ha tenido el Zócalo, empatado en asistencia com el que ofreció Paul McCartney en 2012, cuando también reunió a 200 mil personas en la plancha de la Plaza de la Constitución. Pero sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que el show que trajo Waters es el más espectacular que se ha presentado en el Zócalo. Las fotos no nos dejan mentir.
