A un año del movimiento dudo mucho que tengamos la suficiente lejanía para entender bien lo que significó éste  para nuestro país, así que hablaremos de él en un texto que combina el análisis y la narración anecdótica.

Si no ardemos juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?

Podrán cortar las flores pero jamás podrán detener la primavera

Hace un año se presentaban unas elecciones que tenían abrumadoramente apáticos a los mexicanos. Los ataques mediáticos y la campañas políticas que nos atascan de basura y caras feas las calles, año con año, tenían al país sumido en la apatía de no tener una nueva opción, una de renovar la política tal y como se nos ha presentado desde hacía ya muchos años a los mexicanos, como ese ámbito lejano, inaccesible que se acordaba de nosotros nada más a la hora de pedirnos un voto.

Y entonces estalló todo, y estalló donde menos lo pensábamos: en una escuela privada, la Ibero (bueno, más bien, no podía estallar en otro lugar, si hubiera estallado en una escuela pública lo único que hubieran dicho todos es: «ahí van otra vez»). Los chavos de la Ibero protestaron contra la visita de Enrique Peña Nieto y nos mostraron que tenían conciencia social y conciencia histórica, que no olvidaban las cosas malas hechas por los gobernantes, y todavía más, que les indignaban: estaban inconformes.

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Luego salió otro movimiento, la  #MarchaAntiEPN, una marcha convocada por redes sociales para protestar contra el candidato. De pronto los muros de Facebook y los Timelines de Twitter se llenaron de mensajes de inconformidad por parte de toda una generación, ya no eran la misma  palabras el mismo discurso de protesta que nos habían manejado toda la vida, eran los chavos los que ya estaban hartos de ver cómo conducían los adultos al país.

Y mientras que por un lado vinieron las tácticas políticas (por ejemplo, Codwell diciendo que no eran alumnos de la Ibero sino que eran porros los que habían protestado), por otro se lanzaron los primeros videos donde veíamos rostros, donde escuchábamos un mensaje. Y después, la marcha de los chavos en contra de Televisa diciendo que eran más de 131 y en las redes sociales los jóvenes del país solidarizándose poniendo como TT de Twitter #YoSoy132, como diciendo «yo soy ese otro que se suma a los otros 131 yo me uno a la causa». Gritar YoSoy132 era gritar: ¡Sí, yo también, yo también estoy harto!

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Tantos jóvenes en las calles, tantos jóvenes hablando de las elecciones, de política, de Elva Esther, de Pemex, de Atenco, tantos jóvenes protestando y hablando de política, de economía y de derecho (recordemos las formidable participaciones de los itamitas, los iberos o los unamitas, los estudiantes del SIDE, los de la UAM, los del IPN, y demás universidades en las asambleas y medios de comunicación). Uno iba a las cafeterías, a los bares, a los parques y demás espacios y escuchaba las nuevas noticias respecto de los políticos, las discusiones acerca de la res pública de nuestro país, la política ya no era algo ajeno, era algo nuestro.

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Por algo también se intentó llamarle la Primavera mexicana (pues, además, estaba el apoyo de los intelectuales, de los antiguos participantes en los movimientos del 68, de los grupos #YoSoy132 en el mundo, en Madrid, Berlín, París, Nueva York, el apoyo de los artistas como Bruno Vichir, Gael García o Natalia Lafourcade, los YoSoy132 Académicos que tenían a los profesores universitarios que también apoyaban a sus jóvenes pupilos). Después, llegó otro movimiento, uno que aportaba capital simbólico, lleno de jóvenes (aún más jóvenes) que también se preocupaban por la situación política del país, el #YoSoy133, el cual incluía a jóvenes menores de edad que se sumaban a la protesta aunque ellos no pudieran votar (además, no olvidemos a los ancianos que aparecían marcha con marcha diciendo lemas como: «Debería darnos vergüenza que nuestros jóvenes quieran hacer lo que nosotros no hicimos en nuestro tiempo»).

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Era la primavera mexicana, pero no en el sentido de la primavera árabe, sino en la forma, era la concienciación política y la estructuración de la protesta a partir de las redes sociales.

Los ataques por todos lados sólo aumentaron más la llama, eran los medios y la manera en que presentaban la información lo que indignaba más. Titulares de los periódicos que minizaban las protestas, noticias en la televisión y en la radio que se burlaban de los jóvenes con un cinismo… iba a decir inaudito, pero es a lo que nos tenían acostumbrados.

La solidaridad por parte del Itam en su protesta contra Televisa san Ángel (la cual fue una de las primeras protestas solidarias) hizo que el movimiento reuniera cada vez más a los estudiantes de nivel superior, al rato ya había asambleas en cada universidad del país, cada una, por pequeña que fuera. Los ataques iban en crescendo, primero, intentando desacreditar al movimiento sembrando la duda y la desconfianza, sacaron al movimiento #YoSoyUno movimiento solipsista que mostraba su incredulidad ante los actos sociales, y luego #GeneraciónMX un grupo de chavos que criticaron al movimiento por una supuesta falta de dirigencia, y su falso apartidismo ya que criticaban al PRI (pronto se descubriría que eran priistas).

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Al final llegó un movimiento pequeño que por alguna razón tuvo una cobertura mediática más amplia que los otros dos, hablo de #SomosLibres, tan así fue la cobertura mediática que se presentaron en un debate con jóvenes del #YoSoy132.

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Y luego, la discordia, el escándalo que salió después del intento de culpar a uno de los iniciadores del movimiento Saúl Alvídrez el cual, siguiendo el consejo de uno priista de nombre Manuel Cossío, termino creando una serie de elementos que pusieron un escenario que terminaba por ver con sospechosismo al movimiento, ya que hablaba (en una grabación editada) de apoyos por parte de ciertos partidos políticos y del registro  del movimiento, etcétera. Pronto, después del escándalo y la cobertura mediática a cosas tan sin fundamento (como si registrando el movimiento pudiera secuestrarlo, eso sólo hablaba de la ignorancia en que estaban sumidos los medios acerca de la manera en que funcionaba el movimiento) Saúl Alvídrez terminó por salirse del movimiento para que la gente no sospechara más de él.

¿Los triunfos del movimiento? lograr más y más cobertura mediática obligando a los medios a que grabaran algo que no querían: la inconformidad que tenía la ciudadanía con ellos. Otro triunfo fue lograr el otro debate de los candidatos (al cual no fue Peña Nieto) un debate más flexible e interesante que el debate oficial. Y un triunfo que yo les cuento (y por mucho) es interesar a la juventud en la política, para estar a favor o en contra del movimiento muchos jóvenes empezaron a querer enterarse de lo que pasaba; a contrastar fuentes; a hacerse más críticos con el tipo de información que iban recibiendo. Una generación entera hecha al calor del debate, de la argumentación, interesada por la política. Además había discusiones entre chavos de la Ibero, del ITAM, de la UNAM, de la UAM, comunicación que ayudó a romper prejuicios entre cada uno de los grupos universitarios.

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Los verdaderos enemigos fueron los medios de comunicación, las opiniones de los expertos y los prejuicios de los grupos reaccionarios. Las opiniones de los expertos influyeron a los universitarios que los leen y los escuchan en la radio (cada universitario escuchaba atentamente lo que decían y actuaban en consecuencia). Primero se cuestionó si era un movimiento caótico, luego se dijo que era meramente algo coyuntural (como si todo lo importante en nuestra historia no lo fuera) y entonces el movimiento empezó a adoptar toda una programática, se recogieron todas las causas sociales (aunque nunca se olvidó la principal, el descontento contra el monopolio de la información).

Al final, nos podemos dar cuenta que todos los mexicanos le delegaron todas las preocupaciones del país a los jóvenes como diciendo: Ah pues ahí les dejamos el changarro, está medio jodidón pero arréglenlo, nosotros los vemos y los vamos criticando por cada cosa que hacen y cómo la hacen.

La desilusión también vino de parte del resultado de las elecciones, muchos quisieron que se tornará la propuesta de manera más violenta (disturbios #1D) ya que veían muy tibios en sus medios a los jóvenes, otros se desilusionaron al ver que el movimiento servía como un legitimador de la protesta, como de lo que está bien a la hora de protestar (y aquello que no lo estuviera lo condenaba el movimiento, por ejemplo, cuando se rayaron paredes el movimiento lo condenó y reunió pintura para reparar el daño, lo cual puede parecer una buena idea, pero el grafitti, en cierto sentido, es la reapropiación del espacio, su refuncionalización como espacio de protesta y como prueba, signo, de un malestar —aunque no se debe dejar de anotar que la propuesta de repintar también era una muy inteligente al tratar de perfilar un tipo de «opinión pública» de manera positiva hacia el movimiento–). Además de que mucha gente pensó que el punto era atacar a Peña Nieto, cosa que no era cierto, Peña Nieto era sólo la cara de todo un sistema al que repudiaba el movimiento, tumbar a Peña no era, necesariamente, tumbar al sistema.

Lo que más pudo matar al movimiento fue la postulación de líderes por parte de los medios de comunicación, #YoSoy132 era un movimientos sin líderes (y muchos criticaron eso), claro que, naturalmente, había personas que tenían mejor digerido el discurso, tenían mayor habilidad para hablar y además un  cierto genio. Algunos de ellos fueron tomados como representantes y líderes oficiales del movimiento (cosa que desagradó muchísimo a los que integraban el movimiento, la propuesta había sido por medio de redes sociales, la gente decidía qué sí y qué no, a qué ir y a qué no, todo era manejado desde una horizontalidad en la cual las relaciones de poder podían modificarse constantemente, entonces llegaron los medios de comunicación y las congelaron, crearon líderes y luego desprestigiaron a esos líderes para desprestigiar al movimiento y sembrar desconfianza en él).

#YoSoy132 más que terminar con un objetivo único y dirigido , fue el nacimiento de la organización social fuera de la manifestación de bloque con jerarquías bien definidas. Es obvio que la naturaleza del movimiento haya sido diferente, ya que la plataforma era distinta, ya no era un wey que venía y nos decía algo, era una convocatoria en la cual iba la gente que estaba de acuerdo a partir de la propia información que había reunido. Alguien da una idea, a diez les parece buena y se propaga, la naturaleza no era un bloque, era un fluido.

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Pero la política mexicana no estaba acostumbrada a un movimiento ciudadano sin líderes, tanto el gobierno como los partidos, así como los medios de comunicación, funcionan con jerarquías, así se constituyen como bloques, como sujetos políticos que pueden actuar dentro del teatro político mexicano. Si #YoSoy132 quería ser tomado en cuanto tenía que tomar una estructura que le permitiera interaccionar con los otros sujetos políticos, así se crearon los pronunciamientos oficiales, los cuales provenían de una estructura orgánica más flexible, pues se cambiaba a las personas que presidían cada una de las asambleas y comisiones cada semana.

Con nuevos factores interviniendo en la nuevas formas de relacionarse no podemos utilizar los mismos métodos para analizar lo que está pasando (me comunico con 500 amigos que aunque sean mis mejores amigos o no, igual y son sólo weyes que conocí en una fiesta hace meses, de todos modos podrán ver, enterarse, de mis opiniones y las cosas que me interesan –también les puede valer gorro, es lo maravilloso de esto–). Decían que éramos una generación individualista que no le interesaba lo que le pasaba a la persona de enfrente, ya vimos que no es así.

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En esos tiempos hubo un evento en el Colmex en el cual estuvieron varias personalidades (era un seminario en el que se investigaban las relaciones entre los medios de comunicación y la elecciones). Mario Campos fue el primero en hablar de la naturaleza fluida del movimiento. La gente estaba ahí porque había decidido hacerlo, y lo mejor es que así como la gente había decidido  ir, pudo decidir  irse. Mario Campos preguntó a unos chicos sobre lo que pensaban acerca de la posibilidad de que el movimiento fuera secuestrado por las partes más radicales de los que participaban en él, ellos le respondieron «nos vamos y ya». ¿Por qué querer que dure más? Ningún movimiento social lo hizo, los movimientos feministas al ganar el voto se dividieron en muchos otros, movimientos de mujeres negras, blancas, orientales, proletarias, burguesas, lesbianas. Y no pasó nada con que se hicieran nuevos movimientos, no desprestigió al origen, sólo enriqueció la crítica. Tampoco es que unos estuvieran peleados con otros, la protesta surge por las circunstancias en las que está la gente, desaparecen las circunstancias y la protesta se transforma.

Un comentario interesante del director de Reforma en ese mismo evento fue: Todo el mundo piensa en qué pasará con #YoSoy132, en qué harán los jóvenes después del primero de diciembre, sin ponerse a pensar en ¿qué haremos todos después del 1° de diciembre? La cosa no es delegar las cosas a los chavos sino trabajar todos.

En todo caso, lo más importante del movimiento es que existió, eso habla muy bien de la sociedad mexicana, ya que no es la sociedad apática que todo el mundo creía que era. En un texto sobre Kant, Miche Foucault escribe que para Kant lo más importante de la Ilustración no fue que todos  se hayan vuelto ilustrados,  más bien, era el ver que eran tiempos en los que eso podía pasar, lo mismo que la revolución, la importancia no era lo que lograba, sino cómo observaba el mundo tal efecto, el entusiasmo que tuvo el mundo con la Revolución francesa hablaba de las ganas de cambiar que tenía el mundo, de los cambios que, en sí, estaban pasando. Así nos pasó con #YoSoy132, ya vimos que tenemos las ganas, sólo falta no perderlas y no perder nuestro espíritu crítico, nuestro ánimo de denunciar lo que está mal, nuestras ganas de informarnos y de informar, nuestros  planes y acciones para cambiar las cosas (por ejemplo, muchos chavos de #YoSoy132 siguen haciendo actividades sociales y políticas a nombre del movimiento o en apoyo de otros movimientos).

Como dice Kant en su textito ¿qué es la Ilustración?:

«La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro»

Esta definición de Ilustración es, según yo, a su vez, la mejor definición de  #YoSoy132.

@Filosofastrillo

Arturo Campos Cedillo. mama-132-yosoy132 imagen 7573yosoy132new-york Yo-soy-132-Paris-2-460x627

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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