Sabemos que la tendencia de trepar cerros está con todo, pero no es lo mismo dominguear por el Ajusco que subir una de las montañas más grandes del planeta. Estamos viviendo el año más mortal en el Everest, pero la culpa podría ser de alpinistas inexpertos, gobiernos negligentes y hasta la crisis climática.
De acuerdo con las cuentas oficiales, en este 2023 han muerto 17 personas intentando escalar la montaña más alta del mundo; lo que se ha convertido en un oscuro récord.
Superaría los 16 muertos de una avalancha en el campo base en 2014 o los 15 muertos de la tormenta trágica de 1996. Pero, como seguro lo están notando, este año es distinto. Ningún desastre natural ha cobrado vidas, ni se han presentado eventos extraordinarios. El año más mortal en el Everest parece apuntar a las malas decisiones de los propios alpinistas inexpertos.
El año más mortal en el Everest: ¿Culpa de los alpinistas inexpertos?
La cosa en el Everest está de la patada. Entre los 17 muertos de este año se encuentra un alpinista australiano que llegó a la cima después de que su historia se hiciera viral, pero no conservó la energía suficiente para bajar. También se sabe de un senderista húngaro que se perdió en la nieve por no pagarle a un guía, ni contratar sherpas.
Otra de las historias más conocidas del año más mortal en el Everest es la de un millonario de Singapur que se cree que resbaló y cayó por la montaña.
Las quejas por cientos de alpinistas inexpertos se replican en todo el mundo especializado. “Los clientes están mucho más interesados en obtener la foto de la que en asumir que el Everest debería ser un hito, no un inicio, en sus carreras de alpinistas”, señalaba Óscar Gogorza en El País.
El presidente de la Asociación Nacional de Guías de Montaña de Nepal reclamaba en The Guardian que el Everest se ha convertido en una atracción turística.
Especialmente, una atracción turística para los ultra millonarios sin experiencia que pagan más de 50 mil libras —como un millón de pesos— para que los guíen de la manita hasta la cima de la montaña más alta del mundo. Además, claro, de los daños que le están haciendo al ecosistema en el Himalaya.
En los últimos 20 años, los glaciares del Everest han perdido el hielo que habían juntado en los últimos dos milenios. En gran parte, por culpa de la actividad humana.
Durante la temporada alta, especialmente en este 2023, más de 1500 personas llegaron al campamento base para instalar nuevas facilidades de lujo. De acuerdo con The Guardian, ahora se ofrecen masajes, entretenimiento y restaurantes. “Los helicópteros llegan al campamento base”, dice el medio británico.
Estos cambios humanos también han complicado la situación ambiental en la montaña que, acompañado de la crisis climática, modificaron la manera en la que se sube el Everest.
Ahora, con los glaciares derretidos, el hielo es más inestable. Más inseguro. Además, algunas rutas han tenido que cambiar después de históricos derrumbes. A eso agréguenle que las condiciones climáticas del 2023 que fueron inesperadas. “Fue demasiado variable“, explicaba el ministro de Turismo de Nepal. “El cambio climático está teniendo un gran impacto en las montañas”.
¿Culpa de la negligencia de Nepal?
Otra parte importante, claro, es que el año más mortal en el Everest no sería posible sin la negligencia de Nepal o las facilidades que da para los alpinistas que, sin experiencia alguna, intentan escalar los Himalaya.
El país asiático cobra cerca de 300 mil pesos por cada permiso —incluyendo un depósito para limpiar la basura—, pero, en su intento por ganarse unos buenos billetes, este año dieron 479 permisos; el número más alto en toda la historia. No todos están preparados para la especial aventura.
“La causa del año más mortal en el Everest son los clientes sin experiencia que se esfuerzan demasiado y no regresan a tiempo”, decía un guía de la montaña. “Muchas compañías tampoco les ponen requerimientos y aceptan a todos. Cuando su cliente se mete en problemas, pueden ser abandonados para salvar al resto de la expedición. Hemos visto muchos clientes abandonados este año, dejados a su suerte en la montaña”.
La situación en el Everest no está nada sencilla, pero este tipo de historias nos recuerdan que escalar la montaña más alta del mundo no son unas ‘vacaciones de primavera’ y aunque a todos nos encantaría, deberíamos ir muy preparados.