Este año ya abrió con una nota mala. El primer día de 2018 se vio manchado por el asesinato de Adolfo Serna Nogueda, aspirante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la alcaldía de Atoyac de Álvarez, Guerrero. El político priista fue asesinado a balazos la noche de Año Viejo cuando se dirigía a su domicilio. De acuerdo con las autoridades, el cuerpo de Serna Nogueda presentaba ocho impactos de bala.
En los últimos días se han registrado otros casos de violencia en contra miembros de la clase política en algunos estados de la República Mexicana. La mañana del domingo 31, el político y empresario había hecho un “llamado a la unidad” para mejorar las condiciones de vida en el municipio a través de sus redes sociales.
“#PRIoricemos la Unidad, en este viaje todos cabemos, todos somos importantes, todos somos parte importante del equipo #PRI, sólo se necesita madurez, seriedad y responsabilidad para afrontar juntos los retos que exige la Sociedad y con Planeación cubrir las expectativas y necesidades del Municipio de Atoyac”, escribió Serna Nogueda.
El sábado 30 de diciembre, Gabriel Hernández Arias, regidor del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Jalapa, Tabasco, fue víctima de homicidio; el cuerpo del joven, informaron las autoridades, presentaba “varias puñaladas”, “estaba amordazado” y “atado de pies y manos”. Ese mismo día, José Castro Crespo, presidente del Colegio de la Barra de Abogados en el Ejercicio Libre de Derecho y excandidato a diputado por parte del PRD en 2016, fue asesinado en Mexicali, Baja California, en un ejido de la comunidad de Islas Agrarias.
El pasado 29 de diciembre, Arturo Gómez Pérez, alcalde de Petatlán, Guerrero, fue asesinado a tiros por sujetos armados mientras cenaba en una pozolería con sus compañeros de generación de secundaria. Finalmente, el 28 de diciembre, Saúl Galindo Plazola, diputado local del Congreso de Jalisco, fue asesinado en el municipio de Tomatlán.