Abiamel Guzmán estudió en una primaria católica y al crecer decidió estudiar Derecho y Filosofía, hizo sus tesis sobre el Estado democrático burgués y se dedicó a estudiar a Kant (específicamente su teoría del espacio). Fue maestro en la Universidad de Ayacucho y fundó su grupo, Sendero Luminoso, a finales de los sesenta. Abimael Guzmán pondría su firma en una de las etapas más negras en la historia de latinoamérica. Sus fieles asesinaron, en su nombre y en el de su causa, a decenas de miles de peruanos.

La ideología del grupo resultó ser una buena mezcolanza entre las teorías de Marx, Stalin, Mao y Lenin (y agréguese un mal entendido colonialismo). El grupo decidió llamarse Sendero Luminoso según la máxima del gran Mariátegui: “El marxismo-leninismo abrirá el sendero luminoso hacia la revolución”.

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En este video hablan los policías que capturaron a Abimael, y muestra claramente la imagen que los medios y la policía tienen del líder.

Con ellos el nombre era un problema, se hacía llamar Partido Comunista (que ya existía en Perú y no sólo uno) pero la población les decía Sendero Luminoso. Así que unos le decían Partido Comunista y otros Sendero Luminoso, ellos mismos se llaman senderistas pero firman sus documentos oficiales como Partido Comunista Peruano. El escritor Juan Antonio de Blas atinadamente los bautizó “Partido Comunista del Perú por el Sendero Luminoso del pensamiento de José Carlos Mariátegui y marxismo, leninismo, maoísmo y el pensamiento del Presidente Gonzalo” y los historiadores les dicen PCP-SL.

Así que el nombre ya dice mucho de quiénes eran, pero todo cambió en 1980 cuando decidieron abandonar la vía pacífica institucional y convertirse en otra cosa: dicen ellos que guerrilleros, el estado les decía terroristas, el caso es que tomaron la vía armada y declararon la guerra contra el Estado del Perú; el saldo, 70 mil personas muertas durante el “periodo de violencia”.

El Sendero Luminoso fue aumentando de miembros rápidamente y en el momento de su apogeo (finales de los ochenta y principios de los noventa) el grupo tenía casi 10 mil miembros permanentes y entre 50 mil y 100 mil simpatizantes.

Sendero Luminoso se encargó de ganarse la simpatía de los campesinos asesinando a los pequeños caciques o a las personalidades que eran detestadas por el campesinado, además se encargaron de eliminar a miembros activos de la izquierda institucional.

Sí, a diferencia de los sandinistas por ejemplo, Sendero Luminoso era un camino de rabia cuyos miembros no estaban dispuestos a aceptar ningún tipo de cooperación ni tampoco abrazaban otra vía que no fuera la violenta, en realidad, a pesar de que el mismo Estado peruano violó constantemente los derechos humanos de estos geurrilleros, ellos nunca tuvieron un apoyo internacional (ni siquiera moral) debido precisamente a su naturaleza dogmática y endongámica.

Sendero Luminoso, sin embargo, sí denunció las injusticias del sistema peruano que para aquellos entonces provocó que el 80% de la población viviera en pobreza.

Los senderistas atacaron prisiones para liberar a su compañeros detenidos en 1982 y la opinión pública comenzó a fijarse en ellos (Mario Vargas Llosa mismo encabezaba una comisión de investigación sobre el grupo).

Sendero Luminoso asesinaba a diestra y siniestra (política-literalmente): sacerdotes, políticos campesinos, todo aquel que significara un peligro para la organización moría a manos del grupo de liberación. Después de la expansión del grupo, éste comenzó a practicar el culto al líder y a perder fuerza principalmente porque trataban de encabezar una revolución que negaba el pasado andino (¡en un país mayoritariamente indígena!) y porque sus llamados “juicios populares”, los juicios a sus enemigos, acaban en terribles asesinatos frente a los campesinos, se reportaron degollamientos, lapidaciones y hasta hogueras.

ataques de Sendero

Ésta es la relación de ataques de Sendero Luminoso desde la década de los ochenta hasta los noventa.

Cosa extraña ya no sólo el estado los perseguía sino que la sociedad civil se organizó para hacerles frente y en una operación especial de la policía peruana, su líder, Abimael Guzmán fue capturado en 1992 (y condenado a cadena perpetua en 2006), a partir de entonces las acciones terroristas de la organización fueron casi nulas.

A pesar de todo, la organización no ha muerto y se han reportado pequeñas células que en los últimos años han fundado campos de entrenamiento y que en 2005 asesinaron a 8 policías en la región de Huánuco, además, en 2008 emboscaron un convoy militar y asesinaron a 19 personas, su mayor atentado en una década.

En 2004 El Camarada Artemio, uno de los últimos líderes senderistas anunció que seguiría con los atentados hasta que fueran liberados los miembros de la organización detenidos , sin embargo Florindo Flores Hala (alias Camarada Artemio), fue capturado en febrero pasado en estos días comparece en el juicio en su contra. La fiscalía lo acusa de terrorismo, narcotráfico y lavado de activos en contra del estado. Se le acusa de la muerte de casi mil personas y de extorsionar a líderes y pobladores de las regiones de San Martín y Huánaco.

Aún queda una fracción remanente del grupo en el Valle de los ríos Apurímac y Ene, se hacen llamar Proseguir y actúan de la mano del narcotráfico, extorsionando negocios.

En su defensa por las acusaciones de actuar junto con el narco en negocios ilícitos, el Camarada Artemio aseguró: “Sí, nosotros pusimos el control, pusimos orden. Que las armas que tenían ellos las usen para su negocio pero no contra el pueblo”.

El camino de muertes que dejó el Sendero Luminoso sigue en la memoria de los peruanos y representa un gran reto para los analistas políticos: ellos nos ayudan a comprender mejor la malinterpretación de las escuelas políticas de izquierda, y la puesta en práctica de la vía armada; ellos son parte definitiva del mosaico que forman las guerrillas y los grupos de choque y disidentes. No es fácil juzgar sus acciones dado que los senderistas pueden ser vistos como productos necesarios de un sistema rapaz y segregador. 

Los juicios continúan pero, dadas las circunstancias, nadie se atreve a decir que éste es el fin del sendero del terror.

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