Camisas al aire. El clima del domingo nos permitió dejar los suéteres en la mochila y entrarle ahora sí al urban pic nic. El Golden Gate Park, que es donde se lleva a cabo el Outside Lands, fue en general un terreno de pic nic de domingo soleado, una de esas fiestas que se ven solamente en las películas. Y hoy fue exactamente así.

No importó que Watsky atascara los monitores con ese rap ultra revolucionado que lo caracteriza. No importó que los bajos de ultratumba que las bocinas soltaban sobre su voz hicieran vibrar el suelo como en el mejor de los festivales de música electrónica. Tampoco fue trascendente que su micrófono se agitara como si en él se mezclara el mejor de los martinis o que los 20 metros más cercanos al escenario gritaran y corearan lo que de Watsky podían alcanzar (su rapeo es realmente veloz y de trabalenguas): muchos optaron por abrir la lonchera, sacar los sandwiches, comprar una cerveza, extender la manta y acomodarse a escuchar a este muchacho de lengua voraz.

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El día fue realmente espectacular, como queriendo pagar la deuda del sábado frío y ventoso con un tiempo que invitaba a no voltear al escenario sino dejar que lo que de ahí salía se comunicara a nuestros oídos a través del aire cálido con el que se inauguró el día final del Outside Lands.

Ya no estamos en los años de enormes despliegues visuales ni de escenarios complicadísimos que esconden a las bandas. Todo lo contrario. Por alguna extraña razón se ha optado por darle a la ejecución de la banda el papel principal pero no a nivel destreza o despliegues técnicos, sino dejando que los oídos de quienes van al festival sean los que decidan.

En consecuencia el Outside Lands en su día final fue un festival de gente descalza, sentada sobre sus mantas, disfrutando sus sandwiches y dejando que fuera la música la que se acercara y no al revés.

Eso fue lo que ocurrió a pesar de los desplantes raperos de Watsky y su velocidad inhumana al rapear. Y eso fue lo que pasó también con la grata entrega musical de Chvrches, que fueron los encargados de abrir el discurso de las voces femeninas que terminaron por dominar este domigo.

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Bailes lentos, miradas al cielo, aros hula-hula y mucha más cerveza que ayer dando vueltas mientras Luren Mayberry soltaba la voz medio espantando a las pocas gaviotas que hoy se acercaron y medio invitando a no voltear a verlos sino a pasear entre las tiendas de souvenirs y comida mientras ellos derramaban la música que tenían en el pasto del Golden Gate Park, porque si algo se sentía mientras tocaban era que su música caminaba entre la gente, medio deslumbrada por el sol y medio viva por la gracia de dos días escuchando música ininterrumpidamente.

Lo que siguió fue Jenny Lewis. Su country calmo y popeado, sumergido en soul y tapizado con guitarras eléctricas hizo que la gente se acercara a su escenario (el Sutro), a seguir tocando el pasto con los pies mientras alguien se dedicaba a llenar el aire con sus ideas. Las de Jenny Lewis son frescas y luminosas, y así precisamente es la música que entrega con una banda pequeña que engorda la voz de Lewis de la mejor manera, con buen toque musical.

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El domingo no dejaba que uno se moviera mucho entre escenarios, primero por la carga emocional de dos días previos y después porque sin duda (pero tampoco sin una certeza total), fue el día que el Outside Lands tuvo mayor asistencia.

Por eso el siguiente paso fue entrarle al show en vivo de Lykke Li que, tras haber escuchado a Jenny Lewis, mantenía el ciclo de voces femeninas del cierre del festival.

No hubo decepción. En primer lugar fue un show que se alejó del lado electrónico de su música y se arropó con la parte de sus guitarras apenas retocadas, casi limpias. El resultado fue un show que a la gente de San Francisco le llegó bien por varios lados.

El primero fue ese aire a soul que quizá no sea tan evidente en sus sencillos en la radio, pero que en este show en vivo atrapó a quien pasaba por el Twin Peaks: en un espacio tan grande y voluminoso no cabía un alfiler.

Tampoco hubo problema. La gente, como ya dije, estaba en el pic nic festivalero y los árboles del Golden Gate Park dejan que todo lo que en los escenarios del Outside Lands camine hasta donde no hay más. Por eso la gente que se veía desde antes de entrar al Twin Peaks sabía a multitud y por eso muchos optaron por dejar descansar el cuerpo y escuchar a Lykke Li sin necesitar verla.

 

P1150272 P1150277 P1150269El otro grato acercamiento de la chica con San Francisco se dio cuando saltó en las bocinas la temerosa guitarra que anunciaba a I’ll Follow, desnuda de toques electrónicos, arastrada lejos de la pista de baile y metida de lleno en la oportunidad del coreo de estadio y, claro, la gente respondió con un “ohh, ooh, ohh, ooooooh, oooooooh” al más puro estilo de The Cure pero en las notas del himno gay que Lykke Li armó cuando Abdelatif Kechiche escogió la canción para adornar su historia de amor en La vida de Adéle. No hace falta subrayar que el apoyo a la comunidad gay en esta ciudad es monumental y que casi toda ella estaba en el Twin Peaks escuchando a Lykke Li.

Después y corriendo de extremo a extremo fue el turno de Flaming Lips quienes desafortunadamente no tuvieron oportunidad de explotar a la famosa Super Luna anunciada para hoy, pero que no se vieron nada tímidos al exprimir al máximo la hora y diez minutos que duró su presentación.

Una intro temeraria (la gente buscaba corear canciones mientras acomodaba la merienda del pic nic en el escenario Lands End) y Yoshimi Battles The Pink Robots después.

Es impresionante ver a Wayne Coyne arrastrar a su público a donde el momento exige sin necesidad de transformarse tanto. Efectivamente, salió envuelto en alas plateadas que medio ocultaban su disfraz de hombre músculo. Sí, su maquillaje cumplía con todas las expectativas despertadas una noche antes sobre qué tan ácido iba a ser el show de los Flaming Lips. Pero la banda, apenas girando un poco sus canciones hacia la balada (sí, hacia la balada) le dieron conotaciones que se sabía que estaban ahí pero que esta tarde navegaron sobre los más de 80 mil que se habían reunido para verlos: Yoshimi Battles The Pink Robots se vovlvió política y aunque no fue cantada por una mujer, el tema que se había iniciado con Chvrches cerraba aquí el ciclo.

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Explosivos, emotivos, divertidos. La gente gritó “The ball!” cuando Coyne se envolvió en la característica esfera de plástico (ya muy maltratada pero aun tremendamente divertida) y se lanzó a lo que sin duda es el mejor crowd surfing del mundo.

Lo que siguió fue un despliegue bizarro, como todo lo que hacen los Flaming Lips. ¿Quién más tiene una guitarra de 12 cuerdas partida a la mitad y que siga usando para conciertos tan masivos como el de hoy? Solamente los Flaming Lips.

¿Quién acomoda en el escenario a dos botargas gigantes de extraterrestres y las acompaña con otra de un sol gigante y sonriente? Solamente los Flaming Lips.

¿Quién entona una versión de The Golden Path de los Chemical Brother (y en donde aparece la voz de Coyne) al estilo balada rockera de los setenta? Solamente los Flaming Lips.

¿Quién, después de todo eso lanza Do You Realize en tiempo extra lento y alargada para hacer de ese picnic multitudinario algo realmente sobresaliente? Solamente los Flaming Lips.

¿Y quién cierra su show con Lucy In The Sky With Diamonds para dejar hirviendo el escenario que después tenían que llenar The Killers? Solamente los Flaming Lips.

Así que, The Killers no la tuvo fácil, a pesar de que su público deambulaba desde muy temprano los terrenos del Lands End coreando las canciones del grupo de Las Vegas como si de cantos infantiles se tratara.

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Una duda surgió entonces. ¿Qué más escucha la gente que ciene a un festival que clausura la particular banda de Brandon Flowers? Porque ellos no se distinguen precisamente por sorprender al público, sino todo lo contrario.

¿Cómo se prepara mentalmente quien acompaña a alguien o quien simplemente ocupa su lado fresa para soltarlo sin timidez una vez que las canciones de The Killers comienzan a sonar?

Había muchas, muy variadas camisas en la gente que dieron buena respuesta a esa duda, pero casi ninguna de The Killers, la banda encargada de clausurar un Outside Lands lleno de tierra, de polvo, de caminatas, de sol, de niebla, de calor y de frío, que es lo que debe tener un festival. Un Outside Lands orgulloso de estar en una ciudad orgullosa de tenerlo (en la tele había pronóstico del tiempo solamente para la zona del festival). Un Outside Lands de música viva para gente viva. Un Outside Lands que nunca se ha repetido y que todos los años sorprende para bien incluso a quienes lo conocemos tanto.

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Habrá que agradecer a muchos, pero también a Tom Petty, a los Arctic Monkeys, a los Flaming Lips, a Big Freedia, a Spoon que hoy tocaron densidades nuevas en su música “mira suelos”, a Lykke Li, a Duck Sauce y Deer Tick, a Disclosure y Chromeo y Holy Ghost! y a Kanye, a pesar de que le encanta azotarse para que lo levanten.

Un año más que nos encontramos en Outside Lands y agradecemos a Azul Centenario también por la experiencia.

Nos vemos el próximo año.

Por: Erick Estrada

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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