Por Tania Romero

El próximo 1 de agosto se celebra el día mundial de la alegría, algo que puede llevarnos a reflexionar con respecto a aquellos elementos que nos hacen felices. Más allá de las clásicas respuestas de salud, dinero y amor el “Reporte Mundial de la Felicidad 2020”, integrado por la iniciativa de las Naciones Unidas, Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible en la que participan 156 países, propone considerar varios factores para nuestro bienestar subjetivo (felicidad) incluyendo nuestro entorno social, urbano y medio ambiental.  Esto nos lleva a una nueva pregunta. Si hoy en día más de la mitad de la población mundial (55.3%) habitamos en áreas urbanas, ¿cómo podemos quienes habitamos en las ciudades encontrar balances entre los retos y beneficios de vivir en el entorno urbano para garantizar nuestra felicidad?

El objetivo 11 de de la Agenda 2030 incluye metas específicas para los espacios urbanos que son relevantes para lograr la satisfacción de las personas que los habitamos; entre ellas se encuentran la calidad del aire y el mejoramiento en el acceso a los espacios públicos verdes para todos y todas. Y es que los beneficios que los espacios públicos aportan a la ciudadanía son numerosos: combaten la contaminación del aire, mejoran la salud física, fomentan las actividades sociales y a su vez el encuentro social; finalmente, mejoran el bienestar emocional. Existen diversos estudios a nivel mundial que sustentan dichas premisas: los espacios públicos afectan de manera positiva el bienestar físico y mental de las personas.

espacios verdes públicos
Foto: Karsten Paulick | Pixabay

Por ejemplo, una investigación por el BMC Public Health Journal realizada en 2017, establece que no existe un vínculo tangible entre la cantidad de áreas verdes presentes en una comunidad y el índice de felicidad de las personas de la comunidad. No así con relación entre la calidad de las zonas verdes y la satisfacción de sus pobladores. Si bien la mayoría de los estudios contempla una relación entre el bienestar físico y mental de las personas y la presencia de áreas verdes en su entorno, también es cierto que la cantidad de áreas verdes no es tan relevante como la calidad de las mismas. Dicho de otro modo, cantidad no es lo mismo que calidad.

Un espacio público de calidad tiene la posibilidad de fungir como ecualizador social, pues todos y todas somos iguales en él. Además de que puede ser un mecanismo para subsanar carencias espaciales del espacio privado o familiar, siempre que sea sensible a los perfiles sociodemográficos hacia los que se orienta.  La mera existencia de espacios abiertos o áreas verdes en las ciudades no quiere decir que resuelvan las necesidades de su población. Un caso común para el AMG en relación con la calidad de las áreas verdes es el desarrollo de fraccionamientos y cotos que en apariencia aumentan las zonas verdes, pero en realidad más que motivar la interacción social, y fortalecer a su vez el tejido social, fomentan la segregación e incumplen con el objetivo de mejorar el bienestar general de toda la comunidad.

espacios verdes públicos
Foto: David Mark | Pixabay

La tendencia en nuestras ciudades es que las personas menos favorecidas suelen vivir en sitios con poco espacio verde disponible, mientras que son ellas quienes precisamente se benefician más de la mejora de los espacios verdes urbanos, pues éstos sirven para mitigar las necesidades y rezagos de sus espacios privados o familiares. Para reducir brechas socioeconómicas, y para integrar de manera equitativa a todas las personas en el bienestar subjetivo que pueden proveer las ciudades, se debe invertir en espacios públicos de calidad.

En conclusión, el espacio público verde es primordial no sólo para mejorar la salud física de quienes habitamos las ciudades, sino que también juega un papel preponderante en el incremento del bienestar emocional de las personas, siempre y cuando pueda motivar la interacción social y disminuir la segregación y el aislamiento de la ciudadanía, aumentando así la felicidad en la comunidad.

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Tania Romero es tapatía, estudiante de maestría, consultora y ex servidora pública. Le interesan el derecho urbano, la calidad legislativa y las políticas públicas con perspectiva de género. Milita en Futuro Jalisco.

Twitter: @TaniaRomeroL

 

Fuentes

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