Por Luis Fernández Carril

Seguro ahora que está por comenzar diciembre, habrás leído en las redes sociales y entre tus conocidos a aquellos que esperan ansiosamente que acabe el 2020, el peor año, el más desafortunado de todos. Tenemos la feliz ilusión que el 1 de enero será un borrón y cuenta nueva; un nuevo comienzo. Nada más equivocado. La pandemia y los “infortunios” de este año lamentablemente no son mala suerte. Se enmarcan en una crisis planetaria que no vemos o no queremos ver.

Pandemia y crisis ambiental

En días recientes se publicó un reporte de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) titulado “Para escapar la Era de las pandemias” donde con claridad y contudencia vinculan la pandemia actual con la crisis ecológica a nivel global

Las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también impulsan el riesgo de pandemia a través de sus impactos en nuestro medio ambiente. Los cambios en la forma en que utilizamos la tierra; la expansión e intensificación de la agricultura; y el comercio, la producción y el consumo insostenibles perturban la naturaleza y aumentan el contacto entre la vida silvestre, el ganado, los patógenos y las personas. Este es el camino hacia las pandemias”.

A partir de lo anterior, el IPBES alerta sobre la posibilidad de enfrentar toda una nueva era de pandemias si no se atiende la crisis planetaria como única vía de prevención más allá de poner nuestras esperanzas continuamente en la capacidad e ingenio humano para descubrir vacunas ante las mutaciones zoonóticas (virus que mutan de animales a seres humanos) que emerjan junto de la mano de la creciente degradación ambiental.

Antropoceno: la era de los impactos ambientales

Esto nos lleva al contexto general del Antropoceno, término para designar la época geológica presente. El Antropoceno es la época en la que el impacto de las actividades del ser humano han sido tan profundas que llegan al registro geológico. Ésta es la gran marca negativa que ha dejado nuestra especie sobre el planeta al provocar la acelerada pérdida de biodiversidad, colapso de ecosistemas, cambio climático, escasez de recursos, entre otros problemas ecológicos.

Sobre esta base, debemos entender el Antropoceno como una era de impactos y amenazas inminentes. Una época en la que todos aquellos riesgos ambientales de los que se nos ha advertido por décadas, se transforman en amenazas, en hechos. Por mucho tiempo hemos metido debajo del tapete las problemáticas ambientales y nos hacemos de la vista gorda ignorando todo lo posible. Ahora, todo aquello que ignoramos deliberadamente, vuelve transformado en amenazas inminentes.

Así, hemos visto la amenaza real de ciudades que se enfrentan al “Día Cero”, el día en que las ciudades se quedan sin agua. Asimismo, lo que por décadas se pudo prevenir con respecto al cambio climático, ahora ya tenemos impactos inminentes y enfrentamos un panorama que puede llegar a ser catastrófico si no se actúa con mucha rapidez y eficacia. Asimismo, enfrentamos la posible desaparición de un millón de especies animales y plantas si no se actúa urgentemente.

Esto es lo que debemos de entender del Antropoceno. Que nos estamos adentrando en una era de impactos reales, amenazas inminentes y no de posibles riesgos. Así, de no cambiar el rumbo, estaremos enfrentando constantemente los impactos de la creciente degradación planetaria.

Es en este contexto donde se inserta la presente pandemia. No como un evento fortuito y desafortunado que ocurrió. Tampoco se trata de un meteorito que “nos cayó” sin razón ni culpa alguna. No es estar en el momento y lugar incorrecto. Hay una causa particular por la que estamos encerrados en cuarentena mientras afuera se rompe el récord histórico de huracanes. Ambos fenómenos son producto de la crisis ambiental producto de la actividad humana en el planeta.

No obstante todo lo anterior, las historias que se cuentan en la cuarentena nos hablan de una serie de eventos desafortunados. Por un lado, se ve el 2020 como un año de muy mala suerte. No podemos esperar por cambiar la hoja del calendario al 2021 con la esperanza ingenua y equivocada de que ahí acabará la pandemia y los problemas.

Por el otro lado, si no es la mala suerte del 2020, se culpa a “un chino que decidió comerse a un murciélago”. Esta perspectiva mantiene la narrativa del infortunio casual, como si alguien hubiera dejado tirada una cáscara de plátano en la calle con la que me resbalé. Además de esto, esta narrativa no sólo es equivocada sino que además genera odio. Se ve al chino como el culpable de la crisis, al que se le debe rechazar y excluir.

Probablemente sea más fácil lidiar con enmarcar la pandemia como un evento desafortunado. De cierta manera, nos libra de la pesadez de la gravedad de la crisis que se cierne sobre nosotros. Sin embargo, si no abrimos los ojos e interpretamos la situación desde el marco contextual correcto, jamás entenderemos la gravedad de la crisis ambiental.

Es altamente probable que ésta no sea la última contingencia ni la última pandemia. La aceleración de la degradación ambiental nos enfrentará continuamente a eventos similares. La pandemia ha demostrado una y otra vez que no es algo que podremos meter debajo del tapete y normalizar. Lo mismo ocurre con los diferentes impactos del cambio climático y la crisis ambiental actual: no la podremos ignorar más. Queramos o no, tendremos que enfrentarlas. Esto es lo que significa adentrarnos en la época del Antropoceno y sus amenazas. 

No dejemos que se propague la narrativa de la pandemia como un evento desafortunado. Es sumamente dañina, puesto que nubla nuestra conciencia de la crisis ambiental y no nos permite asumir la urgencia por actuar.  Es por todo lo anterior que debemos enmarcar la pandemia en la narrativa de la crisis ambiental global. 

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Dr. Luis R. Fernández Carril es investigador de ética ambiental y política climática internacional y profesor de planta en el Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla. Actualmente es miembro y Autor líder del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas para el 6to Reporte de Evaluación. Se desempeñó como asesor legislativo y posteriormente como Secretario técnico de la Comisión Especial de Cambio Climático del Senado de la República, LXIII Legislatura de 2015-2018. Sus principales líneas de investigación son la Gobernanza ambiental internacional, las negociaciones climáticas internacionales, adaptación y resiliencia y  ética del cambio climático. Ha publicado artículos e impartido conferencias a nivel nacional e internacional en lugares como la Universidad de Oxford, la UNESCO en París, la Universidad de Yale y la Glasgow Caledonian University en Escocia.

Twitter: @fernandezluis83

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