¿Ustedes son de los que no les parece correcto que una cantante se traslade en un helicóptero costeado por el erario? Bueno, pues es por pura envidia que lo hacen…
Según el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, que la semana pasada se lució por tener en su tierra a una figura querida por muchos mexicanos (Belinda, no el Papa Francisco), aquellos que han criticado el traslado de la cantante juvenil en un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública, lo han hecho con “demasiada frivolidad y mezquindad”… aparte de que nomás hacen corajes en vano, porque el caso -para su administración- ya fue cerrado.
Además, don Silvano lamentó que en las redes sociales se hable más del polémico viaje, en lugar de resaltar otras cosas (las bonitas) de la reciente visita del máximo líder católico. Esto no más que la pura “envidia porque Michoacán fue reconocido incluso por El Vaticano, de haber sido la mejor sede durante la gira papal (…) “siempre habrá envidiosos que traten de tergiversar la realidad”.
Pero bueno… para que no sigan de mala leche, agregó que ya se le pidió al secretario de Seguridad Pública que investigue si hubo un uso ilícito del helicóptero… pues para deslindar responsabilidades y -a ver si así- los medios ya ponemos más atención en lo positivo que la visita del Papa dejó en Michoacán… ¿Y eso fue…?
Por su parte, la cantante pop también hizo su respectiva declaración, asegurando que el hecho de viajar en un helicóptero propiedad del estado y que se paga con los recursos públicos (pero al que pocos ciudadanos tienen acceso) no quiere decir que haya recibido un trato preferencial… por lo que tiene la conciencia tranquila.
“El gobierno no se gastó nada en mí. Yo cubrí mis gastos al 100%. Simplemente fue una cuestión de seguridad. El gobierno de Michoacán no me pagó un sólo peso”.
Lo anterior fue dicho por sí, sí, lo que tú digas Belinda quien fue críticamente entrevistada por la revista Quien, publicación a la que reveló que se trepó al helicóptero casi, casi, por pura coincidencia… pues ahí estaba: vio burro y agarró viaje.
“Yo me desplacé por mis medios y en ningún momento el helicóptero se puso a mi disposición. Ese helicóptero estaba ahí por seguridad y no sólo fui yo, habían más personas que lo usaron… No fue un trayecto del D.F. a Morelia, sino fue un trayecto de dos minutos”.
Bueno, ¿a cuántos no les serviría un viaje de dos minutos en helicóptero cuando se les hace tarde para el trabajo? Ojala que ahorita que salga del metro también haya de pura casualidad un helicóptero que me de aventón.