En el 70 aniversario del suicidio de Hitler en un búnker en Berlín, en 1945, hablar de nazismo se percibe en el imaginario popular como un momento de locura de los alemanes. Hoy, vale la pena buscar entenderlo –no justificarlo- a partir de esta pregunta: ¿Cómo pudo Hitler y el nazismo (responsables de la guerra, crímenes y el genocidio) contar con una gran aceptación de la sociedad alemana?

El Nacional Socialismo no fue un fenómeno espontáneo, implicó una maquinaria de armas, propaganda y espectáculos que le permitieron demostrar su poder. Logró convencer a tantos alemanes que se encontraban devastados por la Primera Guerra Mundial por cuatro factores:

  • La crisis económica: Las deudas generadas por la Primera Guerra Mundial mantenían un clima de inestabilidad y desorden.
  • El desprestigio de los partidos políticos: la lucha política entre liberales, socialistas y comunistas facilitó el ascenso al poder de los nacionalsocialistas
  • La exacerbación del nacionalismo: Existía un resentimiento de los alemanes hacia sus antiguos enemigos: los franceses por la derrota sufrida en la Primera GuerraMundial.
  • El nazismo como alternativa al comunismo: Grupos de poder importantes vieron en el Partido Nacionalsocialista una fuerza de choque eficaz contra el Partido Comunista, por lo que respaldaron absolutamente al nazismo, pensando, erróneamente, que después podrían controlarlo.

¿Qué fue lo que que posibilitó la aceptación del nazismo?

El Nacional Socialismo nació y creció como discurso y proyecto político, en los años treinta en Alemania, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Existía un sentimiento de miedo y angustia en el pueblo alemán que se tradujo en una necesidad por encontrar formas de identidad colectiva y de pertenecer a un proyecto y un destino común, la experiencia de la guerra provocó un sentimiento capaz de borrar las diferencias en las clases sociales.

El totalitarismo alemán seducía a la sociedad con la promesa del empleo, el progreso, la prosperidad y el restablecimiento de la grandeza alemana del pasado.

El discurso nazi afirmaba,que, con la voluntad y la acción, con la aspiración de grandeza y teniendo como ideales: el heroísmo, el sacrificio personal, el deber y la disciplina, sería posible cambiar al mundo.

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Ideología nazi

La ideología nacionalsocialista se valió de elementos aislados para elaborar su mensaje político: aspectos de la mitología germánica antigua, de los mitos apocalípticos judíos y cristianos, del mito de progreso, de las ideas socialistas, de la unificación alemana y de las teorías racistas modernas. Afirmaban que solo existía una doctrina política: la nacionalidad y la patria.

La idea suprema consistía en la subordinación de los intereses y de la vida individual a los de la comunidad, bajo una promesa de tiempos mejores, donde el deseo de venganza y culpabilidad de un pueblo derrotado en la Primera Guerra Mundial, se dirigió a los enemigos: Francia y los judíos.

Raza aria superior

La idea de una “raza superior”surgió del taxonomista francés, Georges-Louis Leclerc Comte de Buffon, (1797-1788) quién afirmó “de no existir la circunstancia de que negros y blancos pueden tener hijos entre sí, se podría hablar de dos especies distintas; el negro sería respecto al hombre como el asno respecto al caballo; si el blanco es el hombre, el negro no sería un hombre, sino un animal como el mono”. Y de la idea de Ernst Haeckel (1834-1919) un biólogo alemán que se dio a la tarea de analizar las diferencias en la especie humana a partir de razas.

A partir del siglo XIX, el antisemitismo pretendió tener una base científica, valiéndose de los argumentos presentados por las teorías racistas de Gobineau, Düring y Chamberlain.

En su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, Gobineau, retoma la idea de filólogos europeos que habían llegado a la conclusión de que en el pasado había existido una cultura y una lengua que podía considerarse como la fuente de la que se derivaron todas las demás, afirmando que la “cultura aria original” había dado origen a otras: la griega, la romana y la germánica, que son las únicas responsables de los avances que ha tenido la humanidad.

A partir de esas ideas sin fundamento histórico, el nazismo inventó el mito de la raza aria como fundadora de la cultura humana, los nazis añadieron que los “otros” debían ser destruidos para conservar a los arios en toda su pureza.

Antisemitismo

Las formas del antisemitismo no son un fenómeno puramente alemán, son tan antiguas y complejas que han marcado a todos los pueblos europeos desde el Medievo. La identificación que se hacía de los judíos como encarnación de los valores mundanos y materialistas fue el resultado de su exclusión social hacia el comercio desde el siglo XIII con el Concilio de Letrán, que sólo les permitía ejercer los oficios “más viles” como la usura y el comercio ambulante de mercancías. El mismo Concilio les impuso portar los signos del sombrero puntiagudo y la estrella amarilla, misma que usaron en los guetos durante el siglo XX.

El odio contra los judíos tiene orígenes religiosos. El antisemitismo y exterminio para el nazismo fueron posibles con la idea de redención, contra aquello que amenazaba la pureza de su pueblo.

Uso de la esvástica

El símbolo más reconocible del Nacional Socialismo, la esvástica, es un símbolo solar del cual se le pretendía testimoniar la presencia olvidada de la herencia de los ancestros arios. Es el mito de la fuerza, del calor, de las potencias de la naturaleza que permiten la vida.

El Nacional Socialismo hacia de ella el objeto de culto que englobaba la potencia de su concepción del mundo.  Alfred Rosenberg, teórico del Nacional Socialismo, en su libro El mito del siglo XX, habla de las cruces gamadas como un símbolo solar y de energía cósmica que representaba una nueva forma de Eucaristía al ser también la figura de un pastel que los campesinos de Alemania central se comían en Navidad, ritual del cual se pretendía que el pueblo renaciera así mismo en una comunión con la tierra.

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Figura del héroe

Apoyado en la figura de Otto Von Bismarck, mejor conocido como el “Canciller de Hierro”, quien definía a la política como el arte de lo posible y en la experiencia de la unificación alemana. Así como en Heinrich von Treitschke, un intelectual cercano a Bismarck, que afirmaba que la guerra era moral y santa. Hitler destacó la figura ancestral del guerrero como prototipo del héroe.

Retomó el pasado idealizado, los muertos en la guerra y los héroes de la historia. En este esquema, el deseo del pueblo alemán se cumple a la correspondencia de fabricarse a sí mismos en la imagen ideal en el tipo que será su modelo y guía, capaz de llevarlos a su redención: él, el Führer del Tercer Reich.

El liderazgo del Führer encontró la manera de devolver al pueblo, los motivos para quererse a sí mismos.

“Nuestro pueblo alemán, que actualmente yace en la ruina, expuesto a las patadas del resto del mundo, necesita justamente aquella fuerza de sugestión que emana de la confianza en sí mismo”, afirmaba Hitler en Mi Lucha

Hitler apelaba a que el pueblo tuviera una fe en sí mismo para lograr el proceso de curación nacional. La sugestión de las grandes masas propuesta por el nacional-socialismo aseguraba el acrecentamiento de su poder y su volumen formalizando la victoria del movimiento de la misma forma que aseguraba la curación del pueblo: en el éxito visible de sus manifestaciones.

“…Cuando sale de su pequeña oficina o de su gran fábrica, donde se siente infinitamente pequeño y, por primera vez, entra en una asamblea y allí encuentra a millares de personas con las mismas ideas que las suyas, cuando es arrastrado por la fuerza sugestiva del entusiasmo de tres o cuatro mil personas, cuando el éxito visible de la causa y de la unanimidad de opiniones le proporcionan la convicción y la certeza del nuevo Movimiento, despertándole la duda sobre la verdad de sus antiguas ideas, entonces estará bajo la influencia de lo que podríamos designar con estas palabras: sugestión de las masas.”

Esto fue posible a que la idea heroica estaba presente en la cultura alemana, generaciones enteras fueron educadas con la música de Richard Wagner, lo que les daba una dimensión artística y psicológica, para creer que su identidad portaba una cualidad de héroes.

¿Cómo llegó Hitler al poder?

El putsch de la cervecería fue un intento fallido de los nazis por tomar el poder a la fuerza, Hitler fue trasladado a la prisión de Landsberg del Lech, donde comenzó a escribir Mein Kampf para explicar su programa y sus objetivos.

Decidió llegar al poder a través del voto libre y soberano de la sociedad alemana.  Sus rivales eran el Partido Comunista y el Partido Socialdemócrata. Para contrarrestar el impacto de los otros partidos, comenzaron una gran campaña política con los discursos, cuidadosamente preparados, carteles y folletos del partido (sí, de ahí viene la insufrible propaganda política que padecemos). Entre sus promesas de campaña estaban: la desaparición del presente gobierno, el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, la reintegración del orden. Tuvo gran efecto en las universidades, en donde se cantaban los himnos nazis y en particular el Hort Wessel Lied.

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El 30 de enero de 1933 llegó al poder institucional alemán el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, cuando su líder, Adolf Hitler, fue elegido como canciller. El nombramiento de Hitler en ese régimen, se debió a la fuerza paramilitar con la que contaba su Partido: un brazo armado la S.A. (Sturmabteilung o tropas de asalto su subdivisión), la S.S. (Sicherheitsdienst o guardia pretoriana).

Sostenían un discurso nacionalista excluyente: anti-marxista y anti-semita que fue resumido en 1926 en un texto llamado los “Veinticinco puntos”, entre los cuales estaban:

  • La construcción de una “Gran Alemania”, cuyas fronteras coincidieran con las del Primer Reich.
  • La revocación de los tratados de paz de 1919, que habían quitado territorio a Alemania (además de obligarlos a pagar por la destrucción provocada por la Primera Guerra Mundial y los habían forzado a desmilitarizarse).
  • La glorificación de la guerra.
  • La exclusión de los judíos como ciudadanos alemanes y la restricción de la ciudadanía alemana según un criterio racial.
  • La detención de la inmigración.

Hitler tardó únicamente 18 meses para imponer el totalitarismo en Alemania, los primeros seis los dedicó a desaparecer los partidos políticos y todo sistema de organización; los siguientes seis meses sometió a las regiones germanas a su régimen; los últimos tres meses se concentró en la aniquilación brutal de sus opositores.

El gobierno liderado por el canciller Adolf Hitler, con von Hildenburg como presidente, disolvió el parlamento el 1 de febrero de 1933 y el 28 de febrero firmó el “Decreto para la Protección del Pueblo y del Estado”, donde se suspendían otros derechos básicos, como la libertad de expresión, de prensa, de asamblea y de asociación, así como la privacidad del correo y de las comunicaciones, cualquier violación de esta prohibición implicaba la pena de muerte. Además, se legalizó una “Custodia protectora”, que permitía la detención del enemigo y su envío a los campos de concentración, a cargo de la SS, que fueron ocupados, en un inicio, por comunistas y oficiales opositores electos.

En marzo se promulgó la “Ley habilitante”, llevando definitivamente al Nacional Socialismo al poder, se nombró a Hitler, Führer y canciller, concentrando todo el poder del Estado en él, al presentarse como el ejecutivo de la nación y como el jefe del partido, como el líder supremo.

La SA y la SS, fueron los órganos que sostuvieron al partido, gracias a la violencia física que emplearon en la población alemana, al eliminar a todos sus enemigos, destruir organizaciones e incendiar edificios, logrando intimidar y controlar a un amplio sector de los alemanes, atacando y llevando a la clandestinidad al Partido Comunista, al Partido Social Demócrata y a la Organización Republicana, a través de asesinatos y desapariciones.

En febrero de 1933, Hermann Göring, transformó 40 mil miembros de esas organizaciones armadas del partido en policías, con la instrucción de usar la fuerza contra cualquiera que pusiera en cuestión el “interés del pueblo” y afirmóque su trabajo no era ejercer la justicia, sino “solamente destruir y exterminar”.

Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, la SS se levantó contra la comunidad judía, asesinando, tomando prisioneros, quemando aproximadamente 180 sinagogas, destruyendo 7,500 tiendas y algunas otras propiedades, lo que se conoce como las “Noche de los Cristales Rotos”.

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¿Por qué los alemanes lo seguían aceptando?

Adolf Hitler “El Führer” se presentaba ante su pueblo como el líder de la nación alemana y de la raza aria, reforzaba su discurso con conmemoraciones masivas que duraban todo el año: desfiles militares, discursos y fiestas, ante la mayor cantidad posible de asistentes.

La relación entre el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) y el pueblo se reforzó con el establecimiento del Ministerio de Iluminación Pública y Propaganda, que monopolizaría la opinión pública y la vida cultural, con Joseph Goebbels a la cabeza.

Había un compromiso constante de la población que se demostraba en las conmemoraciones y festividades, siendo muchas las imágenes que retrataron los despliegues de símbolos, los desfiles, la participación de mujeres, hombres y niños en los mítines, los discursos, las juventudes hitlerianas y los contingentes que marchaban, en orden y sincronía, con entusiasmo ceremonial, ante los dirigentes del gobierno.

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La población alemana justificó el exterminio de los judíos bajo el argumento de un compromiso ideológico, el cual permeó en las vidas y los actos de sus ciudadanos.

Hoy, muchas de las ideas de Adolf Hitler pueden parecernos claramente aberrantes, sin embargo, el germen del odio sigue presente en muchos discursos políticos seductores, que parecen no entender hacia donde nos conducen ese tipo de ideologías: a convertirnos en corderos o lobos.

@plumasatomicas

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