Por Diego Castañeda

La inflación es un concepto que está constantemente en las voces de analistas, opinólogos y de la gente en general: a veces por sus alzas y otras tantas por su nivel controlado. En la historia moderna de México (los últimos 50 años), ha sido un tema económico de la más alta importancia por sus efectos en la vida de las personas y sus consecuencias macroeconómicas. Por esta razón es importante entender el concepto a mayor profundidad.

La inflación puede ser entendida de forma muy general como la pérdida de poder adquisitivo de una moneda por el crecimiento de los precios. El poder adquisitivo nos importa porque es uno de los determinantes más importantes del nivel de consumo de las familias; así pues, podemos entender el poder adquisitivo como una función de dos variables: el ingreso de los hogares y los precios en la economía. Mantener el poder adquisitivo de las familias implica mantener el crecimiento de los precios bajo control (y deseablemente ver un incremento en el ingreso).

La forma en que se mide la inflación en México es a través de una canasta ponderada de bienes. Existen diversas medidas de inflación, pero por simpleza y practicidad nos centraremos en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), porque también es la más común.

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Como se puede observar, el INPC es un promedio ponderado de los precios de distintas categorías de bienes y servicios de consumo; por lo tanto, el nivel de inflación que se reporta en la realidad es sólo un promedio que sirve como base para guiar la política económica del país y cuyos efectos verdaderos sobre la gente pueden ser diferenciados.

La inflación tiene un impacto asimétrico sobre los distintos grupos de hogares. Así, por ejemplo, un hogar del decil 1 (es decir del 10% de menos ingresos) que destina una proporción más grande de su ingreso al consumo de alimentos enfrenta un impacto inflacionario distinto que el decil 10 (el 10% de más ingresos) que consumen una mayor proporción en educación y esparcimiento. De lo anterior podemos comprender que la inflación, por ser un promedio, subestima la inflación para algunos grupos (de menores ingresos) y la sobreestima para otros (de mayores ingresos).

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Volvamos a nuestro ejemplo clásico: Peter Parker consume una mayor parte de su ingreso en alimentos, por lo que un aumento en los precios de los alimentos impacta de forma más fuerte (asimétrica) en su poder adquisitivo que lo que ese mismo aumento impacta a Bruce Wayne quien gasta su dinero en tecnología y educación.

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Si trasladamos este mismo ejemplo a grupos más grandes de población, llamémosle quintiles (grupos de 20% de la población) podemos observar que, para el caso mexicano, las personas en el primer quintil (el 20% más pobre) el ponderador real de su gasto en alimentos es 51% y no el 23% que pondera de forma general el INPC. Por lo tanto, cuando queremos revisar el impacto de la inflación en la población lo que debemos observar es la estructura del gasto de los hogares y su nivel de ingreso.

Se habla de una inflación del 3% (en los últimos años), pero cuando la observamos por quintiles encontramos que la inflación del primer quintil fue superior al 3%, mientras que la del quinto quintil fue menor al 3%. Además de la estructura de consumo de los hogares, otro de los factores que produce estas asimetrías es el problema de la falta de competencia económica en el país.

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Dado que muchos de los mercados del país son como una versión humana de Monopoly, con unos pocos agentes ejerciendo poder para fijar precios, la forma en que las empresas trasladan sus costos a los consumidores son más pronunciadas ( por eso el índice Nacional de Precios al Consumidor no es igual que el Índice Nacional de Precios al Productor) efecto que hace que los precios que enfrentan los distintos quintiles varíen drásticamente entre regiones del país, con perjuicio especial sobre las zonas más remotas y de mayor marginación.

La discusión actual sobre precios de los energéticos, sobre el traspaso del tipo de cambio y sobre los efectos de la falta de competencia en los precios hacen que entender la mecánica diferenciada de la inflación sea más importante. Hablar de objetivos de inflación, como el famoso 3% más/menos 1, es un objetivo valido en términos  macroeconómicos para la conducción de la política monetaria; no obstante, es muy distinto cuando intentamos entender la inflación por sus impactos diferenciados entre las personas.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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Soy Raúl, pero la gente me conoce como Ruso. Estudié letras inglesas en la UNAM y tengo una maestría en periodismo y asuntos públicos por el CIDE. Colaboro en Sopitas.com desde hace más de seis años....

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