Entre los archivos nacionales de Gran Bretaña está el discurso que los altos funcionarios redactaron para que la reina lo dijera a la nación inglesa en vísperas de una guerra nuclear contra Rusia.

El discurso fue divulgado el día de hoy, junto con otros archivos confidenciales con más de treinta años de antigüedad, y que forman parte de un programa de transparencia pública impulsado por el Parlamento británico.

The Guardian explica que en el mensaje la reina describiría la «locura de la guerra» y «el poder mortífero del abuso de la tecnología».

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El discurso forma parte de las 320 páginas de los posibles escenarios de la guerra con el nombre código Winter-Cimex 83, y que fue elaborado por el equipo del Ministerio de alta Inteligencia, de Defensa y del Interior. Este documento histórico nos dibuja la pesada sombra del armagedón nuclear que oscurecía a Inglaterra hace 30 años.

El texto no tiene membrete y tiene fecha del 4 de marzo de 1983 con lo epígrafes «Secreto» y «Ejercicio».

El discurso arranca diciendo:

«Cuando les hablé por última vez, hace menos de tres meses, estábamos todos disfrutando de la cordialidad y la hermandad de una Navidad familiar»

«Los horrores de la guerra no podían parecer más remotos mientras mi familia y yo compartíamos el regocijo navideño con la creciente familia de la Commonwealth»

«Ahora, esa locura de la guerra se extiende otra vez por el mundo y nuestro valiente país debe prepararse una vez más para sobrevivir ante un gran conflicto»

«Nunca olvidaré el dolor y el orgullo que sentí cuando mi hermana y yo estábamos acurrucadas alrededor del aparato de radio, mientras escuchábamos las palabras inspiradoras de mi padre en ese fatídico día en 1939. Ni por un momento imaginé que este solemne y terrible deber algún día tendría que recaer en mí»

«Todos sabemos que los peligros a los que nos enfrentamos hoy son mucho más grandes que en ningún otro momento de nuestra historia»

«El enemigo ya no es el soldado con su rifle, ni siquiera el aviador  que merodea por el cielo encima de nuestras ciudades y poblados, sino que es el mortífero poder del abuso de la tecnología [armas nucleares]»

Más que coraje, parece que lo que se pretendía era preparar a la población para que pudiera resistir el trauma de un ataque nuclear.

«El mensaje que les transmito es muy simple: ¡Ayuden a los que no pueden ayudarse a sí mismos. Den consuelo al que está solo y sin hogar y dejen que su familia se convierta en foco de esperanza y vida para aquellos que lo necesiten»

«Mientras nos esforcemos juntos para combatir al nuevo demonio, déjenos rezar por nuestro país y por los hombres de buena voluntad allí donde estén. Que Dios los bendiga a todos»

El discurso fue escrito para decirse en cualquier momento, pues temían por la inminente amenaza soviética, el embajador del Reino Unido en Moscú advirtió que la retórica bélica de Yuri Andropov, secretario general del Partido Comunista soviético, se había vuelto «profundamente preocupante». En este contexto, la inteligencia británica había creado un escenario en el que un nuevo liderazgo de la URSS había tomado el control y había lanzado ataques en contra de Alemania occidental, Escandinavia, Italia y Turquía. Los ataques se había pensado que podrían haber sido nucleares y químicos.

En ese escenario, la inteligencia imaginaba que medio millón de personas se dirigirían a las colinas de Gales y al oeste del país para escapar de los bombardeos en los que miles de personas habrían muerto. Habría protestas en contra de la guerra, violentas revueltas en Londres, los precios de las bebidas alcohólicas se dispararían y las farmacias y hospitales serían saqueados.

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Estos escenarios imaginarios (que parecen sacados de una película de ciencia ficción) mostraron a los británicos que habían errado en el cálculo de ciertas cosas, por ejemplo, la OTAN (alianza bélica en la que están las principales potencias del mundo) habría gastado inútilmente recursos en armas nucleares de corto alcance, lo cual los dejaría vulnerables ante el ataque enemigo.

En fin, así se imaginaban los ingleses que podría haber sido la tercera guerra mundial, a la que, seguramente, la reina hubiera sobrevivido y Charles seguiría sin poder ser rey.

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***Vía The Guardian, EL País (España)

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