73 años atras se materializó el genio de Lou Reed. Al paso de los años y recientemente tras su muerte, se han escrito infinidad de páginas y caracteres apuntando los prodigios de sus letras, su actitud o sus contribuciones a la historia de la música. Pero pocas veces se habla de algo que es igualmente importante: sus aportaciones como guitarrista.

Reed fue siempre un transgresor, y esto mismo lo convirtió en un innovador musical. Más allá de ser técnicamente talentoso, siempre buscó el impacto por encima de las proezas virtuosas. Influenciado por el jazzista Ornette Coleman y en pleno resplandor hippie, Lou transformó la psicodelia en un mal viaje utilizando la disonancia y la distorsión para llegar al efecto deseado.

Por ejemplo una de sus primeras aportaciones fue la afinación Ostrich, un término inventado en sus días previos a Velvet Underground, con su banda The Primitives con la cual grabó la canción “The Ostrich”. En ella utiliza una afinación en la que todas las cuerdas están en el mismo tono, pero en diferentes octavas, unas más graves y otras más agudas, a lo cual también se le llama “afinación trivial”. Incluso tenía una guitarra especial para esta afinación también llamada Ostrich a la cual le había quitado todos los trastes (las divisiones que tiene todo el brazo de la guitarra para delimitar los tonos) la cual fue robada. Esta afinación puede ser escuchada en canciones de Velvet Underground tales como “Sister Ray”, “All Tomorrow’s Party” y “Venus In Furs”.

La forma en que usaba las armonías también era poco convencional, no le importaba romper los cánones establecidos por la música formal. Si se sabe algo de teoría musical, “Perfect Day” es un ejemplo de lo que Reed lograba como compositor. La armonía parecería no tener ningún sentido, sin embargo la canción en sí misma es el resultado de su forma de trabajo, la canción misma le fue dictando a Lou cómo configurarse, no importaban las reglas mientras la canción se escuchara bien.

Siempre se hacen referencias a su forma tocar como experimental y abstracta, lo cual hasta cierto punto es verdad, pues Reed gustaba de ir hacia el extremo, no había ningún género que pudiera encasillarlo. Como sucede con muchos guitarristas, Lou siempre estaba en búsqueda de nuevos elementos que le dieran un sonido único (y cuando esto no pasaba, dicen que se ponía muy de malas). Sobre todo le gustaba mucho cuando encontraba un nuevo pedal de efectos, con el cual experimentaba o jugaba cual si fuera un niño con juguete nuevo. Sobre todo le gustaban mucho los que fabricaba Peter Cornish quien además le construyó varios con sus especificaciones muy precisas.

También era fan del trabajo de Dan Armstrong el creador de la famosa guitarra transparente de Plexiglass quien además ya tenía un prototipo de pastillas intercambiables, a las cuales nombró “la pastilla modular”. Se quedaba sorprendido por qué el invento de Armstrong no se propagó ni se hizo popular y tenía la teoría de que las compañías de guitarras lo sabotearon para que a gente tuviera que pagarle a un ingeniero forzosamente si quería cambiar sus pastillas.

Además en sus presentaciones en directo, Reed tomaba la batuta de los solos y siempre sorprendía a sus músicos y al público pues jamás tocaba lo mismo, siempre le gustaba improvisar y experimentar para causar un efecto determinado.

En 1975 ya como solista llevaría el uso del feedback (o retroalimentación) más allá de lo que Jimi Hendrix hubiera imaginado. Su álbum Metal Machine Music es uno de los pocos de la historia de la música que se han calificado como “inescuchables” (aparte de su colaboración con Metallica en el infame Lulu). De hecho la compañía RCA decidió desaparecerlo de su catalogo y de sus archivos a sólo dos semanas de su lanzamiento, cuando se empezó a registrar la mayor cantidad de regresos del álbum a las tiendas de segunda mano. Sólo dos tracks que duraban exactamente 16 minutos y un segundo cada uno, sin letra, sin batería, sin bajo; solo decenas de capas de guitarras distorsionadas haciendo feedback que no tienen fin. Aunque esta pared de ruido tiene sus antecedentes en otro tema de Velvet Underground llamado “I Heard Her Call My Name”.

El disco parecería una broma de mal gusto o un insulto premeditado contra la industria discográfica, pero en realidad es un álbum extremo que algunos entendidos y fans de la música concreta y vanguardista tienen en alta estima. Incluso, para sorpresa del propio Reed, hubo un par de ellos, Ulrich KriegerReinhold Friedl que se dieron a la exhaustiva tarea de transcribir y ejecutar con piano y saxofón todo este polémico álbum, cosa que hasta entonces Lou consideraba algo imposible de hacer.

Si están en busca de nuevas formas de inspiración podrán encontrar en la música de Lou Reed momentos soberbios que quizás les den una buena sacudida para salirse de su habitual radar musical.

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