Ya que la cárcel no le sentó bien y en dos ocasiones ya se les puso malito, las autoridades decidieron que es mejor que el exgobernador interino de Veracruz, Flavino Ríos, cumpla con su año de prisión preventiva desde casita.
Bueno, para que no digan que nomás se “está haciendo”, sepan que el priista tuvo que ser intervenido quirúrgicamente del corazón y, para su recuperación, necesitará de cuidados especiales. El juez de Control determinó que, dado su estado de salud, Ríos no podrá continuar su juicio en el penal de Pacho Viejo y es una mejor opción que cumpla con su encierro de forma domiciliaria.
Ríos estuvo hospitalizado por dos semanas en el Hospital Ángeles, ubicado en la capital del Estado (¿qué, creyeron que más en el IMSS?) y fue el lunes cuando lo pasaron por el rigor del bisturí. Es decir, casi no pasó tiempo en una prisión de verdad, ya que su detención y encierro se dio a inicios de marzo.
Acusado de tráfico de influencias y abuso de autoridad, Ríos no tuvo ninguna bronca del corazón mientras ayudó a Javier Duarte a escapar de la justicia… aunque él diga que en ese momento desconocía que el entonces gobernador con licencia tuviera una orden de aprehensión en su contra.
Al respecto, el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, señaló que el beneficio otorgado a Ríos está contemplado en el nuevo sistema de justicia penal acusatorio: “en razón de su enfermedad un juez decidió que debía permanecer fuera del reclusorio y que debía estar en su casa, eso es lo que hay, no se oculta nada, es un gobierno totalmente transparente, la ley así lo indica”, cita El Universal al gober jarocho, quien negó que el beneficio otorgado a Duarte sea resultado de negociaciones o pactos: “La decisión quedó única y exclusivamente en manos del poder judicial del estado”.