Por Ricardo Quintana Vallejo

Como broma, la comediante estadunidense Kathy Griffin tuiteó una foto en la que cargaba la cabeza decapitada y ensangrentada de Trump. En su tuit, ahora borrado, explicaba: “I caption this ‘there was blood coming out of his eyes, blood coming out of his . . . wherever’” [Titulo esta foto ‘había sangre que salía de sus ojos, salía de su… lo que sea’].

El tuit reusaba las palabas de Trump, cuando éste, enojado con la periodista Megyn Kelly, dijo: “You could see there was blood coming out of her eyes. Blood coming out of her wherever” [Se podía ver sangre que salía de sus ojos. Sangre que salía de su… lo que sea].

Griffin quiso usar las palabras de Trump en su contra, para mostrar lo ridículo (y sexista) de la aseveración original. La imagen era fuerte, Griffin con la cabeza del hombre poderoso, como vengándose de todo lo que ha dicho. Pero incluso antes de que las reacciones negativas (de izquierda y derecha) se dejaran caer, Griffin ya había sentido la necesidad de aclarar que sólo era una broma, que no quería incitar violencia y que ella sólo estaba “mocking the Mocker in Chief” [burlándose del “burlador en jefe”].

Desde entonces, Kathy Griffin perdió su contrato con CNN y se disculpó públicamente en el video que se puede ver aquí.

Pero lo interesante son las implicaciones de la imagen, sus referentes y alusiones. Pues no es la primera vez que, en una representación popular o artística, una mujer muestra una cabeza degollada.

Judith con la cabeza de Holofernes

Griffin no ha comentado cuál fue la inspiración para su tuit, pero resulta muy similar a las pinturas de Judith y Holofernes. De hecho, la pintura de Cristofano Allori muestra a Judith ya con la cabeza del general asirio; a diferencia de las pinturas de Caravaggio o Artemisia Gentileschi, que muestran a Judith en el acto del asesinato. En la historia del Libro de Judith (del segundo canon del Antiguo Testamento), Judith seduce y mata a Holofernes para prevenir que éste destruya su ciudad, Betulia. Las acciones de Judith se han interpretado como heroicas, pues el uso del vicio ajeno, la bebida y el deseo, se combinan para defender la ciudad sin necesidad de la batalla.

Resulta imposible decir si Griffin pensó en Judith cuando se tomó la foto, pero el hecho es que hizo palpable esta narrativa y, cuando menos como sugerencia, nos lleva a imaginar a Griffin en el lugar de Judith. Así, la broma con tintes políticos de Griffin puede interpretarse (entre otras cosas) como un acto de resistencia frente a un hombre que se burla de las mujeres, sin muchas consecuencias. Y tal vez ése es el resultado que Griffin esperaba. Si se hacía viral, que fuera por el referente de Judith y se entendiera como una crítica feminista arraigada en la historia del arte.

Pero otro referente resultó prominente…

Como lo señaló Carl Hiaasen, del Miami Herald, “You know who . . . didn’t find it so hilarious? The Family of Daniel Pearl, the . . . reporter who was beheaded on video by al Qaida in 2002”  [¿Saben a quién tampoco le pareció gracioso? A la familia de Daniel Pearl, el periodista que fue decapitado en video por al Qaida en 2002]. Esta alusión (quizás accidental) es la que más se le ha criticado a Griffin. Y quizás sí fue intencional, para criticar las declaraciones de Trump durante su campaña sobre un plan para derrotar a ISIS.

Salomé y Juan el Bautista

Si la imagen de Griffin recuerda a Judith, entonces también tendría que recordar a Salomé, la princesa idumea. En esta historia, la madre divorciada de Salomé, Herodías, quiere casarse con Herodes Antipas, pero Juan el Bautista se opone por ser ella divorciada. Herodes manda encarcelar a Juan, sin matarlo. Posteriormente, en su fiesta de cumpleaños Salomé baila con tal belleza para Herodes, que éste le ofrece darle cualquier cosa que ella quiera. Salomé pide la cabeza de Juan en una bandeja de plata, como representó Caravaggio en su pintura. Aquí no es Salomé quien sostiene la cabeza, sino el mismo Herodes.

Salomé pocas veces se enuncia como heroína y en la obra teatral de Oscar Wilde incluso le da un beso a la cabeza decapitada, creando una imagen perversa para la audiencia. En la pintura de Caravaggio, Salomé parece más bien asqueada o cuando menos indiferente a la cabeza, como si lo hubiera hecho por su madre (para que se pudiera casar), pero sin ningún placer. Para algunos, la imagen de Griffin es tan perversa como Salomé en la obra de Wilde. No en un sentido necrófilo, pero sí en un sentido morboso y violento.

En la imagen de Griffin no hay bandeja de plata, no hay cuchillo y el asesinato no se muestra. La cabeza ensangrentada resulta suficiente para representar el acto. Como en las pinturas que he mencionado, Griffin usó una imagen para contar una historia, una que no se recibió con agrado o risa.

En el discurso pictórico de Griffin, las imágenes de Judith y Salomé cobraron una dimensión a todas luces política. Y si suponemos que Griffin se colocó simbólicamente en el lugar de estas mujeres, entonces puso a Trump en el lugar del tirano Holofernes y de Juan el Bautista.

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Ricardo Quintana Vallejo es crítico cultural y traductor. Estudia el doctorado en literatura comparada de la Universidad de Purdue.

Twitter: @realquir

Sobre Alocado y dislocado: Nuestras identidades (condición socioeconómica, género, sexualidad, nacionalidad, raza), tanto individuales como colectivas, están en constante cambio. Los mexicanos somos versátiles; replanteamos el valor de nuestra historia, cultura y literatura constantemente. Nuestras identidades nos dan mucho de qué hablar. En Alocado y Dislocado se ofrece el análisis de temas actuales y de nuestros símbolos, de nuestras posibilidades identitarias en este momento, desde la dis-locada perspectiva de un mexicano queer en el Midwest estadounidense.

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