¿Un corazón roto duele? ¿El miedo duele? ¿La tristeza duele? ¿Las pérdidas duelen? ¿La memoria duele? ¿Crecer y envejecer duele? ¿La frustración duele? ¿El fracaso duele? ¿La depresión duele? ¿La ansiedad duele? ¿La muerte de un ser querido duele? Sí, todo lo anterior y más, duele. A pesar de que no lo deseamos, así es.

Tal vez la diferencia está en si lo afrontamos o no; en cómo lo afrontamos y cuándo lo afrontamos. Dolores que en su momento no pudimos, supimos o quisimos afrontar, sin duda nos cobrarán la factura más adelante y a eso se le llama sufrimiento o vivir en sufrimiento.

Nos han enseñando a ahuyentar lo más posible el dolor y el fracaso, “no pasa nada, échale ganas”, nos dicen, cuando en realidad sí pasa algo y no requiere sólo de ganas para afrontarlo; requiere de decisiones y voluntades y ésas, en ocasiones, son las últimas de las prioridades.

Un dolor o muchos dolores le son inherentes a la vida, pero el sufrimiento no lo es. Por ello, de ser posible aceptar el dolor con la finalidad de sanarlo y poco a poco hacerlo parte de nuestra vida, sin que controle los pensamientos y sentimientos cotidianos, será lo ideal. Esto es, que vivimos con el dolor, claro, como seres sintientes sería absurdo pensar lo contrario, pero el sufrimiento, y más el prolongado, sí es opcional.

Tuvimos oportunidad de platicar con el psicólogo y especialista Rodrigo Zamora, quien nos ayudó a identificar las diferencias entre el dolor y el sufrimiento.

Dolor emocional y sufrimiento
Foto: Freepik

El dolor emocional

Empecemos por el dolor físico, que está definido como aquella experiencia adaptativa del cuerpo que sucede ante un estímulo que rompe el equilibrio o funcionamiento al que estamos acostumbrados, se trata de una respuesta del cuerpo y el dolor es la forma en que se manifiesta.

Existen tipos de dolor, como el físico que nos indica que hay algo que tenemos que atender en nuestro cuerpo porque nos está haciendo daño. Pero también existe el dolor emocional, que es una respuesta que tenemos para afrontar situaciones que rompen nuestro equilibrio y que de alguna manera son señales de alerta para observar, cambiar o modificar ciertas cosas que no nos están funcionando y por eso atravesamos experiencias emocionales dolorosas e intensas.

El sufrimiento

Desde la filosofía budista se habla de la diferencia entre dolor y sufrimiento, en donde el dolor –físico y emocional– es una experiencia inevitable, funcional y adaptativa para los seres humanos, que de hecho nos permite crecer personalmente. Y el sufrimiento tiene que ver con la prolongación de este dolor y es muy personal, es decir que dependerá del manejo que le demos al dolor con los pensamientos. Es una experiencia dolorosa que no se afrontó en su momento y que por miedo, mantenemos latente y constante en el presente. 

La escala del sufrimiento

El dolor físico tiene escalas como podría ser el umbral del dolor. Pero el dolor emocional durará mientras una persona pueda afrontarlo, cuando hablamos de sufrimiento, que es la prolongación del dolor, no podemos referirnos a escalas sino a interpretaciones muy personales del dolor, de la realidad o de entender el mundo.

Los niveles desde los cuales lo hacemos tendrían que ir más dirigidos a la forma en la cual cada uno ha experimentado diversas situaciones que nos permiten afrontarlo de una forma más saludable o no. Para algunos perder a un padre o pareja puede ser una experiencia terriblemente dolorosa y de sufrimiento, mientras que para otras personas el no aprobar un examen o alguna prueba puede equiparar esta situación de sufrimiento.

Para poder determinar cuál es nuestra escala de dolor emocional o de sufrimiento, tenemos que conocer cuáles son nuestros propios límites e interpretaciones y la única manera es experimentando el dolor.

Dolor emocional y sufrimiento
Foto: Freepik

¿Cómo podemos afrontarlo?

No negándolo
Aceptar incondicionalmente la realidad
Estar presente en el aquí y en el ahora
Permitirnos la experiencia emocional antes de opacarla
No tener miedo al dolor

Crecimos pensando que el dolor es algo negativo y eso lo tenemos que cambiar. Tanto el dolor físico como el emocional nos dejan profundos aprendizajes porque nos permite darnos cuenta de las cosas. Vivimos en una sociedad que ha creado una oda a la felicidad, asumiendo que es el estándar que todos necesitamos sentir, cuando la realidad es que todo el abanico de posibilidades de experiencias emocionales son necesarias, vitales y es funcional experimentarlas. Se trata de entender que el dolor es una posibilidad de aprendizaje.

La regla de las 3 “A”

Acepto la experiencia dolorosa que tengo
Aprendo de ella y por tanto me permito
Amarla como parte de mí, de mi historia, porque no sería la misma persona que soy

¿Podemos controlar el nivel de sufrimiento para evitar un suicidio?

El tema principal tiene que ver con la manera en la que lo afrontamos, tenemos que romper con la idea tan tóxica y nociva de que toda experiencia dolorosa tiene que ser suprimida o controlada, cuando en realidad las emociones se tienen que regular, más no controlar.

Precisamente el propósito es saber cómo identificarlas, decirlas y expresarlas para poder manejarlas. Es fundamental contar con personas con quienes poder compartir el dolor. El dolor de hecho nos permite generar lazos muy profundos con otras personas, pero siempre será fundamental apoyarnos de algún profesional para lograr interpretar de mejor forma las emociones y pensamientos que nos pueden llevar a una ideación suicida. Al final, el dolor y la alegría son parte de todos nosotros y el equilibrio será la clave.

Como lo acabamos de ver, y de la forma tan amorosa de Rodrigo en compartirla, efectivamente no podemos hablar de una escala de dolor emocional o de sufrimiento, porque en cada uno de nosotros el dolor y la forma de llevarlo será única e individual. Mucho menos podemos minimizar o juzgar a los demás por hacerlo de una u otra manera. Como casi en todo, la empatía nos sacará adelante para entender que en nuestra diversidad y formas de sentir y pensar, encontraremos la verdadera plenitud y libertad de ser, y con ello podremos servir de apoyo o ayuda a alguien que lo necesite o a nosotros mismos.

Paremos de juzgar
Paremos de sufrir
#Habla
#Hablemos


Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel son creadoras de SIKI y Ser Mamá Hoy, plataformas de bienestar emocional y promoción de la salud mental.  Mafer es creadora del modelo Hospital de las Emociones, consultora en juventudes y salud mental,  y Paola es autora, emprendedora y creadora de proyectos de bienestar emocional y espiritual.

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