“No, pi%&/es políticos, si no fuera por ellos seríamos primer mundo”, seguro es lo que piensan varios mexicanos mientras llenan sus tanques con los huachicoleros. En parte tienen razón, pero ¿la amolada situación nacional es sólo culpa de los políticos corruptos?
Bueno, para empezar, ya identificamos a la corrupción como uno de los principales males de México y con justa razón: de acuerdo con cifras de El Financiero, la corrupción le costó al país entre 9 y 10% del Producto interno Bruto (PIB). Es decir, de cada 100 pesos de riqueza que se generan, 10 se destinan a la corrupción. Un total de 2.1 billones de pesos en 2016, pa’ pronto.
¿2.1 billones embolsados? No, los políticos son bien uña, ¿verdad Duarte? Pero esa cifra no se alcanza sólo con ellos. El sector empresarial y los propios ciudadanos también aportan su granito de corrompida arena para colocar a México como uno de los países más corruptos del mundo.
Como ejemplo está el hecho de que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) tiene en la mira a 70 mil empresas que facturan gasolina robada. De acuerdo con La Jornada, existen empresas fantasmas que son capaces de emitir facturas por la compra de gasolina robada. Obviamente no a señores que nomás llenan el tanquecito de su auto, sino a empresas que -según lo que se ha detectado- en conjunto han llegado a facturar operaciones superiores a 900 mil millones de pesos.
Cabe aclarar que el monto de la defraudación no solamente corresponde a los mencionados 900 mmdp, sino que, debido a que “esas facturas no necesariamente tienen una contraparte en otras empresas que pretendan deducirlas (…) todavía no tenemos una estimación precisa para conocer cuál es el impacto en la evasión”, señaló para La Jornada Osvaldo Santín Quiroz, jefe del SAT.
Es éste, que es uno de tantos casos de corrupción en el país, también están inmiscuidas cerca de 12 mil gasolineras legales que venderían pura producción huachicolera. Por ello, ya se coteja información de Pemex, para ver que tan desnivelados están los números de compras y ventas.
“Pero bueno, corruptos nomás los que manejan grandes cantidades de billete, ¿no?” Pues no. Quizás sin darse cuenta de estar haciendo el mal (sí, claro), muchos ciudadanos fomentan la corrupción de las autoridades. Aunque crean que no hacen diferencia, en comparación con los cañonazos de dinero de políticos y empresarios, en promedio los hogares mexicanos destinan 14% de sus ingresos, según advirtió la Coparmex.
Sin especificar en cuáles actos de corrupción es donde más se “invierte” el dinero de los hogares, lo preocupante de la situación es que de estos (los hogares) el 33% son aquellos en los que se percibe sólo un salario mínimo. “Es decir, la corrupción representa un impuesto regresivo considerable para los más pobres”, señaló el líder de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, basado en un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).