Por Diego Castañeda

Cuatro elecciones se realizaron en México la semana pasada, pero dos de ellas resultaron ser particularmente llamativas: la del Estado de México por ser el estado con más población, presupuesto, pobres, violencia, bastión histórico del priismo y muchas cosas más en el país; además, la de Coahuila, por ser uno de los estados “ricos” del país, pero que, como el Edomex, nunca ha visto la alternancia.

En los dos casos es preocupante lo que hemos observado, tanto en las campañas como en las votaciones y en el conteo de votos. Más allá de la tarea de los partidos y autoridades de quejarse y demostrar violaciones, delitos y demás en el proceso, quedó evidencia de sobra de toda clase de irregularidades que han sido documentadas en la prensa de todo el país y de buena parte del mundo. Sin embargo, parte preocupante de la legítima desconfianza que tienen los mexicanos en sus instituciones electorales, motivada porque rara vez vemos que se actúe para impedir todo el tipo de abusos que se registran, terminó siendo conducida de una forma muy poco productiva y distrayendo a la gente de los asuntos más importantes de esas elecciones.

Estas distracciones son el llamado “algoritmo espejo”, para el caso del Estado de México, y el llamado “servidor espejo” en la de Coahuila. A todos nos gustan las teorías de la conspiración, en ocasiones, pero estos dos casos son dignos del Agente Mulder  (X-Files) diciendo que “la verdad está allá afuera”. El primer caso, el del PREP en el Edomex, derivó en una serie de videos de personas intentando probar el “fraude” copiando y pegando datos en Excel. Esto tiene un par de errores, uno lógico y otro práctico. El lógico es el siguiente: si alguien pretende hacer fraude, no lo hará en un conteo preliminar que tiene cero validez y menos con datos que son verificables por todo el mundo. Sería el equivalente de querer robar algo enfrente de una cámara con la estación de policía a un lado y un gran letrero de ladrón pegado en la espalda.

El error práctico es que es posible descargar la base de datos y jugar con ella para verificar, copiar y pegar, pero es inútil e induce errores (en estadística se le suele llamar sesgo de confirmación). Lo anterior no quiere decir que el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) actuara bien. Claramente el IEEM pudo hacer un esfuerzo de mayor transparencia desde el conteo rápido, pudo presentar los datos de mejor forma y tener un programa del PREP con menos errores (en algún momento de la noche llego a registrar participaciones del 3000 por ciento). Una presentación mucho más amigable, con explicaciones claras, con mayor transparencia, hubiera evitado hacer el ridículo y, más importante aún, hubiera salvado el poco prestigio y confianza que le quedan a estas instituciones.

En el caso de Coahuila, el nivel de conspiración resultó mayor. Ahí apareció la teoría del servidor espejo (para esto hace falta ponernos nuestros gorritos de papel aluminio). La idea que circuló locamente entre la población fue que habían construido un PREP alterno para robarse la elección. Los problemas de los que sufre esta idea son, igualmente, de lógica. La elección no te la puedes robar en el PREP te la tendrías que robar en las casillas de forma física, alterar un contador preliminar no aseguraría ninguna victoria. Además, el problema práctico de esta teoría es que el PREP fue detenido por el Instituto Electoral del Estado de Coahuila (IEEC) dejando incompleta la cuenta, hecho que abona aún más a la poca confianza y es una falla grave del IEEC que no debe ser pasada por alto.

Lo anterior no es una burla, es preocupante porque centra la atención en donde no tendría que estar. La amplia cantidad de problemas que ocurren en los procesos electorales, en los de este año de manera evidente, están en otro lado. Están en la fiscalización de recursos públicos, están en la injerencia de autoridades de todos los niveles, está en un manejo irresponsable (en el mejor de los casos) o incluso faccioso (en el peor) de algunos medios de comunicación.  En Coahuila el simple hecho de que el conteo rápido le otorgara la ventaja a un candidato y al final en un conteo de votos sumamente irregular resultara ganador otro, es no sólo inusual sino un evento de baja probabilidad (los intervalos del conteo rápido en Coahuila se cruzaban, pero indicaban una mayor probabilidad de victoria para el del PAN que para el del PRI) y los eventos de probabilidad baja en este tipo de eventos siempre son sospechosos. 

En el caso del Estado de México el clientelismo es evidente, que en los lugares donde se concentra la población con mayores niveles de pobreza y más carencias sociales, de mayor dependencia de programas sociales, sean los lugares en donde el candidato oficialista (PRI) obtenga los márgenes de victoria de más grandes, con niveles de participación históricos, es uno más de esos eventos de baja probabilidad que ameritan sospecha y que afectan de forma adversa a la candidata de la oposición (MORENA). En el universo, las casualidades de este tipo son muy extrañas.

Foto: Guillermo Granados/Notimex

La gente que protesta y exige transparencia y defiende los resultados, sin duda lo hace porque piensa que hace lo correcto, piensa que defiende el resultado correcto en ambos procesos electorales. Hacen bien, la protesta es una forma democrática de presionar a las instituciones, las marchas en Saltillo o los reclamos en Toluca son un buen síntoma de una sociedad que le importa la vida democrática de donde vive.

Sin embargo, distraerse en la teoría de la conspiración en cosas como el PREP y sus algoritmos o sus servidores o haciendo sumas y restas de Excel esperando encontrar la matrix en una de las 18 mil casillas, son un desperdicio de tiempo que puede ser mejor invertido. Por ejemplo, evaluando los sucesos políticos, los procesos legales que son el corazón de las luchas postelectorales y que ultimadamente es donde se tienen que demostrar los fraudes, trampas, violaciones o irregularidades. Los habitantes de Coahuila y del Estado de México deberían estar poniendo más atención a los tribunales electorales y menos a la búsqueda del monstruo del lago Ness en el PREP. No se requieren teorías muy sofisticadas para ver muchas de las cosas que están enfrente de las narices de todos.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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