Por Olympia Ramírez Olivárez

Poeta, editora, escritora y crítica mexicana, Gabriela Jáuregui ha publicado, tanto en inglés como en español, varias obras, entre las que destacan Las memorias de las cosas (2015), Controlled Decay (2008) y más recientemente Tsunami (2018). Asimismo, es colaboradora para diversas revistas como Tierra Adentro, Los Angeles Review of Books, Horizonte, por mencionar algunas.

En Tsunami, libro que editó y prologó, Jáuregui recopila diferentes ensayos de mujeres feministas con distintos puntos de vista, edades y de distintos ámbitos. Con motivo de la cuarta edición del Hay Festival Querétaro, conversé con esta autora sobre Tsunami, los enfoques que ahí encontramos, la lucha feminista y su variedad, entre otras cosas.

tsunami Gabriela Jáuregui

Olympia Ramírez Olivárez: Me gustaría comenzar con Tsunami, un libro en el que reúnes a diversas autoras feministas. En el prólogo escribes que ya no se trata de una nueva ola del feminismo, sino de un tsunami que va a arrasar con todo. Después del tsunami, ¿qué sigue?

Gabriela Jáuregui: Bueno, pues, creo que es esta onda de querer manifestar algo en este mundo que no está ahí todavía; es decir, tristemente nos siguen dominando el sistema patriarcal en el que vivimos. Las violencias en contra de las mujeres siguen presentes e incluso pareciera que se están agudizando, de cierta forma. Entonces sí, me gustaría que ya hubiéramos arrasado con todo eso, pero hay que repetirlo suficientemente para que empiece a suceder. Es como esta idea de ‘No sólo se va a caer, la vamos a tirar’. Hay que seguirla diciendo hasta que suceda. Y no sólo diciendo, haciendo y poniéndonos ahí para hacerlo en práctica. 

Por otro lado, después, lo primero y más hermoso que esperaría, y lo que nos abriría espacio para otras posibilidades, es no vivir esa violencia, bajo la amenaza de esa violencia. Si todo esto se acabara, nos dejan de matar, nos dejan de acosar, podemos mover nuestros cuerpos, nuestras mentes y, por ende, nuestras ideas, podremos circular libremente por el mundo. Sin esos miedos, esas preocupaciones, esa realidad, podremos imaginar tantas cosas. Pero la primera cosa que se me viene a la mente es eso: La libertad de poder empezar a imaginar otras cosas que no sean la lucha contra esta violencia cotidiana en contra de nosotras. Nos abre el espacio para, no sé, si tú y yo queremos hablar de este arreglo de flores en esta mesa, de cine, de mil cosas, podríamos hacer muchas cosas porque en ese momento nuestros cuerpos habitarían el mundo de diferente manera, y eso ya es un paradigma nuevo y pues a ver qué pasa, ojalá pase pronto.

Asumo que fue una difícil decisión seleccionar a las autoras que conformarían Tsunami. ¿Cuál fue tu criterio de selección? ¿Buscaste que sus puntos de vista fueran diferentes o que tuvieran opiniones similares?

Sí, tienes razón, fue difícil. Pero también fue muy gozoso, tan gozoso que tengo listas y listas de mujeres que me encantaría escuchar y leer esas voces como para Tsunami volumen 2, volumen 3, en efecto. Entonces sí, hay muchas. Sí, la parte difícil sí es la que tú apuntas. Entonces, ¿cuáles? Porque una de las cosas que no queríamos hacer era tener a 56 autoras, por decir una cosa, y que entonces fuera un libro tan caro que nadie pudiera comprarlo; tenía que mantenerse relativamente limitado no por excluir mujeres, sino porque queríamos que fuera un libro que todos pudieran comprar. Entonces, ése era como un parámetro a seguir.

¿Cómo las seleccioné a ellas específicamente? Pues son mujeres que leo y admiro muchísimo. Ésa fue la parte fácil y gozosa, fue como “¡Qué rico! Vamos a trabajar juntas”. Con varias de ellas he trabajado, tengo una pequeña editorial, a varias de ellas las he publicado. Entonces llevo como leyendo y cultivando su trabajo desde hace tiempo. Y la otra cosa que me era muy importante era una diversidad de voces. Yo no buscaba un consenso, que por momentos lo hay, pero fue totalmente fortuito, pero no fue conceptualizado de base; al contrario, lo que yo buscaba era diversidad y sí la hay, hay puntos de vista encontrados en diversos textos.

Lo que buscaba era que hubiera autoras jóvenes, conocidas, mayores, chilangas, pero también, por ejemplo, Yásnaya es mije, Sara nació en el Bajío, pero adoptó el noreste como su tierra. No todas somos escritoras. Hay periodistas, lingüistas, activistas, académicas. Que hubiera ahí un mosaico. Claro que la intención no era hacer una totalidad de las voces ni la representación absoluta de las voces mexicanas porque claro que hay mujeres que viven su género y su cuerpo de formas distintas. Entonces, había como muchos hilitos que tenía que trenzar, es una parte difícil, un reto, pero me parecía una parte esencial. No podía quedarse en la comodidad de invitar a las comadres escritoras y ya. A mí me importaba que hubiera una diversidad de voces. 

Mencionas que algo que cuidaste mucho fue que no saliera una edición ‘gorda’. Podríamos decir que Tsunami es un libro para difundir la voz del feminismo, pero, ¿para mujeres que quieren iniciarse en el tema? o ¿para aquellas que ya lo conocen? ¿Para qué público lo pensaste?

Como que no lo pensé para un público en mente. No como en una onda así como de objetivo ni de un rango de edad en específico como lo piensan las personas de marketing. Pero sí me era muy importante que fuera asequible, que pudiera difundirse, que no fuera extremadamente académico —porque creo que hay muy buenos libros de feminismo en la academia, porque además es un público más reducido—, quería que fuera algo más de la vivencia cotidiana, de mujeres que hablaran desde su posición política, de su cuerpo, de su mente. Cada una de ellas, de forma distinta, hace eso. Que no siempre es el caso de todas las feministas, de todas las escritoras. Esas cosas eran las que me importaban. Uno de los aciertos, ahora ya a algunos meses de su publicación, es que ha servido, a gente que no conoce de feminismo, como una invitación, pero también a mujeres que ya conocen del tema y que les puede servir como uno más para su caja de herramientas de lecturas de mujeres o de feminismo. Alegremente, el libro sí puede vivir en varios mundos de varios públicos al mismo tiempo.

Una de las características del feminismo latinoamericano, en específico de México, es la heterogeneidad. Tenemos diferentes puntos de vista. ¿Tú crees que esas diferencias debilitarán al movimiento en el futuro? Bastante debate se ha abierto en redes sociales al respecto. ¿Cómo podríamos evitar caer en la enemistad?

Ésa es la pregunta del millón. Mi respuesta inicial es: la diversidad siempre aporta, nunca quita, nunca resta. Que tengamos muchas versiones, definiciones y vivencias del feminismo me parece un plus siempre y no algo que nos resta. Ahora, hay momentos en los que esas diferencias se instrumentalizan o se usan para desmovilizarnos, estancarnos en discusiones que no nos llevan a ningún lado en realidad más que a afianzarnos cada una de nuestro lado de la trinchera. Entonces, creo que la palabra enemistad es horrible.

Un dicho conocido de hace siglos “Divide y conquista” hace eso. ¿A quién le sirven esas enemistades? ¿A quién le sirve que tú y yo, en vez de encontrar los puntos de consenso si tenemos dos versiones encontradas del feminismo, nos aferremos a nuestras diferencias, no desde lo positivo, desde lo negativo y lo que nos separa? Al patriarcado, al capitalismo y a la desorganización les sirve eso. Algo que he notado, que me parece inspirador y maravilloso, es que justamente, con las últimas cosas que han pasado en la Ciudad de México, han habido un montón de grupas, de colectivas, de formas distintas de ver el feminismo que han logrado sentarse y congeniar, dejando a un lado las diferencias políticas momentáneamente para decir: “Bueno, nos están matando. Y aquí, ahorita, tenemos que combatirlo todas porque está cabrón”. Y eso me parece súper inspirador; cuando logramos hacer algo juntas gracias a nuestras diferencias, ni quién nos pare.

Lo último que querría es que todos los feminismos o todas las feministas pensáramos igual. Se volvería totalitario nuestro pensamiento, y el feminismo es por naturaleza antitotalitario. Y sí, en efecto, por eso es bien difícil de pronto, a la gente se le complica. Yo lo veo como algo bueno siempre y cuando no nos volvamos enemigas o que no paralice la organización ni la movilización.

*Fotografía destacada: freundevonfreunden.com

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