Todo comenzó con la canción “Chupi Chupi” y la publicación de su video en Internet. Las letras de Osmani García fueron tachadas de vulgares así como de sexual y estéticamente “incorrectas”.
No puedo afirmar que las letras de la canción sean indecentes principalmente porque son incomprensibles, lo cierto es que el problema no quedó en la declaración. El 10 de noviembre, trovadores que celebraban el 40 aniversario de la Nueva Trova Cubana se enfrentaron a golpes con jóvenes que subieron al escenario y que aparentemente querían que se tocara reggaeton porque “les daba la gana”. Esto no fue reseñado por la prensa cubana pero muchos se indignaron por el suceso.
Tiempo después, en una reunión del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el Ministro de Cultura Rafael Bernal y un grupo de artistas calificaron a las letras del reggaeton como “vulgares y sexistas”. Varios artistas expresaron su descontento hacia el reggaeton, señalaron que este tipo de música “es completamente carente de valores” y que “hay una profunda falta de respeto a la dignidad de la mujer”.
Los amantes del perreo se enteraron hoy que el “Instituto Cubano de la Música (ICM) sancionará a los intérpretes y difusores de temas musicales de contenido vulgar o que vayan contra la ética”.
“El ICM y su sistema de instituciones han adoptado medidas que van desde la descalificación profesional de aquellos que violen la ética en sus presentaciones hasta la aplicación de severas sanciones a quienes, desde las instituciones, propicien o permitan estas prácticas”, declaró Orlando Vistel, presidente del ICM.
Agregó que “Obviamente, cada quien es libre de escuchar en su privacidad la música que desee, pero esa libertad no incluye el derecho de reproducirla y difundirla en restaurantes y cafeterías estatales o particulares, ómnibus para el transporte de pasajeros y espacios públicos en general”.
El régimen cubano, desde hace décadas, ha tratado de censurar, prohibir o regular el uso de minifaldas, el cine, la telefonía móvil, el jazz, el Internet, la homosexualidad, a los Beatles y en fin… ahora el reggaeton. Todo sea por la ética.
***vía Granma