Decenas de personas participaron en la Caminata de la Hermandad, organizada por la delegación Miguel Hidalgo, sólo que esta caminata fue peculiar ya que los participantes la realizaron sin tenis o alguna clase de equipo deportivo.

Esto lo hicieron como un acto de solidaridad y reconocimiento al equipo de niños oaxaqueños de la comunidad triqui, lo cuales ganaron descalzos hace unas semanas el Mundial de Minibaloncesto en Argentina.

El evento contó con la presencia del equipo triqui, el cual está integrado por diez pequeños de entre 8 y 11 años de edad, también estuvo el delegado Víctor Hugo Romo y un centenar de personas. La caminata fue realizada a lo largo de 3 kilómetros al interior del Bosque de Chapultepec.

Según el Universal, las autoridades afirmaron que lo recaudado en la inscripción se otorgará al equipo para apoyarlos en el viaje que harán hacia Estados Unidos.

La selección triqui viajará a mediados de este mes a California para disputar la copa mexicano-estadounidense organizada por la comunidad oaxaqueña radicada en el país vecino.

También hubo quien llevó donaciones en especie como despensas, ropa, y hasta libros , los cuales serán enviados a la zona indígena oaxaqueña.

Además la delegación Miguel Hidalgo regaló una bicicleta a cada uno de los integrantes de la selección triqui.

Los ganadores

En la categoría infantil de la caminata dominaron los niños triquis. Abimael García Pérez fue el ganador con un tiempo de 17 minutos y 21 segundos, su compañerito Bernabé Martínez de Jesús fue el segundo lugar con 17 minutos y 29 segundos y el tercer lugar se lo llevó el capitán del equipo, Melquiades Ramírez de Jesús con 17 minutos y 43 segundos.

En la categoría de adultos el ganador fue Juan Pedro Dávalos con 15 minutos y 8 segundos, el segundo lugar se lo llevó Fernando Delgado con 15 minutos y 9 segundos y el tercero Israel Petlacalco con 15 minutos y 41 segundos.

En palabras del delegado Víctor Hugo Romo, la caminata fue una manera de demostrar a los niños su admiración y respeto, ya que los participantes decidieron correr descalzos tal y como lo hacen los niños cuando juegan basquetbol.

El delegado expresó:

«Correr descalzo es una muestra de humildad hacia ellos, yo he hecho maratones y estaba algo acostumbrado, pero por el camino te encuentras muchas piedras y te das cuenta de lo difícil que es. Creo que estos niños merecen el reconocimiento de todos por lo que han superado para triunfar fuera de México»

Descalzos ha sido como han competido y ganado tanto en Argentina como en el Youth Basketball of America celebrado en Monterrey y el segundo lugar en el YBOA, que se hizo en Orlando, Florida (Estados Unidos).

Correr descalzo: el dolor en los pies

Según Excélsior, la final de la caminata a todos les dolían los pies, a diferencia de los niños triquis que lo describieron como correr en «lo suavecito».

Aunque en cierta manera la carrera fue una buena idea (le dio recursos a los niños para su viaje y donaciones a su comunidad en Oaxaca), hasta cierto punto nos recordó a las penitencias que hacen grupos religiosos como los católicos en los que la culpa los lleva a expiarse causándose un cierto dolor.

Esto lo decimos porque, el delegado dijo que frente a las muestras de valor que han mostrado los pequeños triquis, las ampollas, cortadas, raspones y moretones que les aparecieron en los pies a los participantes era lo de menos. Es como si un sector de la sociedad mexicana (incluida la política) tuviera que lavarse la conciencia para poder expresar respeto y admiración por un grupo de niños que se esfuerzan en destacar en lo que hacen.

Este tipo de actos simbólicos (como la serie de reconocimientos y ceremonias en las que han participado) son una especie de actos de las «buenas conciencias» que subliman la culpa de no haber hecho realmente algo por los que más lo necesitan, no decimos que sea el caso específico del delegado, sino de toda la atención mediática y de las figuras públicas y el tipo de «actos» que hacen con los niños.

Todo el año ignoramos a los grupos vulnerables y en cierta época hacemos algo simbólico y podemos seguir con la conciencia tranquila, como cuando uno dona en diciembre a los discapacitados a pesar de que uno se estacione todo el año en las rampas o en los lugares destinados para ellos, toque el claxon desesperado detrás de los automóviles que llevan a estas personas, o simplemente no luche porque sus edificios cumplan con el tipo de accesos adecuados para estas personas. Y así como nosotros reparamos de vez en cuando en este grupo vulnerable, ahora las figuras públicas reparan en la a comunidad indígena triqui (que es una de decenas que existen en el país y las cuales, al igual que ella, merecen atenciones).

Casos parecidos a estos son cuando la gente defiende a animales domésticos específicos y que no reparan en la situación de los animales en general, tanto de estos como los que están en los mataderos, en los rastros, o en el cuidado de los ecosistemas de los animales, ya no los de las junglas (que es preocupante) sino los de la misma ciudad (pues aquí y en los alrededores viven animales también). En fin, actos pequeños que nos hacen sentir buenas personas, pero que no cambian la situación o la dinámica que margina a los otros individuos.

No decimos que este tipo de acciones sean hipócritas, o no sean útiles, es mejor poco que nada, lo único que queremos recalcar es que las cosas no se pueden quedar ahí.

 

***Vía El Universal , Excélsior

 

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