Durante la pasada marcha conmemorativa del 2 de octubre se registraron múltiples casos de agresión a manifestantes y policías. Un artículo de la Jornada del día de hoy da cuenta de algunos sucesos de esta clase por medio de testimonios. Por otro lado, El País publica un breve pero interesante artículo en el que pone sobre la mesa los problemas de la identidad y motivos de los encapuchados agresores e incluso, de los granaderos, exigiendo la consideración de un complicado entramado contextual de estos sucesos.

Un grupo de manifestantes que eran agredidos no sólo por granaderos, sino también por pseudomanifestantes que les lanzaban piedras corrieron a esconderse a un estacionamiento en Lafragua e Ignacio Ramírez, Uniformados afirmaron encontrar entre ellos a alguien que buscaban. “Ése es” dijeron y se dirigieron hacia el lugar.  Una chica intentó defenderlo afirmando “ellos sólo vienen a la marcha, no son provocadores.” Los policías, no obstante, arremetieron contra todos con toletes, escudos y extintores. Los trabajadores del estacionamiento intentaron argumentar en favor de los marchantes, pero fueron advertidos con un tajante “ustedes no se metan.” Los jóvenes fueron sacados del establecimiento y llevados a algún otro lugar a la fuerza.

‘Mientras intentaba grabar tropecé, caí y quedé de espaldas a los granaderos. Sentí un golpe en la cabeza, creo que con un escudo. Me traté de proteger y comenzaron a patearme en la espalda baja y en la cabeza. Logré ponerme de pie y pude salir del lugar” cuenta Xilo, reportera independiente que contaba con una credencias expedida por Artículo 19 que la identificaba como periodista, al ser alcanzada por un grupo de uniformados.

Jóvenes del CCH Vallejo fueron agredidos con gas pimienta a su paso por la marcha. Una de ellas, la estudiante Michelle intentó esconderse detrás de un camión, donde fue alcanzada por un granadero. Al atacarla éste, un compañero la protegió con un abrazo, recibiendo el golpe. ‘Nosotros nos manifestábamos pacíficamente, sólo marchábamos por ahí, pero fueron contra nuestro contingente’’, cuentan.

Durante la marcha hubo jóvenes “infiltrados”, según el testimonio de un fotógrafo cuya cámara le fue arrancada por un encapuchado. “Es mi materia de trabajo, ¿tú cuándo has trabajado en tu vida?” le preguntó furioso a su agresor. “Éste es mi trabajo” reveló el joven, dándole un cabezazo que le valió el diente al confundido reportero. Otro infiltrado se acercó a él y le dijo “mejor vete, te salió barato.”

anarquisas 2 de octubre 2

¿Pero quiénes son estos jóvenes enmascarados? Detrás del total de la manifestación, pudieron observarse unos 200 jóvenes enmascarados. Sumándolos a los observados en otros puntos de la marca, representan el 10% de los participantes en la movilización. Alguien los llamó anarquistas, la ciudadanía en general comenzó a identificarlos así, e incluso algunos de sus elementos usan esa etiqueta.

Lo cierto es que los daños que han causado en distintas manifestaciones han llenado las primeras planas de los periódicos así como el contenido de las notas que éstos redactan en torno a las protestas, entorpeciendo el espacio de análisis de su identidad, conducta, demandas, modos de operación y contexto. ¿Se trata de jóvenes actuando de manera violenta bajo la presión de la crisis sistemática, económica y política que atraviesa el país?, ¿se trata de grupos de choque pagados por el gobierno en turno para causar caos en las manifestaciones cada vez más frecuentes?

“Tenemos que reconocer que estamos ante una crisis sistémica, aunque los gobiernos hablen de una supuesta recomposición del capitalismo, cada vez es más evidente que hay una desigualdad cada vez mayor y no sólo en México, que de por sí es un país que tiene una fuerte, muy fuerte disparidad social, sino en todo el mundo. Hay personas que están excluidas de cualquier tipo de desarrollo”, afirma Jorge Enrique Rocha Quintero, investigador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

“Es una secuela de las rebeliones en 2011 en todo el mundo con un papel muy protagónico de los jóvenes. Es claro que cada vez son más los jóvenes que están preparados, que tienen una conciencia política desarrollada y que son excluidos, que no encuentran un trabajo que corresponda a su proceso de formación”, coincide Carlos Aguirre Rojas, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autor de una veintena de libros sobre el tema.

Sin embargo, algunos de estos “anarquistas” fueron vistos durante la marcha portando pistolas de goma, propias de los cuerpos de seguridad del estado. En las redes sociales se afirma que es fácil identificarlos, pues van enmascarados y equipados con cierta clase de armas caseras o de uso policial. Manuales para construcción de armas y formación de estrategias de choque ya se han hecho públicos en internet. “Una vez que logren identificarte, a ti o a uno de los tuyos, la persecución será inminente, por lo que debes estar alerta y encapucharte cuando la situación lo amerite”, se afirma en uno de estos manuales. “Si descuidas tu rostro o alguna parte identificable de ti en una acción ‘ilegal’, sin duda serás apuntado en la próxima acción ‘legal’ a la cual decidas asistir”. Otra imagen dice: “Si en la marcha se reprime, ¡la capucha no es un crimen!”

En definitiva se trata de un fenómeno sumamente complejo que exige un análisis más profundo que el mero reporteo de los hechos. Identificar a los agresores de la protesta, a los encapuchados o a los granaderos de ésta o aquella manera no es suficiente para resolver el conflicto.

 

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