Aunque posee un autogobierno, al ser un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos, Puerto Rico está sujeto a la autoridad gringa y, supone, también recibir ciertos beneficios por ello… ayuda, cuando se necesita. Pero bueno, con Trump ya está muy claro que valen cocol.

Como si se hubiera asesorado con Leo Zuckerman para dar mensajes después de una calamidad, el mandatario republicano lo primero que hizo al llegar a la isla caribeña azotada por el paso del huracán María fue minimizar el desastre. Quizás si hubiera llegado hace trece días, hubiera comprendido la magnitud de la situación… pero no. ¿Desastre ése?, ¿nomás por unas casitas destruidas y unos cuantos muertos? ¡Katrina! ¡ése sí fue un huracán y no estas mam$%&das! Él así lo dijo:

“Cada muerte es un horror, pero si nos fijamos en una verdadera catástrofe como Katrina (…) cientos y cientos y cientos de personas que murieron. Y mira lo que pasó aquí, con una tormenta que fue totalmente abrumadora. Nadie ha visto nada como esto”.

Luego del paso del meteoro, la isla tiene desabasto de alimentos y servicios públicos. De acuerdo con El País, apenas 7% de la población cuenta con electricidad y sólo el 22% de las telecomunicaciones funcionan. De agua potable ni hablamos y menos de la situación en la que viven las 9 mil personas que han tenido que ir a los albergues habilitados. “Viene bien que venga (Trump) a ver cómo estamos, para que se dé cuenta de que necesitamos más ayuda rápido”, señaló esperanzado uno de los damnificados… pero cuál. Para el ejecutivo estadounidense la cosa no está tan mal.

“¿Cuál es su número de muertos?” Preguntó el mandatario gringo (ya que no pudo consultarlo antes por internet). “Dieciséis”, le contestó el gobernador Ricardo Roselló. “Debes estar orgulloso. Dieciséis frente a literalmente miles de personas, usted puede estar muy orgulloso, todo el mundo alrededor de esta mesa y todo el mundo que está viendo realmente puede estar orgulloso de lo que ha ocurrido en Puerto Rico”, le dijo el jefe de la Casa Blanca, antes de ir a darse la vuelta para saludar a los damnificados y, de paso, aventarles unos rollos de papel (porque después de tan tremenda visita, no queda de otra de cag%&/se del coraje). En serio: el presidente aventó papel higiénico entre aquellos necesitados de ayuda humanitaria.

Más que una palmadita en la espalda o alguna frase de aliento, las autoridades de la isla ya declarada en quiebra desde hace unos meses recibieron reclamos de Trump por lo costosa que le está saliendo la ayuda al gobierno estadounidense… pero bueno, nomás porque son buena onda en la Casa Blanca, van a seguir recibiendo algo. “Odio decíroslo, Puerto Rico, pero están haciendo que se vea desfasado nuestro presupuesto. Gastamos un montón de dinero en Puerto Rico y eso está bien, hemos salvado muchas vidas”, señaló el exconductor de TV en un tono no muy bondadoso.

La visita de Trump a Puerto Rico apenas duró un par de horas y se dio luego de las críticas de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, después de pedirle al gobierno de los Estados Unidos más recursos… después de todo, parte de la crisis económica que atraviesa la isla es responsabilidad de los “miles de millones de dólares de deuda con Wall Street”. Trump respondió – en Twitter, claro – que algunos funcionarios quieren que “quieren que se les haga todo cuando debería ser un esfuerzo de la comunidad”. Y así la visita de Trump a Puerto Rico donde, por cierto, el número de muertes se elevó a 34. Pero ni así se impresiona el mandatario.

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