El historiador deportivo Carlos Calderón Cardoso nos habla de Luis Hernández, el delantero mexicano que brilló durante el Mundial de Francia 1998.

El protagonista de esta historia es un hombre como cualquier otro, un poco orgulloso, un tanto exigente consigo mismo, cuyos sueños de joven eran los de jugar una Copa del Mundo y anotar un gol a una potencia futbolística, tal vez Brasil o Alemania…

Luis Arturo Hernández Carreón nació el 22 de diciembre de 1968 en Poza Rica, Veracruz y como muchos otros niños, su mejor juguete fue una pelota de hule para patear en cualquier momento. Creció y desarrolló no solo el gusto, sino los dotes necesarios para hacer del futbol una profesión. Su debut con Cruz Azul aquel 22 de agosto de 1990, no fue muy afortunado, los nervios le traicionaron un poco, pero su gusto por buscar el balón en cada jugada, le valieron para que su entrenador, lo tomara en cuenta por 18 partidos.

La siguiente temporada fue trasferido a Gallos Blancos de la Segunda División. Su empuje y dedicación, lo llevó a ser observado por el Monterrey en donde jugaría las siguientes dos temporadas dirigido por Miguel Mejía Barón, quien le tuvo tanta confianza, que fue el primero en darle también una oportunidad en Selección Nacional.

En mayo de 1994, el Necaxa decide comprar a Luis. Tozudo, luchador dentro del área, logró 10 goles en la temporada, pero no podía calificársele más que como un futbolista regular como tantos otros. Su debut con el tricolor fue el 1 de febrero de 1995, en contra de Uruguay: El gran momento del necaxista se dio con la llegada de Bora Milutinovic al frente de la Selección logrando su primer gol frente a Yugoslavia el 15 de noviembre de 1995.

EL MATADOR

Luis Hernández tiene dos facetas en su carrera futbolística, una enmarcada por su debut y hasta la obtención del bicampeonato con el Necaxa (1995 y 1996) y la segunda, que comenzó durante la Copa América de 1997, en donde brilló con luz propia.

Aquella tarde del 13 de junio en el estadio Ramón Tahuichi Aguilera de Santa Cruz, Bolivia, Hernández en un magnífico partido, logró dos estupendas anotaciones en tan solo 13 minutos de juego frente a Colombia que dieron el triunfo a la escuadra tricolor. El segundo partido era ni más ni menos que frente a Brasil quien llegaba con todas sus estrellas. Luis consigue de nueva cuenta las dos primeras anotaciones del partido y es, a partir de ese momento que se le comienza a conocer con otro nombre El Matador, por su forma despiadada de incrustar el balón en las redes, sin tentarse el corazón para dejar mal parados a los defensas enemigos. Aquella tarde Brasil se repuso y logró imponerse a los mexicanos, pero la prensa sudamericana demeritando el triunfo verde amarella, dedicó sus principales páginas al goleador que descubrían al mundo futbolístico: Luis El Matador Hernández.

El 19 de junio, dentro del mismo torneo, Hernández lograría el quinto de su cuenta personal y el gol 2,000 en la historia de la Copa América, mismo que además sirvió para clasificar a México a la siguiente ronda del certamen más importante del Continente. Nuestra Selección alcanzaría el tercer sitio de la contienda y El Matador una anotación más, con lo que se convertía en el goleador de la Copa América. A partir de ahí, Hernández se hizo imprescindible en la Selección Mayor. Nadie podía concebir la misma sin El Cannigia mexicano, apodo que surgió a partir de julio del 97 cuando fue fichado por el Boca Juniors. El paso por el conjunto Xeneize fue efímero, ya que el entrenador no lo tomó en cuenta para la Liga. Maradona comentó acerca Luis: “Es un jugador ultra ofensivo que sabe marcar, recuperar, centrar, desbordar y anotar. Desde que lo vi jugar siempre dije que Luis le iba a dar muchas satisfacciones al futbol mundial, y no me he equivocado”.

La máxima expresión de este goleador nato que de niño soñaba con llegar a una Copa del Mundo, se dio en Francia 98. Ahí, en cada partido dio de que hablar, anotó cuatro goles, máxima cifra para un mexicano en un Mundial de Futbol, el último de ellos frente a Alemania, una potencia, tal como él lo deseaba.

Luis Hernández, el Matador del área, mostró, sin cortapisas, el buen futbol guardado en sus botines, incendiando las tribunas con el grito: ¡Goool del Matadoooor!.

Por Carlos Calderón Cardoso.

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