De entre las muchas historias que esconden las estaciones del metro de la Ciudad de México, pocas tan trascendentes y significativas como la que guarda la Estación Etiopía/Plaza de la Transparencia, de la línea 3.

1. Nuestra tendencia a encimar recuerdos

Para bien o para mal, esta ciudad siempre se ha constituido sobre ruinas. Primero fue un lago que fue cubierto por la majestuosa Tenochtitlán, después llegó la conquista española y sobre la antigua ciudad se fundó la capital de la Nueva España. Desde entonces, los habitantes del Valle de México continuamente reinventamos nuestro entorno, creando historias sobre las ya existentes sin importarnos mucho que vayamos cubriendo el pasado de olvido.

Esta tendencia a encimar nuestra propia historia sin fijarnos en lo que enterramos se repite una y otra vez.

2. Una estación más del Metro

Nada tan cotidiano para un defeño como el transportarse en Metro. Ir y venir todos los días por este medio de transporte hace que ingenuamente pensemos que conocemos todos los secretos de las estaciones que más frecuentamos.

Al menos eso pensaba yo de la estación Etiopía de la línea 3 que corre de Indios Verdes a Universidad, y cuyo ícono por años fue un León. Por cierto, esa imagen suele estar plasmada en muchas de las paredes de los pasillos interiores de la estación. Tontamente creí que nombre e ícono se debían a la ocurrencia de quién planeó esa línea y no a uno de los capítulos más importantes de la política diplomática de México a nivel internacional.

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3. El ataque de Mussolini a Etiopía

Sin que hubiera una declaración previa de guerra, el 3 de octubre de 1935 Etiopía fue atacada por 100 mil soldados del ejercito italiano. Esta acción formó parte de la promesa de Mussolini sobre la creación del Imperio Italiano para controlar el Mar Mediterráneo, entonces en poder de Francia y Reino Unido.

A pesar de su valentía, los intentos del ejercito etíope por defender su soberanía no fueron suficientes. En cambio, las fuerzas italianas incluso llegaron a usar gas mostaza desde bombarderos en contra de la población civil, lo cual estaba prohibido por los tratados internacionales vigentes.

Haile Selassie, entonces emperador de Etiopía fue exiliado y finalmente el 7 de mayo de 1936, Etiopía fue anexado oficialmente como terreno italiano, ante el silencio de la mayoría de los países del mundo.

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El 30 de junio de ese mismo año, Haile Selassie quiso dar un discurso de denuncia en la Sociedad de Naciones, en Ginebra, pero al ser abucheado por los partidarios de Mussolini tuvo que abandonar el edificio. Selassie manifestó su decepción y enojo contra la comunidad internacional, que no hizo nada para evitar la conquista que sufrió Etiopía.

Hoy nos sucedió a nosotros. A ustedes mañana”, declaró en esa ocasión. Durante la ocupación italiana, la población etíope bajó de 16 millones a 9 millones.

México, a nombre del diplomático mexicano Isidro Fabela, fue uno de los pocos países que alzó enérgicamente la voz en contra del ataque italiano a Etiopía, esto dentro del congreso de la entonces llamada Sociedad de Naciones. El entonces presidente Lázaro Cárdenas, también fue firme en su postura a favor de los derechos humanos y la paz mundial.

La ocupación italiana finalizó en mayo de 1941.

4. El León de Judá en México

De acuerdo al Kebra Nagast, un texto del siglo V, la monarquía etíope tiene su origen de los descendientes que la Reina de Saba tuvo con el Rey Salomón, entre los que se encontraba Menelik I, fundador en el siglo IV del Reino de Aksum, primer estado etíope. Ese linaje se prolongó hasta el siglo XX, con Haile Selassie, que el 2 de noviembre de 1930 fue proclamado Emperador de Etiopía, aunque también se le conoció como el  “León de Judá”.

A fin de agradecer el apoyo mostrado por México durante la ocupación italiana, Haile Selassie visitó la Ciudad de México en junio de 1954, lo  que sirvió para estrechas lazos de amistad y a nivel cultural entre ambas naciones.

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La mañana del 22 de junio, el emperador Selassie y su sequito asistieron a la inauguración de la Plaza de Etiopía, una glorieta ubicada en el cruce de avenida Cuauhtémoc y Diagonal San Antonio, en cuyo centro fue develada una placa conmemorativa de su visita a la capital mexicana, la cual decía:

“Plaza de Etiopía. Su Majestad Imperial Haile Selassie I, Emperador de Etiopía, descubrió esta placa conmemorativa de su visita a México el día 22 de Junio de 1954”

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Glorieta de Etiopía

Durante su visita, el emperador fue recibido de forma cálida por la población de la Ciudad de México, dándole muestras de cariño que lo conmovieron en varias ocasiones.

Estos son algunos de los extractos de sus discursos:

“Las relaciones entre Etiopía y México, se han caracterizado siempre por una amistad realmente estrecha y el que hayan designado este bello lugar con el nombre de Plaza de Etiopía constituye un preciso testimonio de nuestra tradicional amistad, que una larga serie de experiencias y tradiciones comunes consolida”.

“Llego a un país que como mi querida patria, ha sido siempre paladín de la libertad y la justicia; este es un día inolvidable para mí, de la gran amistad que existe entre México y Etiopía; pues esta amistad, se basa no en palabras, sino en hechos”.

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Antes de marcharse, Selassie prometió que a su regreso inauguraría en la capital de Etiopía la “Plaza México”, como símbolo de la amistad que une a las dos naciones.

5. La amistad que cayó en el olvido

Después de la primera visita del Emperador de Etiopía a México, la relación de estas dos naciones se fortaleció con la creación del Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Etiope, la instauración de la Embajada Mexicana en Etiopía, la organización en México de distintas exposiciones sobre arte y literatura etíopes e intercambios estudiantiles, entre otras actividades.

Sin embargo, la relación se rompió con la Revolución Etíope que tuvo lugar en 1975 y que derrocó a Haile Selassie como emperador. Con estos hechos, el Instituto de Relaciones Culturales de ambas naciones desapareció y la historia de esta amistad bilateral fue quedando en el olvido.

Selassie falleció un año después en condiciones que aún no quedan del todo claras, siendo el último emperador en la historia de Etiopía.

En tanto, el cambio en el trazado de la Ciudad de México y la construcción de una estación de la línea 3 del metro a finales de la década de los setentas, ocasionaron la desaparición de la Plaza de Etiopía. La placa develada años atrás por el emperador desapareció y nunca se supo nada de su paradero.

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Finalmente, el 27 de marzo del 2009, la cercanía de esta estación con las oficinas del Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal (InfoDF), propiciaron que la estación pasara de llamarse “Etiopía”, para ser nombrada “Etiopía / Plaza de la Transparencia”.

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6. La historia que nos queda

Es la primera vez que vuelvo a la estación del Metro Etiopía / Plaza de la Transparencia desde que supe de la historia de la visita del emperador Selassie a la ciudad. Antes de entrar a la estación recorro caminando la zona en la que ahora se interceptan las calles Xola y Cuauhtémoc. Poco, por no decir nada, queda de aquella glorieta inaugurada hace más de medio siglo y que hoy forma parte del recuerdo de unos cuantos.

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Desciendo por uno de los accesos y entro. Esta estación en poco se diferencia de otras, con excepción de las baldosas con figuras de leones que recubren las paredes. Sigo caminando y me encuentro con seis litografías en uno de los costados del andén que va en dirección a Indios Verdes.

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Esas litografías narran distintos pasajes de la visita del emperador Selassie a México, así como su vida y una breve descripción de la relación cultural entre Etiopía y México. También hay una placa que sustituye a la que desapareció cuando la Plaza Etiopía desapareció con la construcción de un eje vial.

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En un intento por mantener vivo el recuerdo de la relación México-Etiopía, integrantes de las comunidades rastafaris de México lanzaron una iniciativa para colocar tanto las litografías como la placa en el interior de la estación. Esta muestra permanente fue develada el 13 de julio del 2009, en una pequeña ceremonia a la que asistieron miembros del Sistema de Transporte Colectivo, del Consulado de Etiopía, de la Secretaría de Turismo del DF y de la Comunidad Rastafari en México.

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Parece mentira que ese sea el único vestigio que da fe de una fructífera historia de amistad que por más de dos décadas mantuvieron México y Etiopía.

Veo las fotografías de esas placas mientras percibo cómo la gente pasa sin prestar mucha atención a esa exposición, la mayoría de ellos vienen y van diariamente por esta estación sin saber el porqué de su nombre.

Por cierto, las relaciones entre ambos países se reestablecieron en Noviembre del 2007.

7. La Plaza México, en Addis Abeba

Contrario a lo sucedido en nuestra ciudad, la Plaza México que el emperador Selassie construyó en la capital de Etiopía aún existe. Fue inaugurada el 12 de Diciembre de 1958. Es la segunda más importante en Addis Abeba, ciudad en la que ninguna otra plaza lleva el nombre de otro país. Esta distinción se encuentra a sólo trescientos metros de la Comisión para la Unidad Africana.

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Por Gabriel Revelo

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