Ni Leonardo DiCaprio con sus fotos con el presidente, ni la llegada de los heroicos delfines de la armada estadounidense pudieron evitar lo que el gandalla hombre se ha encargado de cocinar por años: la inminente desaparición de la vaquita marina. Al menos eso es lo que tristemente predice el investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Manuel Salvador Galindo. La fórmula para el lamentable desenlace es sencilla: la vaquita marina no cuenta con una variabilidad genética, su hábitat presenta una reducción de agua dulce y, sobre todo, es víctima de la pesca incidental en el golfo de California.

Bueno… ¿y entonces para qué son todas esas maniobras que presume el titular de la SEMARNAT, Rafael Pacchiano? Según el especialista, el gobierno mexicano sólo ha contribuido a difundir la mentira que el Comité Internacional para el Rescate de la especie (Cirva) ha construido, la cual se basa en hechos sin sustento científico y en meras especulaciones. “¿Qué hay de la hidrología, la ecología, la química? ¿Dónde están los representantes de diferentes disciplinas?”

Cuando hace unas semanas se dio la captura de uno de los ejemplares marinos y su posterior muerte, la subcoordinadora de especies prioritarias de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), María Esther Quintero, aceptó que el proyecto Conservación, Protección y Recuperación (CPR) de la vaquita era como echar un volado: “Nunca se había hecho y no sabemos si va a funcionar”… sin embargo, Galindo apunta que el resultado ya se preveía y por mucho: “fue resultado de un error”, señaló en conferencia, al apuntar que es bien sabido que las marsopas no soportan el cautiverio ni el estrés. Esto último lo recibió por doble: con el cambio ambiental y con su captura.

¿Y qué se puede hacer al respecto? Al parecer ya nada. Salvo pedir al gobierno de Estados Unidos que se haga corresponsable de la desaparición de la especie, ya que se debió a los problemas ambientales que se presentan en el Alto Golfo de California, además que otro factor  fue el cambio que se presentó en el río Colorado al represar sus aguas. Por otra parte, si los estándares pesqueros de Estados Unidos se aplicaran a los mexicanos ellos podrían ser prohibidos y se ayudaría a evitar la captura incidental de cualquier vaquita. “México ha fracasado durante décadas para regular la pesca y salvar a la vaquita, y ahora el gobierno de Estados Unidos debe imponer sanciones para presionar a México”, señala Zak Smith, abogado del Programa de Protección de Mamíferos Marinos de NRDC.

En 1990, cuando se declaró como especie en peligro de extinción, se calculó que había más de 500 ejemplares, ahora sólo quedan 30.

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