Chilangos, norteños, gringos, rusos, indios, todos, absolutamente todos los seres humanos, sin importar la nacionalidad, tenemos una cosa en común, el eterno esfuerzo por encontrar la felicidad. Aunque podrías pensar que esta cinta tiene cierta semejanza con la Ciudad de México, en realidad, puede ser cualquier gran metrópoli del planeta, el estrés, la rutina, el cansancio, las aglomeraciones y todo lo que tenemos que soportar para si quiera alcanzar un pedacito de alegrías.
¿Pero la felicidad se alcanza o se compra? Muchas marcas nos hacen creer que sus productos de lujo son lo que necesitamos para estar satisfechos, algunas veces nos dejamos seducir por el bombardeo de comerciales de alcohol, pero definitivamente ahí será el último lugar donde encuentres la felicidad.
En el mundo exigente y cada vez más egoísta, los pequeños placeres de la vida, ya no nos son suficientes, las pertenencias y el dinero, lo son todo, hay algunos placebos que logran una felicidad falsa y sin embargo, el cortometraje de Steve Cutts nos recuerda que estamos atrapados en una burbuja, que la felicidad eterna no existe, que la felicidad, son esos momentos que compartes con tu familia y amigos.