Vivimos en una época afortunadísima. Abundan las ofertas televisivas, culturales, musicales y demás, y para tener acceso a ellas básicamente se necesita de un aparato y una conexión decente a internet. No resulta extraño que dentro de todo este mundo de posibilidades, de vez en cuando uno decida checar las producciones locales. Vamos, no todo puede ser Stranger Things, seguramente también hay mucho talento nacional.

Súper X es la primera apuesta original de Blim en el campo de la ciencia ficción. “La idea es hablar de esas cosas con las que los jóvenes se identifican”, afirma Miguel Ángel Fox, el productor de esta nueva serie cuya trama es curiosa. Alex y Lalo son un par de amigos que andan rondando los 30 años y tienen toda clase de conflictos al respecto: no han definido lo que quieren hacer de sus vidas y tienen trabajos deleznables. A ellos se unen Simón y Vicky, los típicos personajes secundarios: un chico pasado de peso y una mujer guapa que viene llegando de un viaje de autodescubrimiento en Grecia para el cual tuvo que vender “la mitad de su guardarropa a mitad de precio”.

Esto no cuenta como spoiler porque sucede en el primer capítulo: a Alex le cae un rayo mientras juega un videojuego y adquiere los poderes de la Cigarra Carmesí, el superhéroe que lo protagoniza. El chiste es que la Cigarra cambia de poderes todo el tiempo, así que un día Alex puede mover las cosas con su mente, luego generar fuego con sus propias manos y quién sabe qué pase después.

La serie está plagada de lugares comunes y chistes que ya se han visto en otras series mucho más exitosas (así de bote pronto: The Big Bang Theory, con casi el mismo estilo de reparto). El estereotipo del gamer que no tiene pegue con las mujeres y pasa por un fracaso tras otro al intentar lograrlo ya está más que utilizado y ésta no es la serie que viene a redefinir la comedia mexicana. Todo lo contrario.

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Súper X, por lo menos en su primer capítulo, fracasa al intentar retratar con humor la crisis existencial que algunos experimentan al llegar a los 30. También fracasa en intentar acercarse al público “millennial” al que supuestamente está dirigida. Basta darse una vueltecita por los comentarios en YouTube para ver de qué es de lo que más se queja su propio target: que si es una copia de las series de Netflix, que por qué juegan con controles de Xbox 360 si las gráficas son como de NES. Qué para cuándo el universo extendido de Blim.

La gran interrogante es cómo le hicieron para llenar 780 minutos con una premisa tan básica, gastada y vista en tantas ocasiones, sobre todo en la tele y la televisión gringas. ¿Quién será el valiente que lo descubra? El primer episodio está disponible en su totalidad en YouTube, pero para ver el resto de los 25 capítulos hay que darse de alta en Blim. ¿Valdrá la pena? Juzguen ustedes:

Por Sofía Téllez

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