LeBron James lo hizo de nuevo. Contra todo pronóstico, con el peor grupo de jugadores que ha tenido alrededor en su equipo, de visitante, sin su coequipero estrella. Estará en sus octavas finales consecutivas de la NBA, cargando todo el peso de su equipo y haciendo lo que sea que tenga que hacer. ¿Jugar el partido completo aunque está en su campaña número 15? Claro. ¿Anotar, pasar y defender como si fuera el único de su equipo que sabe cómo hacerlo? Desde luego.
LeBron James lleva 24 series seguidas de la Conferencia del Este sin perder. La última vez que un equipo de su conferencia lo derrotó fueron los Celtics hace ocho años, justo en las finales de conferencia. En 2018, luego de una campaña en la que los Cavs terminaron terceros, en que cambiaron a prácticamente la mitad del equipo a la mitad de la temporada y se hicieron con puros jugadores de medio pelo, LeBron James lo hizo de nuevo.
Los Celtics, sin sus dos mejores jugadores, fuera por lesión durante toda la postemporada, y con un novato como su líder, llegaron más lejos de lo que cualquiera hubiera podido imaginar. En todos los playoffs perdieron un solo partido como locales: el definitivo en la serie por el pase a las Finales. Celtics nunca había perdido una serie después de ir arriba 2-0, hasta que llegó LeBron James.
James terminó el juego con 35 puntos, 15 rebotes y 9 asistencias, pero sus números cuentan nada más un pedazo de la historia. Con el juego en la línea, y la temporada en modo matar o morir, James se llevó el balón y, con un defensivo literalmente encima, jalándolo de los hombros, logró anotar la canasta y el tiro libre, poniendo el partido fuera del alcance de Boston y mandando a Cleveland a su cuarta final.
Este octavo viaje hasta la instancia final no es un récord. Frank Ramsey llegó a ocho seguidas también, Tom Heinsohn llegó a nueve, igual que Sam Jones, y Bill Russell estuvo en 10 finales seguidas. Claro, todos ellos formaban parte de los formidables Celtics de los años 60, un equipo conformado por los mejores de esa época y un cuadro que no cambió gran cosa en una década. LeBron ha llevado a dos equipos diferentes, con personal completamente variable en sus ocho viajes. Lo suyo tiene un mérito monumental.
Muchas veces se le critica a James haber ganado solamente 3 de las 8 finales que ha jugado, pero se le debería de celebrar arrastrar a los equipos que ha llevado a esas instancias. Este probablemente sea el peor equipo con el que se le ha asociado, y ni eso pudo descarrilar su tren hacia la grandeza.
No importa qué pase en la última serie, no importa si Golden State o Houston le ganan a los Cavs. Estar ahí es algo que parecía no ser humanamente posible, pero James no es humano, y esta victoria es su hazaña más grande. Si acaso llegara a ganar otro anillo, eso ya sería ponerlo en modo dios.
