Hace ya varios años, en el 2003, Luz Inácio Lula da Silva fue elcto presidente de Brasil, el Atlético de Madrid cumplía 100 años, ocurría la tragedia del transbordador Columbia y el Sporting de Lisboa tenía entre sus filas los que en teoría eran los dos mejores prospectos jóvenes del mundo.

Ambos jugadores se desempeñaban por las bandas, los dos eran extremos y los dos tenían una técnica individual que maravillaba al mundo. El menor de ellos fue vendido al Manchester United por 18 millones de euros y el mayor al Barcelona por seis. Parecía que los Red Devils se habían arriesgado mucho y que los Culés habían encontrado una ganga; el tiempo mostró lo contrario. El que se fue el United hoy es discutiblemente el mejor jugador del mundo, Cristiano Ronaldo, el que se fue al Barca hoy juega en Turquía.

Ricardo Quaresma es uno de los extremos con mayor calidad técnica y capacidad de regate que ha habido en muchos años en el futbol; es el maestro de los tres dedos. El jugador surgió del Sporting de Lisboa y se suponía que él y Cristiano Ronaldo serían el futuro del balompié luso y las nuevas figuras del futbol mundial. CR7 lo cumplió con creces pero Quaresma decepcionó.

En el 2003, con poco menos de 20 años, el extremo fue vendido al Barcelona, pero jamás pudo despuntar con los catalanes. Mucho se dijo que era otro caso de un jugador que tenía talento para ser enorme pero su estilo de vida no era nada profesional (coff, coff Ronaldinho).

Según publica el diario Sport, Quaresma se hizo amigo de Thiago en Barcelona y este lo jaló al grupo de Ronaldinho. El mismo rotativo comenta que los vecinos estaban hartos de las fiestas de Ricardo por lo que en una ocasión fueron a buscarlo durante una fiesta para que le bajara el volumen y la respuesta del jugador los dejó en shock: “¿Cuánto vale tu casa? Te la compro y te largas”. Frank Rikjaard, entonces técnico del Barcelona, se peleó con el jugador y lo relegó un rol secundario, aunque el ahora futbolista del Besiktas dice que no sabe qué ocurrió.

Aún hoy no me explico qué me pasó en el Barcelona porque al principio empecé jugando y las cosas iban bien, pero, de repente, llegó la peor época de mi vida y el entrenador no me dio explicaciones. Él quería que jugase de una manera, y yo intenté hacerlo. Cambié mi forma de jugar para agradarle pero siempre obtuve el mismo resultado: o al banquillo o a la grada. Luego decidí hacer mi fútbol y entramos en guerra.

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Después de un rato el extremo volvió a ser tomado en cuenta pero lamentablemente se fracturó el tobillo y se perdió el resto de la 2003-2004, la Eurocopa sub 21, la Eurocopa y los Juegos Olímpicos de Atenas. El Barcelona no pudo más y vendió al jugador al Porto. Con los Dragones, Quaresma volvió a mostrar cosas buenas lo que le valió fichar por el Inter de Milán; sin embargo pese a ganar la Champions nunca pudo consolidarse con los Neroazzurri y comenzó su peregrinar en Medio Oriente y su tierra natal.

Primero el Besiktas turco, luego el Al-Ahli de los Emiratos Árabes Unidos, después volvió al Porto y finalmente de nuevo al Besiktas donde actualmente milita. Su poca consistencia ha hecho que Quaresma nunca haya jugado un Mundial (aunque sí ha estado en tres Eurocopas). Hoy con 33 años de edad ya sabemos que jamás será lo que prometió pero su calidad es tal que sigue siendo el extremo ideal para complementar a Cristiano Ronaldo. Nunca sabremos a dónde hubiera llegado Ricardo Quaresma de haber tenido compromiso.

Pleca Copa Confederaciones

 

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