El Gran Premio de Arabia 2022 ha quedado marcado por el ataque con misiles y drones a la refinería de la petrolera, Aramco, en la ciudad de Jeddah, a casi 20 kilómetros del circuito. La imagen de los autos girando en el trazado con el fondo del humo del ataque a la refinería le ha dado la vuelta al mundo.
Los ataques fueron adjudicados a lo hutíes, un grupo considerado rebelde de Yemen, el país vecino de Arabia, que en días anteriores ya había realizado un ataque a la misma refinería que desde 2020 es patrocinador de Fórmula y desde 2022 patrocinador de la escudería Aston Martin.
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Los vuelos comerciales fueron suspendidos en Arabia, sin embargo, las autoridades de árabes y de Fórmula 1 garantizaron la seguridad para que se realizara la carrera del Gran Premio el domingo 27 de marzo, argumentando que no hay lugar más seguro en Arabia, pues los hutíes no atacan civiles, sino infraestructura.
¿Qué pasa en Arabia y Yemen?
Arabia sostiene un conflicto armado con los hutíes, particularmente desde 2011, por el control del gobierno de Yemen. La guerra ha dejado a Yemen en medio de la crisis humanitaria más grande del mundo desde 2015, de acuerdo con la ONU.
De los 28 millones de habitantes, se estima que la mitad padece hambre, como consecuencia de la guerra, la cual ha arrojado más de 56 mil personas fallecidas, además de la epidemia más grande de cólera en nuestra era.
Yemen es un país altamente influenciado por Arabia, con el que comparte, entre otras cosas, la religión (islam) y el estilo de gobierno. Los hutíes se oponen principalmente a estos dos aspectos y son responsables de la caída del gobierno de Alí Abdalá Salé, quien era aliado de Arabia desde la invasión de Estados Unidos a Irak tras los ataques a las Torres Gemelas en septiembre de 2001.
¿Quiénes son los hutíes?
Los hutíes son conocidos como un grupo revolucionario con poder militar, creado en la década de los 90 por Hussein Badreddin al Houti, quien fue asesinado en 2004 por soldados de Yemen y desde entonces el grupo es liderado por Abdul Malik, hermano de Hussein.
Su lema es “Dios es grande, muerte a América y a Israel; maldición sobre los judíos y victoria del Islam”.
En 2012 Alí Abdalá Salé renunció al poder en Yemen ante la presión de los huities, aunque tres años después, en 2015 se aliaron con Salé… ajá, su principal enemigo se convirtió en aliado contra de Arabia y juntos tomaron la capital del país, Saná, así como de Hodeidah, puerto en el que ingresa el 80% de las importaciones.
Las ayudas humanitarias han arribado precisamente por Hodeidah, aunque éstas han sido controladas y desviadas por los hutíes. En diciembre de 2017 asesinaron a Salé, debido a que el expresidente de Yemen comenzaba a regresar al “bando” árabe.
La lucha por el control del gobierno de Yemen
Con la capital ocupada, el presidente de Yemen, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, tuvo que huir y actualmente tiene su sede en Arabia, aunque formalmente la sede del gobierno de Yemen es Adén desde entonces.
Abd Rabbuh Mansur al-Hadi salió de Yemen debido a que fue condenado a muerte por los hutiés por alta traición, ya que fue parte de la planeación de los ataques terrestres y áeros a Yemen con la intención de expulsar a los hutíes del país, aunque sólo se lograron recuperar ciertas regiones.
Irán es aliado de este grupo revolucionario y apoyó con formación militar, armas y misiles, así como fondos económicos durante los ataques árabes de 2015, de acuerdo con la BBC, aunque el gobierno de Irán lo ha negado.
¿Qué tiene que ver Irán en todo esto?
Esa es otra historia, o mejor dicho, otra guerra con tintes religiosos desde hace 40 años. Arabia e Irán luchan por imponer su propia rama del Islam en la región. Al ser Yemen el vecino del sur de Arabia, Irán tendría interés en este territorio y en los hutiés para convertirlos en una especie de satélite contra Arabia.