La crisis ambiental actual nos obligará a replantear las cadenas de suministros—tanto la alimentaria como la del agua—en el futuro inmediato.

A veces se piensa que el cambio climático es cosa del futuro; es decir, que los problemas del calentamiento global en realidad poco—o nada—tienen que ver con el tiempo presente. Después será que afecte la vida de las personas; sus verdaderos estragos serán cosa de otras generaciones que sabrán cómo lidiar con la crisis ambiental. Mucho de esto tiene que ver con lo difícil que es poner en una justa dimensión lo que implica que la Tierra alcance un aumento de temperatura de 1.5ºC en relación con tiempos preindustriales. Por un lado, se siente como algo que no es demasiado (¿tanto ruido por un grado y medio?). Pero, por otro, siempre parece que falta muchísimo para llegar a tan fatídico escenario. Y, pues vaya, en el ínter que todo mundo haga lo que quiera; qué más da que tanto plantas como animales tengan que enfrentar las consecuencias.

Sin embargo, las noticias del cambio climático están mucho más presentes de lo que en ocasiones queremos imaginar. Basta con ver lo que ha sucedido con Nuevo León este año para entender que el planeta que habitamos dista mucho de ser el mismo en el que nacimos. Casi 70% del territorio mexicano se encontraba en alguna condición de sequía en los meses pasados; no obstante lo anterior, en la región norte de NL esto se vio magnificado. Ríos, presas, cultivos (particularmente cerca de Monterrey) estaban vacíos. Esto llevó al estado a una situación de emergencia, que implicó cortes y racionalización del agua hasta en contextos urbanos. Por supuesto, la falta de agua impactó la agricultura y cadenas de suministro de comida de diversas poblaciones. Pero el asunto no terminó ahí. Ahora, que las lluvias han regresado, el problema es que sus niveles están siendo peligrosos, provocando incluso muertes

Sin maíz no hay país

Lo que ha sucedido en Nuevo León en 2022 es sugerente por distintas razones. (Muchas de ellas relacionadas también con problemas de corrupción y política que no se pueden olvidar por completo.) Particularmente porque es notable los efectos que ya tiene el cambio climático en las lógicas y dinámicas de una región actualmente; y que nada más empeorarán con el paso de los años y en la medida que el calentamiento global se agrave. De tal modo que sequías agresivas y prolongadas sean interrumpidas sólo por lluvias tormentosas y complejas. Creando, así, ciclos eternos de complicaciones ambientales para los seres humanos de casi cualquier latitud en el planeta. Mismos que, de hecho, ya no son extraños hoy en día; es más, entre la guerra en Ucrania y las olas de calor en el mundo han presentado una crisis alimentaria casi que por diseño.

La falta de ciertos cereales (como el trigo y el maíz) desde Rusia y Ucrania en las cadenas de suministro tuvo un impacto considerable en los precios de una buena cantidad de alimentos en todo el mundo desde enero de 2022. Pero a ello se han sumado las sequías observadas en lugares como Estados Unidos, China e incluso México. La cosa se pone todavía más peluda cuando se considera que la mitad de las calorías consumidas a nivel mundial dependen de tres cultivos: el maíz, el arroz y el trigo. El cambio climático ya tiene afectaciones considerables a las cadenas de suministro de alimentos que, de por sí, ya están endebles por conflictos bélicos en regiones agrícolas importantes; sobre todo, en la medida que sequías y después inundaciones ya no permiten que los agricultores planeen adecuadamente su administración de recursos anuales.

Al agua, patos

Las olas de calor de 2022 tienen en jaque a productores chinos a tal grado que el país se ha convertido en uno de los más vulnerables al cambio climático, por los vaivenes de desastres naturales sobre su producción agrícola. Algo similar a lo que está sucediendo en Iowa, en donde la crisis climática está reconfigurando una de las regiones que históricamente han sido de las más ricas en cuanto a producción maíz se trata. Y no muy distinto a lo que se ha visto y verá en Nuevo León a últimas fechas. Pero el calor no sólo modifica las cadenas de suministro de alimentos en el mundo. También puede impactar en los niveles de agua de un país, con consecuencias igual de graves—sino es que peores.

Sin tener que pensar en el futuro lejano, en Suiza actualmente, por ejemplo, la desaparición de sus glaciares está interrumpiendo y poniendo en riesgo el suministro de agua en toda Europa. De nuevo, en un momento en el que las sequías comienzan a ser la norma.

Por desgracia, se trata de contextos que hacen notar que el cambio climático afecta desde ahora la vida de las personas en el planeta. La crisis ambiental actual nos obligará a replantear las cadenas de suministros—tanto la alimentaria como la del agua—en el futuro inmediato, incluso si se llevan a cabo acciones importantes para proteger el medioambiente con miras al largo plazo. Definitivamente, cada vez queda menos tiempo para lograr que el mundo siga siendo habitable.

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