Para combatir el cambio climático tendremos que voltear a ver a las plantas no sólo como salvadoras, sino también para protegerlas.

Ya no es sorpresa para nadie que el cambio climático tiene—y tendrá—un impacto considerable en la vida de las personas. Nada más en 2022 se han visto variaciones ambientales graves en todo el planeta. Desde sequías y olas de calor insoportables hasta inundaciones incontenibles, la crisis medioambiental del futuro es ya, más bien, cosa del presente. Por eso es tan importante la meta del Acuerdo de París de hacer todo lo posible para que la Tierra no pase de un incremento de 1.5ºC de temperatura en relación con niveles preindustriales. De no alcanzarlo, la vida de todas las personas cambiará completamente, en la que tormentas atípicas sean la norma y cada vez sea más difícil sostener los niveles, de por sí raquíticos, de seguridad alimentaria a nivel internacional. Por ejemplo, basta con ver los veranos de la Ciudad de México, en los que en realidad bajan las temperaturas.

Parte de la crisis ambiental actual pasa por los altos niveles de deforestación en el mundo. De acuerdo a cifras de la FAO de la ONU, entre 2015 y 2020 se perdieron 10 hectáreas anuales de plantas y árboles. El área de los bosques a nivel mundial ha bajado en 80 hectáreas desde 1990. Cuando se pierde lo verde del planeta, buena parte del dióxido de carbono almacenado se lanza a la atmósfera; paralelamente, baja la posibilidad de captación de esos Gases de Efecto Invernadero (GEI). La falta de vegetación, en ese sentido, tiene un efecto considerable en las temperaturas del planeta. Sin embargo, todo parece indicar que las mismas plantas resienten los estragos del cambio climático. Y como parte de los esfuerzos por combatirlo, necesariamente tendremos que voltear a ver a las plantas no sólo como salvadoras, sino también para protegerlas y defenderlas.

Las plantas al descubierto

Las plantas, al igual que los humanos, sufren de las variaciones en las temperaturas de sus regiones. Cuando suben los grados, sus defensas bajan; en ese contexto, quedan al descubierto para ser invadidas por plagas y patógenos o gérmenes. De hecho, de acuerdo también a estimaciones de la FAO, 40% de la producción de las cosechas en todo el mundo se pierde a manos de plagas. Estas bajas implican pérdidas cercanas a 3,000 millones de dólares para la economía mundial. Y de acuerdo a un estudio publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences, se necesitará un aumento de 60% en la producción de comida para poder cubrir la seguridad alimentaria del planeta para 2050. Paralelamente, se calcula que las pérdidas de cosechas incrementará entre 10 y 25% en los próximos años; esto, nada más, por impactos del cambio climático sobre las plantas.

Es decir, el escenario de las próximas décadas no luce nada favorecedor. El cambio climático tiene el potencial de seguir acabando con las plantas que se necesitan, tanto para mantener más bajas las temperaturas del mundo como para permitir que exista un sistema de seguridad alimentaria para los habitantes de todos los países del mundo. Frente a esta coyuntura compleja, es necesario tomar consciencia de la importancia de las plantas para nuestra vida. Sin ellas, muy literalmente no podemos existir. Y para atender la crisis ambiental actual se deben llevar a cabo esfuerzos considerables en reforestación y preservación de bosques, pero también de cuidado y atención a las cosechas y procesos de agricultura del planeta. Las plantas también requerirán defensa contra el cambio climático. Misma que depende enteramente de una reconceptualización de su importancia y el papel que desempeña la humanidad en su protección.

Un poco de ayuda

Con frecuencia parece que todo lo relacionado con el cambio climático son puras malas noticias. Sin embargo, actualmente existen esfuerzos considerables por encontrar formas para proteger a las plantas. Y en ocasiones se presentan resultados prometedores en la materia. Apenas ayer se publicó en la prestigiosa revista científica Nature un artículo sobre posibilidades para robustecer la resiliencia de las plantas de frente a los cambios de temperatura que han llegado con la crisis ambiental en el planeta. El estudio fue realizado por 16 científicos, apoyados por distintas universidades—como Duke y Yale—, así como por una variedad importante de fondos de investigación, y sus descubrimientos son esperanzadores. Básicamente, lograron identificar una proteína en las células de las plantas que explica las fallas en los sistemas de defensa cuando aumentan las temperaturas. Con esa información, han podido encontrar cómo revertir esas bajas y darle un envión anímico para soportar climas inhóspitos.

Para combatir el cambio climático tendremos que voltear a ver a las plantas no sólo como salvadoras, sino también para protegerlas.
Foto: Pixabay

Las investigaciones que se realizan sobre animales (y personas) suelen comenzar con ratas de laboratorio; posteriormente, se intenta replicar el experimento en otros tipos de especies hasta llegar a la población objetivo. De manera similar, con las plantas, estos análisis empiezan con una especie llamada Arabidopsis thaliana. Funcionan para lo anterior en buena medida porque sus ciclos de vida son muy cortos y se trata de plantas presentes en distintas regiones del mundo. El siguiente paso será ver si es posible robustecer el sistema inmune de otras especies de la misma manera; particularmente, con miras a que pueda ser empleado en la agricultura y cosechas necesarias para la alimentación humana. El cambio climático afecta a todas las partes de nuestros ecosistemas. Mientras no se encuentren formas para revertir sus efectos, deberá ser necesario seguir pensando en cómo defendernos frente a—y mitigar—sus consecuencias.

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