Aunque del festival Corona Capital de este año (y en todas sus ediciones) lo que más recordamos son las increíbles presentaciones de las muchas bandas internacionales, hay hombres y mujeres que no se llevan el reconocimiento que se merecen, incluso en muchas ocasiones son vilipendiados. Así es: nuestros amados cheleros.
Sí, para algunos es un poco molesto que, mientras escuchan su rola favorita, se escuche el clásico “¡Cerveza, cerveza!”, pero ¿qué sería de varios de nosotros si tuviéramos que correr hasta un stand cada que uno de esos vasos con la espumosa bebida se queda vacío? Ellos llegan a nuestro auxilio.
Estos héroes sin capa ni identidad nos refrescaron la garganta (mientras a ellos muchos les refrescaban otra cosa) en los dos días de intensa actividad en el Corona. Siempre amables, pese a llevar todo el día los brazos en alto y terminar con la voz apagada… y no precisamente por corear las canciones de nuestras bandas favoritas.
Las inmensas torres de vasos que muchos de los asistentes armaron, son prueba del trabajo que estos héroes hacen: más de cien cervezas vende aproximadamente cada uno de estos estoicos personajes. Bueno, esa torre también es prueba de la buena garganta que los amantes de la música tienen, pero eso es otro asunto.
Algo más que agradecerles a estos campeones sin corona es su férrea convicción de no vender ni una gota de alcohol a los chamacos menores de edad, por mucho que les urja terminar con la pesada carga: ¡No te hagas güey!, rezaban los distintivos que sabiamente portaban los uniformados con playeras oscuras.
En fin, qué más les podemos decir de estos enviados del Dios Baco. Sólo reconocer que la gran mayoría hacen maniobras imposibles con el fin de tener bien surtida nuestra fiesta musical. Todos unos héroes.
