Desde que somos pequeños la sociedad se ha encargado de inculcarnos la idea de que las drogas son malas y causan daños irreparables en nuestro cuerpo. La verdad es que algo hay de razón en eso porque muchas sustancias no hacen maravillas precisamente. Sin embargo, muchas veces no se toma en cuenta un factor sumamente importante: las personas que las consumen también tienen mucho qué ver.

Van a decir que somos bien santurrones y esas cosas pero eso no quitará de nuestra mente el hecho de que muchas personas no han tomado las mejores decisiones tras haber fumado, aspirado, tomado o inyectado algo de dudosa procedencia. ¿Necesitan un ejemplo de lo que queremos decir? Obvio sí, por eso vamos a presentarles a un tipo que encontramos mientras vagábamos por internet.

Como no sabemos cuál es su nombre real, le pondremos Jesús. En fin, el buen Chucho, que por cierto vive en Brooklyn, andaba ocupándose de sus asuntos, cuando decidió que era el momento perfecto del día para fumar un poco de buen crack. Sin embargo, lo que parecía ser un momento de pura relajación y cero caos, terminó muy mal porque al guardar el porro de vuelta a su abrigo, éste se incendió rápidamente.

Al final, el pobre Jesús jamás supo con exactitud lo que había pasado. De hecho, según lo que dice DNAinfo, el tipo llegó a su casa, se quedó dormido y no fue hasta el otro día cuando su familia se horrorizó al conocer su estado de salud.

No podemos decirle a la gente qué es lo que debe de hacer o si debería dejar sus vicios pero tampoco está de sobra tratar de darle un consejo por su bien. La cosa es sencilla, si van a tratar de hacer un viaje a un mundo mágico y maravilloso, traten de que éste no los lleve a probar el cálido beso del fuego en el proceso.

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