2009 fue un año brillante para el mundo de la música, The xx y Florence and The Machine debutaban con sus primeros materiales discográficos y bandas como Phoenix o los Yeah Yeah Yeahs lanzaban los discos más importantes de su carrera. Pero hace 10 años, los Arctic Monkeys crearon el álbum que los cambiaría por completo, desde el sonido hasta la forma de vestir y pensar, ese álbum sería Humbug.

En 2006, Alex Turner, Jamie Cook, Matt Helders y Andy Nicholson estrenaban Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not, uno de los mejores debuts en la historia de la música, con rolas que prácticamente marcaron a toda una generación inglesa al no tener a una banda con la cuál identificarse y sobre todo, continuando con el legado del post-punk revival que habían dejado bandas como The Libertines.

Arctic Monkeys tocando en el Austin City Limits de 2009/ Foto: Getty Images

Tras la salida de Nicholson y la incorporación de Nick O’Malley en el bajo, un año más tarde lanzarían Favourite Worst Nightmare, que seguiría un poco la línea de su debut pero refinándolo muchísimo más e incorporando algunos teclados, pedales de efecto y técnicas de producción que más tarde servirían para que la banda tomara el enorme desafío de innovar o morir. 

Sin embargo, Arctic Monkeys apenas estaba por adentrarse a una etapa donde mostrarían que eran más que una simple banda de garage rock y que podían crear canciones complejas sin dejar de lado todas las influencias y sonidos que ya formaban parte de su ADN musical. A finales de 2008, Alex Turner empezó a componer nuevas canciones, influenciado por el disco que había compuesto junto a Miles Kane con su proyecto The Last Shadow Puppets. 

Para la grabación de Humbug la banda contó de nuevo con James Ford en los controles aunque lo acompañaría alguien más, el mismísimo Josh Homme de Queens of The Stone Age. La presencia de Homme como uno de los productores fue uno de los factores decisivos para que este disco fuera el punto de quiebre en la carrera de los de Sheffield, ya que aportó gran parte del sonido stoner del cual es todo un experto.

El álbum empieza con “My Propeller”, que brilla por tener algunas de las guitarras más siniestras que hemos escuchado en cualquier disco de los Arctic Monkeys junto a una de las baterías mejor ejecutadas por Matt Helders. El bajo distorsionado de Nick O’Malley daría pie para que escucháramos la poderosa “Crying Lightning” que funcionaría como una transición entre lo viejo y lo nuevo.

En “Potion Aproaching” aún podíamos escuchar leves destellos que nos hacían recordar al Favourite Worst Nightmare, pero con toda la estética sonora que ya habían decidido adoptar. Es con esta rola con la que llegamos a la calma y a los momentos quizá más románticos de Humbug, “Fire and The Thud” en colaboración con Alison Mosshart de The Kills  nos habla sobre ese primer flechazo con una persona, mientras que “Cornerstone” se nos muestra como una balada suave en la que Turner pone todo el sentimiento mientras añora a una persona que ya no está.

Ya en la recta final tendríamos las canciones quizá más experimentales del disco, comenzando con “Dance Little Liar” y su espectacular sonido psicodélico. Un órgano fúnebre serviría como introducción para la rápida y pesada “Pretty Visitors”, mientras que “The Jeweller’s Hand” cerraría con unas guitarras aterciopeladas y la mejor interpretación vocal que Alex Turner entrega durante los casi 40 minutos de todo el álbum.

Humbug fue un disco que cuando se estrenó el 19 de agosto de 2019 dividió a todos los fanáticos de los Arctic Monkeys. Muchos de los riffs bailables y pegajosos a los que nos tenían acostumbrados habían desaparecido para darle paso a secciones de guitarra mejor construidas llenas de distorsión. Lejos quedaron las canciones que hablaban sobre romances adolescentes y situaciones cotidianas, para abrirle paso a letras mucho más complejas, con referencias menos obvias y cierto misticismo. 

Para ellos tampoco fue lo mismo, porque dejaron de vestir como los chicos que todos conocimos para empezar a madurar, dejándose el cabello largo y asumiendo la edad que ya tenían. Humbug fue un disco que marcó por completo el camino de los Arctic Monkeys, sin él no hubiéramos escuchado Suck It And See o el multipremiado AM, en él perdieron la inocencia y se entregaron a los sonidos tenebrosos, nos dejaron muy claro que aquellos fans de The Strokes se habían ido para tomar su lugar como una de las mejores bandas de rock de la segunda década de los 2000. 

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Me llamo Jesús pero todos me dicen Chucho. Me encanta la música y sé tocar algunos instrumentos, aunque creo que soy mejor escribiendo sobre las bandas que me gustan. Soy fan de los conciertos y festivales,...

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