Magín Díaz tiene oficialmente 94 años. 80 de ellos los ha dedicado a la música, aunque prácticamente de incógnito. A Magín no le tocó nacer en ésta, la época en la que cualquiera es potencialmente famoso. Simplemente se dedicó a componer e interpretar su música en Colombia y, al ser analfabeta, jamás consideró necesario –ni siquiera que fuera una posibilidad– registrar sus canciones. sin embargo, a su música no le importó llevar impreso un nombre y viajó por Latinoamérica, popularizándose, tocando generaciones que sólo se dejaban llevar por el baile y la alegría que les llegaba en forma de canción anónima.

Según su documento oficial, Luis Magín Díaz García vino a existir en diciembre de 1922, un año que suena al pasado añejo que sólo se lee en los libros y del que uno creería ya no queda nadie para narrarlo de primera mano. Su acta le fue expedida cuando ya era mayor de edad, así que no contiene la fecha exacta de su nacimiento: en realidad no es posible precisarla. En aquella época, cuando no se conocía el cumpleaños de alguien, los registros los situaban aleatoriamente entre el 24 y 31 de diciembre, por el nacimiento de Jesús. Sus primos y sobrinos –los de Magín, no los de Jesús– recuerdan que era mayor que su prima Irene, nacida en 1916… Así que es posible que ya haya alcanzado los cien años de edad.

 

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La madre de Magín Díaz era cantante, su padre, bailarín y desde muy pequeño aprendió a combinar, como mucha de la gente de su pueblo, la chamba con la actividad artística. Trabajaban el azúcar y tocaban el tambor, trabajaban y cantaban. Trabajaban y se enamoraban. Rosa, la hija del administrador del plantío donde Magín iba a ganarse el pan, inspiró una canción que trascendería el amor adolescente y que pasaría a volverse un clásico colombiano: “Rosa”.

“El orisha de la rosa”, como algunos llaman a Magín, entró y salió de Colombia varias veces para irse a Venezuela. Formó diferentes agrupaciones: Billos Caracas Boys, Los Soneros de Gamero, Los viejos del folclor. Se hicieron algunas grabaciones de la música creada durante varias décadas, pero el descuido o los eventos propios de la suerte dejaron pocas a las que se pueda acceder en la actualidad.

El reconocimiento internacional llegó tarde pero contundentemente

En el 2010, a sus 88 años, formó otra agrupación llamada Magín Díaz y el Septeto Gamerano. Con ellos también de manera aislada grabó algunas canciones. Vincent Moon, a quien tal vez recuerden por sus Take Away Shows y la Blogotheque, es un francés que va a diferentes lugares del mundo a filmar a las bandas locales que más le llaman la atención y se sintió profundamente atraído por la música del colombiano.

 

 

Magín fue el homenajeado en la Noche de Río en el Festival de Barranquilla en febrero de 2016, y durante mayo del mismo año se editó su primer disco como solista, que incluye colaboraciones con Celso Piña y Carlos Vives. El CD está acompañado de 18 postales diseñadas por artistas como el argentino Liniers y una serie de láminas pop art de Claudio Roncoli.


“Yo cantaba por cantar porque es lo que me gusta, lo que me hace estar vivo”

Para ser un músico con unos 80 y tantos años de carrera, editar su primer disco es un evento sin duda importante. Empero, el arte siempre estuvo al centro de su vida y aún si nunca hubiera sido descubierto, eso no sería diferente. Actualmente, para dar entrevistas telefónicas, Magín tiene que ir a casa de su vecino porque no tiene teléfono. Ya no puede bailar como en sus años mozos pero sigue dándolo todo. El 22 de enero se presentará en Bogotá, en el Festival Centro, ante más personas que nunca antes en toda su carrera. “Gracias a Dios me encuentro muy bien, yo voy a tocar a donde me llamen”, dijo recientemente en una entrevista.

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