Un disco homónimo puede marcar el antes y después en la carrera de cualquier músico. En este caso, no sólo se trata de una repetición del nombre y apellido de Michael Kiwanuka, sino de un homenaje a su origen, ataviado como un rey africano en la portada –obra de Markeidric Walker)– el británico coloca en mayúsculas una declaración acerca de cómo quiere ser conocido en el ámbito: sin nombres inventados o alter egos.

 

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Markeidric paints album cover for Universal records’ @michaelkiwanuka Officially released October 25th

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Reuniendo al equipo que produjo su LP pasado, Danger Mouse e Inflo colaboran para esta tercera entrega de estudio, catorce tracks sin prisa y sin rutina, con un núcleo de Rhythm & Blues y psicodelia, matices de folk, soul y hasta riffs sacados del surf, como en “Rolling”.

Mostrando un ser con varias dimensiones, desde el relajado amigo que te dice que no hay que preocuparse, hasta un denunciante de la opresión racial hacia los negros, Kiwanuka advirtió la complejidad de meter en cincuenta y un minutos las diferentes facetas que lo hacen de carne y hueso. El resultado es excepcional.

El álbum comienza en ascenso directo desde “You Ain’t The Problem”, hasta que llega “Piano Joint”, que pasa como una charla plena en un bar, el primer momento en el que se entabla un diálogo íntimo y con dolor envuelto en cuerdas (que son un elemento magnífico en todo el LP).

Como si las sorpresas no tuvieran fin, el británico de treinta y dos años comienza el sexto tema con una progresión de arpas que hace que revises dos veces si el algoritmo del servicio de streaming no te lanzó a otro artista.

Kiwanuka es un letrista brutal que nos regala algunas de sus mejores líneas en esta entrega, como en “Living In The Denial”, con un tempo que hace que el dolor raspe, en su versión de “amigo date cuenta”, es un relato que, además, muestra su innegable parecido con el timbre de Bobby Womack (sí, lo extrañamos). Lo admirable es que coloque el desamor en un empaque que se baile lento.

Parte de la relevancia de este disco es la denuncia que suelta en algunos temas, claramente en los interludios que incluyen los aforismos sobre protesta, con samples de disparos y de líderes por los derechos de la comunidad afrodescendiente. La discriminación, el camino del hombre negro por reclamar igualdad y la idiosincrasia sobre el intercambio entre culturas se plasma de una manera sutil, pero sólida.

Es el trabajo en el que el inglés muestra más virtuosismo en la ejecución de guitarra, con riffs y solos más extensos que en sus lanzamientos pasados, distribuyendo a la perfección sus facetas más icónicas: cantante folk acústico y virtuoso distorsionado.

Las atmósferas que pretenden intrigar abren “Hard To Say Goodbye”, jugando contigo el primer minuto y medio, llegando a la versión sencilla del cantante, con acordes acústicos y su voz, para volver a construir un camino sin avisos de cambios, pero disfrutable durante los siete minutos.

Es transparente que Kiwanuka ha buscado la paz consigo mismo, reconociendo en “I’ve Been Dazed” o “Final Days” cómo ha seguido adelante. La integración de cuerdas y un coro imponente definen el sonido que, posiblemente, escucharemos en siguientes lanzamientos.

Este LP, que veremos en bastantes nominaciones, cierra con “Light”, con un Kiwanuka sumamente confiado y balanceándose entre lo físico y lo divino para alcanzar la mejor versión que le conocemos.

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Entusiasta y nerd musical desde que tengo consciencia. Lector obsesivo y escritor. Ávido de escuchar y presenciar música en vivo. Músico novato a ratos. Egresado de Derecho y (casi) de Letras Inglesas...

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