Las enfermedades que causan más muertes al año en el mundo son las relacionadas con padecimientos del corazón, afecciones cerebrovasculares e infecciones de las vías respiratorias, aunque siguiéndoles el paso, muy de cerca, se encuentra una afección que no creeríamos tan letal. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, unas 842 mil personas en todo el mundo mueren cada año de diarrea. Sí, así como lo leen: el cacarro, seguidillo, mierditis aguda o como quiera que lo conozcan coloquialmente, cobra al año una cifra impensable de víctimas.
El padecimiento, de acuerdo con la OMS, es causado principalmente por dos razones: la insalubridad del agua y por tener mala higiene a la hora de lavarse las manos. El agua contaminada también está relacionada con la transmisión de enfermedades como el cólera, hepatitis A, disentería y poliomielitis, además de infectar a casi 240 millones de personas con esquistosomiasis. La primera causa es especialmente preocupante; el futuro nos alcanzó y no parece nada alentador: según el organismo, para 2025 la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua.
Los expertos señalan que la polución del agua se debe a una mala gestión de aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas y que al menos la fuente de abastecimiento de mil 800 millones de personas en nuestro planeta se encuentra contaminada con materias fecales. Aunque la mayoría de los casos de muerte por diarrea se registraron en niños menores de cinco años en regiones de África y Asia sudoriental, la amenaza está latente en otros lares. Nuestro país no es ajeno a sus efectos.
Por ejemplo, en los últimos seis años han aumentado los casos de enfermedades como insuficiencia renal en varias comunidades del norte, centro y occidente de México, debido a las excesivas concentraciones de flúor, metales pesados y sulfuro en el agua (y ni hablar de casos como el derrame de Grupo México en los ríos Sonora y Bacanuchi, que afectaron a más de 22 mil personas).
Como varios de los problemas más importantes que azotan el país, ¡la respuesta está en la corrupción! Debido a este mal cultural del mexicano, como lo conceptualizó el presidente Enrique Peña Nieto, existen problemas en el servicio de abastecimiento de agua, resultando en la contaminación del vital líquido (¿en serio alguien le llama así?), que no se abastezca o que resulte poco costeable para los más pobres. A estas razones podemos agregar que funcionarios de medio y bajo nivel están involucrados en la venta ilegal de agua y derechos de explotación acuífera.
Para muestra, un botón: el caso de la delegación Iztapalapa. Ante la falta de un servicio de agua potable continuo y el abrumador desabasto de agua, los habitantes de la demarcación tienen que acceder a pipas de agua las cuales, obviamente, no pueden satisfacer la necesidad de todos los iztapalapenses. Las matemáticas no dan: en la delegación ubicada al oriente de la Ciudad de México viven más de dos millones de personas y en su terreno sólo existen cerca de mil pipas para abastecerlos. Cada pipa tiene la capacidad para abastecer apenas a dos hogares por el lapso de dos semanas.
¿Quiénes son los ganones del poco abastecimiento y la contaminación del agua?
La corrupción que afecta el abastecimiento y distribución del agua también es enriquecida por factores externos: de acuerdo con el economista del Banco Mundial, Christian Borja-Vega, las empresas embotelladoras se aprovechan del deficiente sistema de agua potable y la mala calidad de la misma, pero también promueven sus intereses a través de la legislación, obteniendo el recurso natural no renovable a precios de infarto y consiguiendo el líquido de la mejor calidad para su explotación.
¿Sabían que México es el país que consume más agua embotellada en todo el mundo? Tan sólo en 2014, los mexicanos gastamos cerca de 8 mil millones de dólares en este producto. Y la cosa no para ahí, se prevé que para 2019 se alcancen los 9 mil 400 millones de dólares en ventas: una gran noticia para Danone, Coca Cola, Nestlé y Pepsico, las marcas que lideran el mercado de agua embotellada en México.
Además de que consumir agua de esta manera es significativamente más caro, también trae consigo daños a los mantos acuíferos y una generación imparable e insostenible de basura que tarda eones en desintegrarse.